Las debilidades de China atenazan a la economía mundial

Coincidiendo con la visita del presidente chino a Reino Unido, varios analistas detallan las dudas que a día de hoy genera la economía del país asiático

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«No deberíamos estar sorprendidos de que las tasas de crecimiento de China fueran más bajas en el futuro que las actuales», comenta el catedrático de Economía George Hodgson, de la Hertforshire Business School, de la universidad del mismo condado, en Inglaterra. 

Hodgon abre algunos interrogantes sobre el futuro económico del gigante asiático en una semana en que su presidente, Xi Pinjing, ha sido recibido en el Reino Unido con máximos honores. Una visita que ha coincidido en el tiempo con la noticia de que el crecimiento del país asiático en el pasado trimestre fue del 6,9%, el más bajo en dos décadas.

Previsiones más que optimistas

Las previsiones de la economía mundial indican que China superará a los Estados Unidos como primera potencia el año 2027. De hecho, prácticamente por primera vez en la historia, Occidente ha asumido que el peso económico del planeta se está desplazando hacia el este. Las mismas optimistas previsiones sugieren que en 35 años China tendrá el mismo peso que las economías de los Estados Unidos y de la India, juntas. 

Las enormes cifras de crecimiento anual de las dos últimas décadas, por encima del 9%, llegando incluso en algunos años al 14, avalarían estas perspectivas. Pero algunos especialistas, Hodgson entre ellos, discuten la solidez del país, incluso a pesar de que el Reino Unido ha puesto la brújula hacia China en razón, justamente, de las expectativas y de su aparente solidez.

La visita del presidente de la república Xi Jinping a Downing Street y sus paseos en carroza real por The Mall han reportado y reportarán para la economía británica inversiones de hasta 46.000 millones de euros en los próximos años, a los que hay que añadir los 32.440 millones invertidos desde 2005.

¿Una locomotora sin combustible?

Que desde la recesión de 2007 China ha sido la locomotora mundial es innegable, pero también lo es que en los últimos trimestres el crecimiento del país se ha ralentizado. Además, las exportaciones de China se han reducido, al igual que las importaciones del país asiático, entre otras causas porque tienen que luchar contra la depreciación del yuan. Una de las consecuencias inmediatas de los problemas chinos que estallaron el pasado agosto ha sido la depreciación de materias primas, hecho que afecta a los grandes países exportadores, como Brasil y Rusia.

A pesar de estos síntomas recientes, en los últimos años la fe en China ha sido inquebrantable. En 2010, el Nobel de Economía Robert Fogel publicaba un artículo en que aseguraba que hasta 2040 el crecimiento económico del país sería del 8% de media anual, con un PIB el doble que el europeo y similar al de Estados Unidos.

Pero el profesor Hodgson y otros expertos como Dani Rodrick no comparten tal aseveración. Entre otras razones porque los grandes cambios estructurales en una economía provocan, o pueden provocar, una gran desaceleración. Y China los ha vivido entre 1990 y 2010.

Un cambio demográfico «dramático»

Hodgson, de hecho, ve seis razones por las que duda de que la economía china consiga las mismas cuotas de crecimiento en las tres o cuatro próximas décadas que las registradas en las dos anteriores. En primer lugar porque «China experimentará un cambio demográfico adverso en los próximos años.» ¿Por qué? Por la relajación de la «política del hijo único», tras su aplicación durante tres décadas seguidas. 

Si a ello sumamos el descenso de la mortalidad infantil y al aumento de la esperanza de vida, el resultado, según Hodgson, es que en los próximos años los adultos en edad de trabajar deberán sostener a un gran número de ancianos y niños. «El incremento será dramático», asegura el profesor de Hertfordshire.
El bajo PIB, la falta de democracia, la falta de transparencia y apertura, los problemas con los derechos y la propiedad de la tierra y la falta de talento son factores que también incidirán negativamente en el crecimiento económico de la China, asegura.

Déficit democrático

En efecto, el PIB per cápita chino está todavía muy por debajo del de Estados Unidos y otros países desarrollados. En 2014 fue tan sólo del 24% en comparación con el norteamericano. En el siglo XX, sólo cinco países con cotas tan bajas, en términos comparativos, alcanzó el 60% o más en relación al establecido como de referencia, el de los Estados Unidos. Fueron Japón, Taiwan, Corea del Sur, Singapur y Hong-Kong.

La falta de democracia es endémica. Durante la visita de Estado de Xi Jinping al Reino Unido la prensa británica ha comentado de forma generosa cómo Downing Street ha ocultado –bajo la alfombra roja con que lo ha recibido– la agenda de los valores de libertad. Y aunque en términos puramente económicos puede ser beneficiosa la ayuda al desarollo de gobiernos autocráticos en las etapas inferiores de crecimiento («en particular mediante la promoción de la industria básica y la infraestructura», comenta Hodgson), existen «pruebas sólidas de que de que las instituciones democráticas son mucho más adecuadas para mayores niveles de desarrollo«, afirma este catedrático.

La falta de transparencia es otro hándicap para la economía china, que debería desenvolverse en un ambiente en que «los sistemas jurídicos desarrollasen una autonomía significativa en relación con la élite política», hecho que no sucede en el régimen de Pekín.

La población rural, indefensa

Los problemas con los derechos de tierra y la propiedad son igualmente alarmantes, vinculados a menudo con problemas de corrupción y falta de transparencia. La población china se clasifica dualmente, según sea urbana o rural. Los residentes urbanos tienen mejores servicios de educación y salud.

Por otra parte, muchos solicitantes de registro rurales adquieren derechos sobre usos de la tierra. Pero a menudo son anulados tras los sobornos que reciben los funcionarios locales del partido de manos de especuladores, que compran la tierra con fines de lucro. De alguna forma, la mitad de la población del país se encuentra indefensa frente a estos abusos, sostiene Hodgson.

La falta de talento puede ser otra causa de frenazo económico. De las diez mejores empresas establecidas en China que exportan alta tecnología, nueve son extranjeras, dato que no debería sorprender porque hasta 2007 la constitución china no reconoció el derecho a la propiedad, incluso a la propiedad intelectual.

La revolución acelerada de China

Los defensores de la visita y el tratamiento que el presidente chino ha recibido en Reino Unido sostienen que el proceso de adaptación de China a los valores democráticos será lento pero progresivo, en especial si Occidente continúa implicándose a fondo en cuanto a las relaciones comerciales. Al fin y al cabo, y como resumió el speaker de la cámara de los Comunes, John Bercow, en la introducción que hizo de Xi Pinjing antes de que éste se dirigiera a los diputados de Westminster, «China ha hecho una revolución industrial en veinte años, cuando nosotros la hicimos en dos siglos». Y en esos dos siglos, los valores democráticos fueron ganados a pulso por las clases populares y medias, no regalados desde el primer dia.

Pero es innegable, al menos en opinión de Hodgson, que cuando un país entra «en niveles intermedios de desarrollo económico, éste se adapta mal a la continuación de un Estado de un único partido». China puede tener éxito, asegura, pero «sólo a través de la reforma masiva y potencialmente desestabilizadora de sus instituciones políticas y económicas». 

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