¿Existe el laureado sector de la animación gallega?

Ilustradores denuncian el “absoluto declive” de la industria a pesar de los numerosos premios cosechados

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Tras la gala de los premios Goya de este año, en la que fueron galardonadas las películas de animación Arrugas y Bird Boy, el dibujante coruñés Alberto Vázquez manifestó poco después de recoger el premio: “¿Sector?, ¿Qué sector? Yo no pertenezco a ningún sector de animación”.

Las declaraciones, recogidas por la edición gallega del diario El Pais, alertaron sobre las contradicciones de la animación gallega, reconocida en el estado como marca de calidad y talento, pero con importantes carencias en su implantación y desarrollo. Esta semana, durante el Encontro Galego de Ilustración –organizado por la Asociación Galega de Profesionais da Ilustración (AGPI)– el dibujante David Rubín insistió en la misma idea, «vivimos en unos tiempos de declive absoluto de la industria de animación gallega», y reconoció su «satisfacción» por «haber dejado ese rol profesional de lado» para dedicarse por completo «al cómic».

Y es que a pesar de contar con una amplia nómina de talentosos dibujantes y una buena cosecha de premios estatales e internacionales, el sector sigue sin tener una sólida estructura para la formación en Galicia y ha perdido en los últimos años a dos de sus máximos exponentes empresariales, Filmax y Dygra.

“Pérdidas históricas”

En el “declive” de la industria de la animación ocupan un lugar privilegiado Dygra y Filmax, que no pudieron resistir el empuje de la crisis económica y supusieron “pérdidas históricas” para un sector que ayudaron a construir de manera decisiva.

La disolución de Dygra en 2011 devolvió a la memoria hitos fundamentales en la animación gallega como El Bosque Animado o El sueño de una noche de San Juan, ambas premiadas con un Goya en 2002 y 2006. La primera resultó decisiva para comenzar a hablar de una marca gallega de animación y de un sector incipiente cargado de futuro. Algo similar se podría decir de Filmax, que viene de superar un concurso de acreedores este mismo año. En su estructura en Galicia están integradas Castelao Productions y Bren Entertaiment. Registrada en su catálogo de películas está otra de las pioneras en la obtención de reconocimientos para la animación gallega, Goomer, Goya en el año 2.000.

Bajo el paraguas de la industria pesada, zarandeada por las pérdidas, quedan productoras de menores dimensiones que sortean con dificultades los números rojos, como Perro Verde (Goya por Arrugas), Abano Producións (La tropa de trapo) u Otiiplanet Group.

Apoyo institucional

El reconocimiento de la animación gallega afectó positivamente al apoyo en forma de ayudas públicas otorgado al sector, sobre todo, tras los éxitos cosechados por Filmax y Dygra. Sin embargo, los ajustes en las cuentas del Gobierno gallego a causa de la situación económica han vuelto a rebajar las cifras para las producciones audiovisuales.

Éxitos que vienen

En medio de las contradicciones, la animación gallega sigue produciendo notables ejemplos de su talento. La serie Rascayú, de la coruñesa Otiiplanet Group recogió excelentes críticas en el ‘Cartoon Forum’ de Tolouse el pasado septiembre. Apoyada por el Clúster Audiovisual Galego y el Igape, su éxito internacional ha despertado el interés de inversores europeos.

Mientras, estos días se presenta O Apóstolo, del director compostelano Fernando Cortizo. Artefacto Producciones contó con una subvención de 321.000 euros de la Xunta –distribuidos en cuatro anualidades desde 2008– y pudo completar su financiación gracias al crowdfunding, con aportaciones de 600 personas.

Con un presupuesto total de 5,2 millones de euros construyeron el primer largometraje de animación del Estado realizado con la técnica ‘stop-motion’.

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