La ansiedad de Rajoy: ¿España puede ‘pasar’ de China y los emergentes?

Los expertos recuerdan que hay amenazas en el horizonte y que es falso que el crecimiento se pueda mantener sin tener en cuenta una economía globalizada

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La potencia de crecimiento de China se frena, Brasil ha entrado en recesión con un descenso del 1,9% de su PIB en el segundo trimestre del año, Estados Unidos ya no tiene claro que deba dejar atrás su prolongada etapa de tipos de interés bajos, el descenso del precio del petróleo denota una menor demanda mundial, y ya no es coyuntural… Pero el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, asegura que no hay que temer nada, que España puede orillar esos peligros. ¿Acierta, o es el mensaje de un político que quiere ganar las elecciones?

El economista y experto en el comportamiento de los mercados, Juan Ignacio Crespo, no tiene dudas. «No hay ningún político que no difunda un mensaje optimista antes de las elecciones», asegura.

Pero con su voz pausada, relajado, como aquel que sabe que las cosas caminan siempre en una dirección y difícilmente podremos cambiar el rumbo con actos voluntaristas, Crespo recuerda algunos datos: «España crece, y tiene a favor, en estos momentos, el descenso del petróleo, esencial para un país que depende tanto de la energía, pero debe concluir el próximo año un ajuste para cumplir con el déficit exigido de 30.000 millones de euros, entre 2015 y 2016».

Emergentes, fuera de control

La gran preocupación de Crespo es que los países emergentes «están en una situación fuera de control», y que, pese a acumular divisas en los últimos años, deberán afrontar una dura realidad, y es el parón en el modelo de crecimiento. Brasil acaba de entrar en recesión, y forma parte de un grupo de países, los emergentes, que acumulan una deuda de10 billones de dólares, que deberán devolver «con monedas devaluadas», teniendo en cuenta que de ese total, 7,5 billones están suscritos directamente en dólares.

En el caso de China, sus autoridades deben hacer frente a tres burbujas: la de la bolsa, que han alimentado en los últimos años; la inmobiliaria y la crediticia. «Hay quien olvida que China evitó la recesión, que vivió el resto de las economías mundiales a partir de 2007-2008, pero multiplicó su deuda por cuatro, mayor a la de Estados Unidos».

Un informe de The Economist, además, recuerda en los últimos meses que China deberá afrontar la pérdida del 20% de su población activa, por el envejecimiento, de aquí a 2050 y que eso supondrá un cambio en profundidad de su modelo productivo.

Alemania, el cruce de relaciones comerciales 

Es decir, los emergentes no seguirán creciendo y consumiendo materias primas, no exportarán tanto, ni importarán para facilitar esas exportaciones. Y ahí se resienten países como Alemania, el único en el mundo con capacidad hasta ahora de luchar cara a cara con China, porque le vende productos de alto valor añadido.

Para ello, Alemania compra productos de otros países, que reelabora en las fábricas alemanas. Y entre ellos está España. «La relación comercial entre todos los países es compleja y variada, y, por tanto, todo acaba repercutiendo a todo el mundo», señala Crespo. 

España, viento en popa

Rajoy no se mueve. Los datos no son malos. La economía registró un crecimiento intertrimestral del PIB del 1% en el segundo trimestre, con lo que, anualizado, se podría hablar de un crecimiento del 4%, en niveles de antes de la crisis. Es ahora el consumo y la inversión en bienes de equipo lo que tira del carro, a pesar de que, en el aspecto menos decoroso, hay que señalar el cambio profundo en la estructura laboral, con contratos de menos de tres meses, y de sólo un mes, que se van entrelazando. 

El economista Josep Oliver mantiene la línea de precaución de Crespo. Considera que Rajoy no puede obviar lo que ocurre en el mundo, como se ha comprobado en las últimas semanas, con el descenso en las bolsas mundiales: «España no está aislada del mundo, no puede dejar de lado la inestabilidad financiera, las devaluaciones de moneda para competir, el descenso del precio de las materias primas o lo que decida o no la Reserva Federal de Estados Unidos».

Oliver recuerda que los problemas de España «son de fondo», y que el Gobierno de Rajoy promete ahora nuevas rebajas fiscales, que pueden ser contraproducentes. Lo mejor para España es que el BCE mantiene su política expansiva, y deja a todos los países de la zona euro, a juicio de Oliver, como si estuvieran «encapsulados», si sufrir los efectos reales. Por ahora. Porque nada es eterno.

Optimismo empresarial

Los empresarios mantienen el optimismo de Rajoy. Uno de los más punteros, en el sector turístico, Amancio López, de Hotusa, recuerda que el esfuerzo en los últimos años ha sido enorme y que, si se mantiene la línea basada en la internacionalización, el futuro del país puede ser mejor en el próximo lustro. Joaquim Gay de Montella, el presidente de Fomento, también señala que el crecimiento es real, aunque cree que «podría ser más sólido, como se pensaba en los últimos meses».

Un economista que sigue esa línea es Gonzalo Bernardos, lo que demuestra que todo depende de los factores que se consideren más importantes, y que no hay un gran consenso sobre lo que pueda ocurrir en la última parte del año y a lo largo de 2016.

«Para España, el bajo precio del petróleo es esencial, porque se abaratan las importaciones; también es positivo que se mantenga la actual etapa de desinflación, con tipos de interés que serán bajos hasta finales de 2017, como mínimo». La relación de factores, entre ellos que los inversores «acabarán en Estados Unidos o en Europa, de una forma clara, dejando los países emergentes», lleva a Bernardos a considerar que quien gobierne España a partir de 2016 «tendrá mucha suerte», porque se avecina una etapa larga de crecimiento.

Un fallo de estructura global

Todo lo apuntado son matices, variaciones a partir de lo que ocurre en una economía globalizada, aunque con dos posiciones bien definidas.

Para el economista Santiago Niño Becerra, todo son apuntes de un problema mayor, y es que es el propio sistema el que ha entrado en una crisis que sólo se podrá abordar con medidas drásticas. «Seguimos en el centro de una crisis sistémica, lo que significa que el modelo que estuvimos utilizando desde los años 50 acabó colapsado, se agotó, y se manifestó en 2007, con un crash en 2010, que se equipara al de 1929», afirma.

¿Medidas? «Una de las primeras debería ser las quitas de deuda, las que el mundo se debe a sí mismo, que es una cantidad absurda que ronda los 200 billones de dólares». Ligada a esa reestructuración, «se debe reconstruir el sistema financiero del planeta». Y, como complemento a todo ello, o como medida paliativa, «instaurar una renta básica mundial».

Rajoy, por ahora, quiere ganar las elecciones, como incide Juan Ignacio Crespo. ¿Y en 2016? Ya se verá.

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