El vampirismo de Merkel con la Europa débil es ya una verdad científica

Los técnicos del BCE demuestran que los alemanes incrementaron su riqueza individual en 33.000 euros, mientras los españoles perdieron 13.000 por los planes de austeridad y rescate impulsados desde Alemania

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El Banco Central Europeo (BCE) de Mario Draghi calculó, al fin, el impacto de la respuesta europea a la crisis económica de doble ciclo que se activó en 2008. La líder que dictó cómo resolver la situación es la canciller Angela Merkel. La palabra clave es, aún, «austeridad». El regulador con sede en Fráncfort demuestra que sus decisiones y las artes para imponerlas al resto de socios de la eurozona beneficiaron a la economía germana.

La progresión caló, además, en el bolsillo de los alemanes. Según el banco central, la riqueza individual (per cápita) creció en 33.000 euros de media en un lustro. Es como si el resto de Europa hubiera regalado un coche –Volkswagen o no— a cada uno. Sólo otro país experimentó una situación similar. Holanda mejoró en 19.000 euros los recursos medios de sus nacionales.

La explicación de los técnicos tiene como protagonista una vieja enemiga de las economías que forman la Europa débil: la prima de riesgo. La presión de los mercados de deuda favoreció la competitividad alemana. Mientras, por ejemplo, España asistía a un diferencial de 630 puntos, Alemania accedía al mercado de crédito gratis e incluso cobraba por las emisiones de corto vencimiento.

Inversiones que caen a plomo

La prima de riesgo afecta a las empresas que pueden crecer con menos dinero, lanzar nuevos productos, venderlos y mejorar, en última instancia, las condiciones laborales de los profesionales. Dicho de otro modo, el tejido industrial y de servicios alemán se fortaleció en este contexto mientras el español cayó en barrena. En contraste con Alemania y Holanda, el BCE señala la situación de Irlanda y Grecia, además de la española.

Los expertos descubrieron que entre 2009 y 2013 –los años más duros— los irlandeses perdieron 18.000 euros por persona. Numeralmente, serían los más perjudicados. Ni siquiera otro país rescatado, Grecia, habría sufrido tanto. La contracción de la riqueza helena provocó pérdidas de 17.000 euros por ciudadano. Los españoles se dejaron 13.000 euros. Al contrario de lo que sucedió en los países favorecidos, las inversiones financieras cayeron a plomo.

Sistema de transferencias

Los datos que reflejan el panorama previo a los primeros «brotes», como diría la ex vicepresidenta Elena Salgado (PSOE), de recuperación en España e Irlanda revelan las importantes diferencias que existen entre los países de la eurozona, que se extiende desde Helsinki en el norte hasta Atenas en el sur.

El BCE reconoce las diferencias. Sin embargo, su capacidad es limitada a la hora de remediarlas. El plan de inyección masiva de dinero de Draghi en la economía (también conocido como QE, por sus siglas en inglés) se distribuye entre los socios de la eurozona según su tamaño relativo, en vez de tener en cuenta las necesidades económicas de cada uno, aclaran fuentes del Banco de España.

Expolio fiscal a la europea

Para corregir los desequilibrios entre Estados con una industria fuerte como Alemania y países como España, los expertos abogan desde hace tiempo por un sistema de transferencias de los países ricos hacia los pobres. El sistema que defienden los economistas del BCE es similar a los flujos autonómicos que rigen en España y que, en su esencia, el nacionalismo catalán identifica con el «expolio fiscal».

Merkel se muestra temerosa de que esta solución aplicada en la eurozona acarree costes inasumibles. Cree que las ayudas a países derrochadores podría desalentarlos de llevar a cabo reformas y sus técnicos de enlace con el BCE han rechazado rotundamente la recomendación, aunque es consciente de que enquistará una Europa de dos velocidades.

Mejora gradual

El regulador europeo también dedica en su informe un capítulo que recoge datos económicos hasta el inicio de 2015. Muestra que la situación de los países débiles podría mejorar gradualmente.

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