Las cajas afrontaron la fusión con la mitad de sus empresas en pérdidas

El quebranto de las filiales inmobiliarias de Caixa Galicia y Caixanova los dos años previos a la integración condicionó la operación

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Por mucho que el ex conselleiro José Ramón Fernández Antonio (bipartito, entre 2005 y 2009) defendiera ayer en el Parlamento que nadie alertó de la situación de las cajas en los años previos a la fusión –aludió explícitamente al 2008–, y por mucho que se justifiquen José Luis Méndez y Julio Fernández Gayoso en sus comparecencias en la comisión que investiga las cajas, sus discursos se vuelven en su contra con solo repasar la situación en la que afrontaron ambas entidades la fusión. Incluso en los años inmediatamente anteriores. Supone todo un baño de realidad repasar los balances y las cuentas de resultados de Caixa Galicia y Caixanova en aquellos años.

Un dato se presenta como demoledor: los balances de filiales y empresas participadas por Caixa Galicia y Caixanova, correspondientes en su mayoría al cierre del 2008, año al que alude el ex conselleiro, presentaban ya un denominador común. Y no era otro que cuatro de cada 10 empresas en las que tenían intereses ambas entidades y cuya actividad consolida de una u otra forma en la cuenta de resultados de las dos cajas estaban en pérdidas.

Números rojos

De un total de 159 sociedades participadas por las dos cajas cuya fusión promovió la Xunta, 65 tuvieron resultados negativos al cierre de 2008, incorporados a los balances de Caixa Galicia y Caixanova en lo que se entiende como grupo consolidado. El detalle de las participaciones de Caixa Galicia, en el que también figura su corporación industrial (como tal declaró unos beneficios de 259 millones en dicho año), arrojaba que, de un total de 74 empresas, una treintena estaban en pérdidas. En el caso de la caja del sur, de 85 sociedades, 35 tenían resultados negativos.

La evolución de las participadas por las cajas gallegas en el primer año de la crisis, cuando todavía no golpeaba con más dureza, vino a ser uno de los muchos elementos que integraron el análisis realizado por los auditores de KPMG en el informe —due diligence en la jerga técnica– encargado por la Xunta para conocer realmente si existían «pasivos contingentes» en sus balances y acreditar la solvencia

Los casos

Una promotora denominada Vilasot, controlada por Caixa Galicia en algo más de un 94%, perdía 22 millones de euros al año. Otra filial, la inmobiliaria granadina Comarexur, tenía unos números rojos de casi tres millones. Como tal, la sociedad limitada CXG Grupo Inmobiliario, que entonces aglutinaba este tipo de activos de la entidad de ahorro coruñesa, presentaba unos resultados negativos de 45 millones de euros.

Inversiones Prethor, sociedad de cartera que formaba grupo con Caixanova, perdía al año 5,6 millones. Y Geriatros SA, que gestionaba geriátricos y estaba controlada en su totalidad por la caja viguesa, arrojó unos números rojos de 1,3 millones, por 4,5 millones de resultados negativos de Participaciones Agrupadas, otra sociedad que consolidaba en la cuenta de resultados de la caja viguesa.

Lo peor llega en 2009

La crisis no hizo otra cosa que empeorarlo todo. Y 2009, el año previo a la fusión, fue un descalabro total. CXG Grupo Inmobiliario Corporación Caixa Galicia presentó ese año unos números rojos de 47 millones de euros, lo que supuso un aumento en dos millones respecto a 2008. Adapa Conducto, también de gestión inmobiliaria controlada por la caja coruñesa, perdía 55 millones. En total, 102 millones. En el caso de Caixanova, 13 de las 22 empresas que poseía dedicadas al negocio inmobiliario declararon pérdidas en 2009. Las más importantes se concentraron en Proinova, una sociedad pensada para promover y comercializar inmuebles que ha multiplicado por 10 sus números rojos en un año.

En muchos casos, los impagos de promotores obligaron a cajas y bancos a asumir la propiedad de determinados activos inmobiliarios, para proceder luego a su gestión y venta directa, y ello explica en parte estos nefastos resultados.

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