Economistas opuestos: «Nunca más hay que repetir en España la situación de 2007»

Juan Torres, Emilio Ontiveros y Daniel Lacalle, desde escuelas económicas distintas, apuestan por el diálogo con recetas compartidas, que pasan por aumentar la demanda interna

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España vive una gran convulsión política. La batalla por ganar las elecciones no permite ahora una apuesta por el matiz, por el acuerdo. Eso llegará tras el 20 de diciembre, cuando se necesiten los pactos para garantizar la gobernabilidad del país.

Pero algunos economistas, incluso los que parten desde posiciones distantes, han llegado a establecer algunas recetas necesarias, en una defensa a ultranza del diálogo, del acercamiento para tratar de que España supere sus deficiencias estructurales, más allá de la bronca continua. Juan Torres, Emilio Ontiveros y Daniel Lacalle han hecho ese esfuerzo, con una premisa clara: «Nunca más España debe repetir la situación de 2007».

Una situación que parte de 1992

La frase es de Ontiveros, catedrático de Economía de la Empresa en la Universidad Autónoma de Madrid, y fundador y presidente de Analistas Financieros Internacionales (AFI), pero la comparten los otros dos coautores del libro Hablando se entiende la gente, una iniciativa de Deusto, con el objeto de esclarecer si los economistas son capaces de trazar un camino compartido.

«Se puede establecer un cierto paralelismo entre la situación de España en 2007 y en 1992-1993, porque se repitieron esquemas parecidos, con un patrón de crecimiento que deberíamos variar lo antes posible», asegura Ontiveros en una entrevista junto a Juan Torres con Economía Digital

Pérdida de productividad

Emilio Ontiveros entra en el problema crucial: «Desde hace décadas, en la composición del crecimiento ha dominado mucho más la acumulación de factores que la mejora de su coordinación, la productividad. En los años de la fase expansiva fue el empleo, el de los españoles e inmigrantes, el que nutria el crecimiento, y en mucha menor medida la intensidad tecnológica de la producción. Producíamos más, pero no lo hacíamos mejor. La productividad conjunta y en concreto la productividad total de los factores ha estado ausente de nuestro patrón de crecimiento al contrario de lo que ocurría en la mayoría de las economías de nuestro entorno, con las que competimos».

Ontiveros defiende tesis socialdemócratas, cercanas a las que apoya el PSOE. Torres se escora más a la izquierda, y por ello Podemos le encargó, junto a Vicenç Navarro, un programa económico que, después, no ha prosperado. Lacalle se inclina hacia un liberalismo casi libertario, y por ello Esperanza Aguirre le sondeó para que fuera en las listas del PP en Madrid, aunque Lacalle lo desestimó, porque reside en Londres, donde trabaja como gestor de fondos. Los tres, sin embargo, comparten, con matices, el diagnóstico, y ofrecen respuestas comunes:

Mejorar las instituciones

El problema mayor de España, que los tres economistas definen, es que es urgente mejorar el funcionamiento de las instituciones. No es una casualidad que en la bibliografía que recomiendan, los tres coincidan en el libro Por qué fracasan los países, de Acemoglu y Robinson (Deusto, 2012), que abunda en esa cuestión y que se ha convertido en una auténtica biblia de los decisores públicos mundiales.

Pero a ello se unen otros factores: «se necesita más competencia en más sectores y actividades económicas, se necesita que las finanzas deben apoyar y reforzar la actividad productiva, que debe aumentar la masa salarial para que no se venga abajo la demanda interna, que hay que ampliar y mejorar la evaluación de todos nuestros gastos, que hay que salvar y fomentar la educación y la formación, que la innovación es imprescindible y la dependencia empresarial de las decisiones públicas es una rémora».

Las alarmas que sí se encendieron

En cada una de esas peticiones existe un acento diferente, el que aportan Torres, Ontiveros y Lacalle. Torres, catedrático de Economía Aplicada en la Universidad de Sevilla, incide en que «la economía española ha vivido muy pendiente de una lógica financiera que ha sido muy perjudicial», y difiere de Ontiveros, al señalar que «las alarmas sí saltaron en su momento, cuando los reguladores o el Banco de España señalaban que existía una burbuja inmobiliaria, con activos sobrevaluados que había que corregir, pero no se hizo nada».

Para Ontiveros, es cierto que sí hubo algunas señales, pero entiende que fueron insuficientes, y que ahora habría que reforzar todos esos organismos reguladores para que no vuelva a suceder algo parecido.

Factores externos que explican el crecimiento

Ontiveros insiste en que ahora, cuando el Gobierno indica que España ha dejado atrás la crisis y que ya se ha iniciado una senda de crecimiento, hay que pensar en los «factores externos». Para el presidente de AFI, «ha sido fundamental el BCE, con una política monetaria que ha permitido una devaluación del euro, con un precio del petróleo bajo, y con tipos de interés muy bajos, pero eso puede ser coyuntural, no durará a medio plazo».

Una de las claves del futuro de España, según Ontiveros, lo podría marcar el plan Juncker, de inversiones europeas en sectores de alto valor añadido, en redes tecnológicas e infraestructuras, que actuara como motor, dado que el poder público español está limitado por el alto endeudamiento.

Torres está de acuerdo, pero remacha que los factores «endógenos» son cruciales, y que se debe recuperar la masa salarial perdida en España en todos estos años de crisis, sin descuidar lo que para él es un auténtico punto negro: «Hay que ser más determinantes con la lucha contra el fraude fiscal».

La corrupción

Juan Torres introduce la cuestión de la corrupción y de la dependencia de las decisiones del Gobierno. «Una gran parte del capital español es rentista y muy dependiente de las decisiones gubernamentales vinculadas, principalmente, a la inversión en infraestructuras, a la política de suelo y urbanística, a las facilidades fiscales y a la financiación, lo que ha sido la causa de grandes ineficiencias, de un gran despilfarro de capital y de recursos de todo tipo y de un insoportable nivel de corrupción económica y política que ya afecta decisiva y muy negativamente al funcionamiento de los negocios y de la economía en general».

Existe un debate, sin embargo, de carácter subterráneo, que no aflora como debería. Lacalle lo expresa en el libro con cierto detalle. Se trata de una vieja discusión: cómo se llega a una sociedad más justa y cohesionada, ¿distribuyendo lo que hay, o ayudando a generar riqueza?

Cómo favorecer a los que quieren crecer

Lacalle es contundente: «En España no necesitamos más expertos en redistribuir riqueza. Nos sobran. Necesitamos más y mejores creadores de riqueza y empleo. Pasar del círculo vicioso del gasto subvencionado, la deuda y las subidas constantes de impuestos que sólo empobrecen el círculo virtuoso de apoyo fiscal sin coste, iniciativa privada y pública orientada a resultados y valor añadido, menores impuestos, más crecimiento y más prosperidad».

Y añade: «España es un gran país. Trabajador, solidario y que se crece ante las dificultades. Por eso vamos a salir de la crisis fortalecidos. Citando a Ayn Rand (un referente total para los libertarios), ‘la pregunta no es quién me lo va a permitir, sino quién me lo va a impedir’. ¡Adelante!».

Pactar, pactar, y dialogar tras el 20D 

La idea, sin embargo, que late entre los tres economistas es que el diálogo es urgente, y de que, tras el 20D, pase lo que pase, todos los partidos deberían compartir unos mínimos para la recuperación económica de España. «No se trata de repetir unos pactos de la Moncloa, porque ahora estamos en otros momento, pero sí de buscar los puntos comunes», señala Ontiveros.

En el libro son precisos: «el debate y el diálogo son los inductores esenciales del clima social en el que mejor pueden resolverse los problemas económicos». 

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