El mercado ya señala la próxima absorción de Bankinter

El Popular es el competidor mejor situado para acometer la operación por la presión de incrementar la rentabilidad y las compatibilidades entre ambos grupos; los expertos remarcan que aún hay demasiados bancos

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Bankinter dejará de caminar en solitario dentro de pocos meses. El sector señala que será una de las entidades absorbida debido a su tamaño (unos 120.000 millones en balance), un núcleo duro de accionistas sensible a las operaciones corporativas y a su negocio especializado. Los activos del grupo que dirige –»muy eficazmente», coinciden varios competidores—, María Dolores Dancausa retratan nichos de clientes altamente fidelizados y rentables; escorados en el segmento pyme e inversor. Además, posee intereses en el campo asegurador, íntimamente ligado a la banca, a través de Línea Directa.

El desempeño de Bankinter durante la crisis no ha pasado desapercibido para los observadores del mercado. «Cada trimestre se está poniendo en valor», señala un alto directivo del sector, que pidió no ser citado. Los últimos resultados del grupo naranja arrojan una expansión del beneficio equivalente al 31,6% gracias a la mejora de los márgenes. Por ahora, los menores costes de financiación dopan, entre enero y junio, esta línea de la cuenta. La cúpula de Bankinter apuesta por su independencia, aseguran portavoces extraoficiales. Prueba de ello, aseguran, son las negocaciones con Barclays para tomar su negocio minorista portugués.

El Popular busca pareja

La foto fija es propicia a una próxima relación. Y el pretendiente a priori mejor situado es el Popular de Ángel Ron, aunque deberá lidiar con los grandes. El sector espera que protagonice operaciones en el medio plazo. Se trata del actor más necesitado: o compra o será comprado –Caixabank lo observa de cerca—. Con unos 170.000 millones en balance precisa crecer en el medio plazo para mejorar su rendimiento (actualmente por debajo del 3%) y ganar fortaleza para terminar la digestión de los 27.000 millones de euros en exposición inmobiliaria problemática.

El Popular reconoce que estudia diferentes opciones en Estados Unidos, América Latina y… España. Debería tomar una decisión pronto. El tempo lo marcará el encarecimiento del coste de financiación. En general toda la banca –no sólo Bankinter ni el Popular— apalanca su resultado en los ahorros que genera el actual escenario de tipos de interés bajos. Analistas Financieros Internacionales estima que el alivio alcanzará los 5.000 millones este año. Cuando el balón de oxígeno desaparezca, la fecha de la posible boda debería estar concertada. La línea roja temporal se proyecta hacia el segundo trimestre de 2016.

Además de Bankinter, Ibercaja, BMN o Liberbank serían sujetos de adquisiciones para el Popular. Estas entidades, sin embargo, adolecen de un gobierno corporativo aún politizado y de la sospecha de que los activos problemáticos tienen todavía que emerger. La realidad no sólo repele a Ron, también a los grandes banqueros: «Isidro Fainé, Francisco González o Ana Botín hubieran movido ficha ya si no existieran estos recelos», aseguran las fuentes consultadas. Y es que el Popular no es el único para quien corre el reloj.

Se acaba la banca tradicional

«El negocio bancario tradicional está muerto», asegura el profesor de Economía de la Universidad de Alcalá (Madrid), José Carlos Díez. Si se toma como referencia 2008, el rendimiento de la actividad ha pasado del 20% al 6,5%. La morosidad persiste. La media se contrae (actualmente, en el 11,4%) pero no retrocede con la misma velocidad que se ha desplomado el nivel de crédito. En los últimos siete años, el sistema ha dejado de inyectar 600.000 millones a la economía productiva.

En el último trienio los bancos «han hecho negocio con la deuda pública, pero esta veta también se ha agotado: los vencimientos cortos rinden poco y los largos plazos suponen demasiado riesgo», remacha Díaz. Hay otros factores más prosaicos. La proliferación de las nuevas tecnologías ataca directamente a una red de sucursales hipertrofiada. El Banco de España anota con insistencia que la «obligación» de optimizar costes y maximizar ingresos sólo se puede atacar ya con operaciones de concentración. La temporada de bodas y banquetes bancarios está, pues, abierta.

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