Crisis del Popular: por qué Ángel Ron lo tiene mucho peor que Emilio Saracho

De los dos expresidentes, Ángel Ron deberá responder de la controvertida ampliación de capital de 2016 en la Audiencia Nacional

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Cuando no firmas un papel, de poco se te puede responsabilizar. Para bien o para mal. Esta tesis, que beneficia a Emilio Saracho frente a Ángel Ron a la hora de repartir culpas por la crisis del Banco Popular, cobra todavía más fuerza tras la solicitud de la Fiscalía Anticorrupción para que el juez de la Audiencia Nacional admita a trámite las querellas presentadas contra los expresidentes de la entidad quebrada ahora en manos del Santander.

Emilio Saracho y Ángel Ron, y sus respectivos consejos de administración, se enfrentan a un proceso en el que las partes querellantes, la última, Adicae, les atribuyen la comisión de hasta seis delitos: estafa a los inversores, falsedad de cuentas, administración desleal, delito contra el mercado de valores, información privilegiada y maquinación para alterar el precio de las cosas.

Dos reinados distintos

El reinado de Saracho en el Popular fue efímero. Aunque el anuncio del relevo se llevó a cabo a primeros de diciembre de 2016, no fue hasta el pasado 20 de febrero cuando una junta general extraordinaria del Popular nombraba presidente de la entidad al banquero de JP Morgan. El 7 de junio llegaba la resolución del banco a manos del supervisor europeo y su venta exprés al Santander por un euro. En total, Saracho estuvo al frente del banco 108 días.

A buen seguro que Saracho hizo más daño por lo que dijo que por lo que firmó durante esos cien días largos en la presidencia del Popular. «Estamos abocados a aumentar capital para salir adelante pero no sólo para sobrevivir sino para asegurar la estrategia y competir en igualdad de condiciones con otras entidades». Fueron las palabras de Saracho en la junta general ordinaria de abril.  

Descalabro en bolsa

«En ningún caso puedo imaginar la desaparición de Banco Popular. Es mi responsabilidad usar todos los recursos a garantizar ese futuro. Hay que actuar. En los próximos meses haremos muchas cosas». Las declaraciones del presidente fueron el detonante de un desplome bursátil sin precedentes, que a la postre dejaría la capitalización del banco por debajo de los 1.500 millones días antes de la intervención. A ello se unió una fabulosa fuga de depósitos.

El papel de Ángel Ron, su consejo y los auditores del Popular se revela como mucho más delicado. Por un motivo. La última ampliación de capital del banco. El 26 de mayo del año pasado, el banco anuncia una ampliación de capital de 2.500 millones de euros. De nada sirvió. El 13 de septiembre, la entidad activa una restructuración de plantilla de entre 2.800 y 3.000 empleados, anunciando también el cierre de 302 oficinas. Pero ni de lejos fue este el problema de Ron.

La última ampliación

Saracho desveló a su llegada al Popular que Ron y su equipo financiaron hasta un 20% de la última ampliación con créditos que concedían a los clientes. Esa práctica es inusual sobre todo en los tramos minoristas. Las garantías de esos créditos son las acciones del propio banco. Cualquier deterioro del valor obliga a provisiones adicionales. La pescadilla mordía la cola de los quebrantos y acababa con el ejecutivo compostelano.

El Popular valía hace diez años en bolsa unos 20.000 millones de euros, capitalización que se convirtió en un espejismo en la última etapa de Ron. El ejecutivo había sido nombrado presidente del Popular en 2004. Estuvo doce años al frente de la entidad, en los que vivió en primera persona, además, la crisis del ladrillo.  Una eternidad comparado con los cien días de Saracho.

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