China se enfrenta «al exceso de oferta» que genera su economía

El experto Rubén Garcia orienta inversiones para las empresas europeas desde Hong Kong y asegura que las autoridades chinas lograrán incentivar el consumo interno para paliar sus desequilibrios

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¿Falta demanda o hay un exceso de oferta? Un factor está claramente relacionado con el otro. Pero, ¿qué ocurre en las relaciones económicas mundiales? Las autoridades chinas han decidido dar por finalizada la política del hijo único. Tienen argumentos para hacerlo. La población envejece, y necesitan incrementar, «poco a poco», su demanda interna.

El abogado Rubén García-Quismondo es socio director y economista en Quabbala Abogados y Economistas, en Hong Kong. Participó hace una semana en unas jornadas de Fomento del Trabajo en Barcelona sobre las oportunidades empresariales que se abren en el mercado asiático. En una entrevista con Economía Digital señala que todo lo que está ocurriendo en China «está pensado, y organizado, lo que ocurre es que parece que para los occidentales todo vaya muy lento, pero la dirección no ha cambiado en las últimas décadas».

Hasta un 20% menos de población activa

¿Y cuál es esa dirección? «Las autoridades chinas saben que deben incrementar su mercado interno, que deben ampliar esas clases medias, que ahora se podrían situar en unos 350 millones de chinos, y que es vital que crezca el consumo interno, porque el modelo basado en las exportaciones tiene sus limitaciones».

En esa política se enmarca la decisión de acabar con la prohibición de tener más de un hijo. Se permitirá ahora dos hijos por pareja. Lo que le viene encima a China es muy complicado. Lo analizó en detalle The Economist, en su libro El mundo en 2050. Para esa década, se preve que China pierda hasta un 20% de su población activa. Eso significa que debe cambiar su modelo productivo, y que una parte importante de la población deberá ocuparse de sus ancianos.

Burbuja inmobiliaria y endeudamiento

Rubén García insiste en ello. Desde su posición privilegiada en Hong Kong, donde asesora a empresas internacionales para que se atrevan a invertir en el mercado asiático, este economista políglota, que muestra un respeto reverencial por la cultura china, señala el problema.

«Lo que ocurrió este verano, con el estallido de una burbuja bursátil, no era una anécdota. Existe en China graves desequilibros que se tratan de compensar. Hay una burbuja inmobiliaria, que es distinta en cada lugar, claro, porque China es un continente. Y existe una sobrecapacidad industrial, un exceso de oferta, con un alto endeudamiento, que las autoridades tratan de compensar».

Es un problema no únicamente de China, según diversos economistas, que entienden que atenaza a la economía global. El exceso de oferta, la sobrecapacidad de muchas industrias en todo el mundo, y en diferentes sectores, choca con una bajada de salarios y con el descenso del nivel de vida de las clases medias. En España defiende esa teoría el economista Santiago Niño Becerra, pero otros economistas también la han sugerido, al proponer, precisamente, que se estimule la demanda para buscar un equilibrio.

Un siglo para tener una lengua en común

Rubén García incide en ello. La mirada sobre China precisa de un acercamiento a la realidad cultural. «El salto de China no se ha dado en otro lugar en la historia, o, al menos, que se conozca. Han tardado mucho tiempo, –100 años– en conseguir una lengua común para todos: el chino mandarín, aunque para ellos es un tiempo razonable, y han logrado que unos 400 millones de personas salgan de la pobreza en las últimas décadas, sin olvidar que hay muchos millones de chinos, todavía, que viven en condiciones duras, principalmente en las zonas rurales».

La idea que sostiene Rubén García –hace 20 años que se mueve en el continente asiático– es que China no quiere verse «sorprendida» por las crisis económicas del exterior, porque, además, necesita concentarse en su econoomía doméstica.

Un estado de bienestar incipiente

«Si invierten en un estado del bienestar –muy modesto para nosotros los occidentales, pero no para ellos– los ciudadanos chinos dejarán de estar obsesionados con el ahorro, para la educación de sus hijos o para la jubilación y la atención sanitaria, y podrán dedicar esos recursos al consumo». Ese es el objetivo, para «colocar» esa sobre oferta, esa sobrecapacidad productiva.

Este economista, elegante, y enamorado de la cultura asiática, no tiene ninguna duda de lo que ocurrirá en los próximos años. «Debemos saber que tenemos enfrente a personas muy inteligentes y preparadas, que saben lo que quieren, y que son plenamente conscientes de que China será la gran potencia mundial, como lo había sido en gran parte de la historia».

Los datos son elocuentes: el PIB de Estados Unidos es de 17,4 billones de dólares, por 10,4 billones de dólares de China. Con un crecimiento del 6% o el 6,5% anual en los próximos diez años, podría alcanzar esa primera posición. Es cierto, sin embargo, y Rubén García subraya esa distancia, que el ingreso medio en Estados Unidos es de 51.930 dólares, por los 8.839 dólares de un ciudadano chino.

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