El MARCO cierra los presupuestos de 2013 sin partida asignada de la Xunta

El museo contará con 750.000 euros, un 65% menos que hace diez años

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Entre los centros de arte contemporáneo del Estado, el MARCO siempre se ha situado en los últimos puestos en cuanto a presupuesto. A pesar de ello, su operatividad ha sido incuestionable. En el quinto aniversario del museo, en el año 2007, se estableció el acceso gratuito a las exposiciones, medida que sirvió para duplicar el número de visitantes. Ese mismo año, el MARCO preparó 34 horas de programación continua para celebrar su año cinco de existencia. Atrajo a más de diez mil visitantes en apenas día y medio.

Desde entonces, pocos dudan de la buena relación entre ciudadanos e institución. Sin embargo, el décimo aniversario del centro ha estado marcado por la drástica reducción de presupuesto, más que por las celebraciones. Esta semana, el patronato de la Fundación MARCO informó de los fondos de la entidad para 2013. El Ayuntamiento de Vigo aportará 605.000 euros, el Ministerio de Cultura 50.000 y, en cuanto a ingresos propios, el centro estima que recaudará 93.666 euros. El otro miembro del patronato, la Xunta de Galicia, todavía no ha asignado todavía ninguna partida para el próximo ejercicio. El presupuesto total se acerca a los 750.000 euros, casi un 65% menos que hace una década. En el año 2003, el MARCO planificó su programación con unos fondos próximos a los 200.000 euros.

El recorte se había anunciado hace tiempo, provocando multitud de muestras de apoyo a la entidad de parte de colectivos vinculados al arte e instituciones. Incluso un grupo de profesionales constituyó la Plataforma Ciudadano de Apoyo al MARCO, a la que se adhirieron más de 400 personas. El colectivo piensa que en los niveles presupuestarios actuales, el centro está condenado al cierre.

Deuda de 300.000 euros

La situación del museo ha vuelto recientemente al debate político. La viceportavoz del Grupo Parlamentario Alternativa Galega de Esquerda (AGE), Yolanda Díaz, ha instado a la Xunta a pagar «la deuda de 300.000 euros» que asegura que tiene con el centro.

Lo ha demandado en una serie de medidas registradas en la cámara gallega orientadas a garantizar la financiación del museo, ya que , afirma, la «progresiva asfixia económica amenaza la continuidad de un proyecto cultural renovador y necesario».

No fue la única fuerza política que pidió a la Xunta más apoyo para el centro. La diputada del BNG, Carme Adán, instó al Ejecutivo gallego a negociar con la dirección del MARCO para llegar a un acuerdo de financiación que asegure su continuidad. Comparó la falta de apoyo al museo vigués con las partidas económicas destinadas al Gaiás.

Sobrevivir

Y entre tanto debate sobre el futuro del centro, en la dirección –capitaneada por Iñaki Martínez Antelo– prefieren mirar hacia delante. Para el próximo curso, tienen previstas dos exposiciones en las salas de la planta baja y tres exposiciones en la primera planta. Ninguna voz insiste en el dramático recorte. Prefieren adaptarse y seguir funcionando.

La institución se constituyó en el antiguo edificio de la cárcel y los juzgados de Vigo, en plena zona comercial de la ciudad. A su nacimiento asistió también la extinta Caixanova, que constituyó el primer patronato junto a la Xunta y el Concello de Vigo. En 2006, el Ministerio de Cultura substituyó a la caja en las reuniones y en el apoyo financiero.

De Citroen a la realidad virtual

En las cifras actuales, resulta extraño pensar que el MARCO aspiró no hace mucho a tener una colección de arte propia y que negoció una cesión de la colección de la fundación portuguesa Ellipse por cinco años. En ese momento, el museo vigués aspiraba a convertirse en una referencia dentro del paisaje de centros estatal.

Luego vino la crisis y los recortes, pero el MARCO ya estaba acostumbrado a moverse con habilidad en márgenes estrechos. En sus salas ha estado representado PSA Peugeot Citroen, a través de una exposición de Suso Fandiño que incrustaba modelos basados en la marca en las paredes del espacio anexo. También ha sido capaz el centro de repensar su propio espacio, la antigua prisión, rellenando su interior con globos que apenas permitían desplazarse a los visitantes. Este diálogo con la ciudad y el intento de repensarla ha estado históricamente presente en la programación del centro, mermada para el próximo año en presupuesto, pero no en creatividad.

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