La banca ya tiene otro incendio que apagar

Las sentencias contra la falta de regulación de las horas extra de los empleados en entidades financieras comienzan a acumularse en la Audiencia Nacional. El sector da por hecho que habrá que idear un sistema de control pactado con los sindicatos

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La banca española ha encadenado en los últimos años un conflicto tras otro. Cuando el sector todavía no ha digerido el varapalo de las cláusulas suelo, un nuevo problema aparece en el horizonte. Se trata del control y la regulación de las horas extra realizadas por sus empleados, una vieja demanda sindical que en los últimos meses ha encontrado respaldo en la judicatura.

En pleno proceso de transformación estructural –con internet y los nuevos servicios demandados por el cliente como factores clave–, el sector deberá encontrar más pronto que tarde una manera de contabilizar el tiempo que los trabajadores dedican a la empresa. Incluidas las horas que sobrepasen el horario pactado.

Sentencias gemelas

Así lo estableció en diciembre la Audiencia Nacional, en la resolución de un conflicto entre Bankia y los sindicatos de la antigua caja, que no dieron por bueno el modelo propuesto por la dirección de la compañía. Este pasaba por un formulario voluntario que podían rellenar los empleados en cada centro de trabajo.

El tribunal dictó entonces que la entidad presidida por José Ignacio Goirigolzarri había de establecer «un sistema de registro de la jornada diaria efectiva de la plantilla». Exactamente la misma consideración –la jueza citó en cursiva la anterior sentencia– que, dos meses después, la propia Audiencia hizo a la gallega Abanca.

Negociaciones en curso

La semana pasada le tocó el turno al Banc Sabadell, cuyo juicio será resuelto previsiblemente en los próximos días. Mientras, Santander, BBVA y Banco Popular han abierto actos de conciliación con los sindicatos que deberían acabar en diferentes acuerdos, como muy tarde tras el verano.

Según reconocen los diferentes actores del conflicto, lo que ahora está en discusión, más que la existencia de este mecanismo de control –aun así, algunas de estas sentencias todavía podrían ser llevadas al Supremo–, es su naturaleza. Más si se tiene en cuenta la multiplicidad de servicios que ofrecen unas y otras entidades y, por tanto, la diversidad de perfiles laborales que existen dentro de estas empresas.

Un modelo en disputa

Con todo, desde los sindicatos piden a las compañías que huyan de las excusas, argumentando que las entidades citadas cuentan con recursos suficientes para llevar a cabo este control. Juan José Giner, secretario general del sector financiero de CCOO, añade varios adjetivos al modelo que buscan implantar.

«El sistema ha de ser informático y obligatorio», señala. También de periodicidad mensual, lo que permitiría a la empresa abonar en la nómina las horas extraordinarias computadas por cada empleado, asegura Giner. Finalmente, la cuestión de qué hacer con esa información también está en disputa.

Desde CCOO exigen que se facilite al trabajador la totalidad de las horas trabajadas a lo largo del mes. Mientras que los sindicatos podrían acceder sólo a la dedicación extra por empleado, con el fin de controlar que éstas se reflejan en las retribuciones, apuntan.

Fuentes bancarias, por su parte, aun mostrando voluntad de negociación en torno a este sistema, aluden a la gran dificultad que implica controlar el tiempo de trabajo de ciertos puestos. Y citan el caso de los gestores comerciales o técnicos financieros.

El ajuste que viene

Lo que todavía se desconoce es cómo este tipo de regulación –y sus consiguientes costes para los bancos—podría encajar en el masivo ajuste de plantilla que, según el propio sector, las entidades deberán afrontar en los próximos años. Funcas (Fundación de las Cajas de Ahorros) estimó en 3.000 oficinas y 14.688 empleados el recorte que hasta 2019 deberá asumir el ecosistema financiero español.

En una línea parecida se ha expresado en diversas ocasiones Mario Draghi, presidente del Banco Central Europeo, al promover en Europa, por ahora de boquilla, fusiones bancarias transfronterizas que podrían suponer todo un terremoto laboral en nuestro país.

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