Botín pone deberes al ‘nuevo’ Santander

La presidenta del banco presenta un plan a dos años que contempla la reducción de la mora, más rentabilidad y empleos de calidad; el grupo enfría la obsesión por el mercado catalán

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«Simple, personal and fair«. «Simple, personal and fair«. «Simple, personal and fair«. Y una vez más: «Simple, personal and fair«. La presidenta del Santander, Ana Botín, tenía claro que debía aprovechar el encuentro anual con los periodistas para la presentación de los resultados del último ejercicio, para divulgar el lema que resume los compromisos del grupo con sus clientes, accionistas, empleados «y la sociedad».

El plan mira hacia 2017, cuando si la estrategia se materializa la rentabilidad para los accionistas rondará entre el 12% y el 14%, el banco estará entre las tres mejores empresas para trabajar en los países donde está presente, y el negocio mejorará hasta el punto de que la tasa de mora caerá por debajo del 5% y el porcentaje de clientes vinculados crecerá un 40% hasta los 17 millones.

Horizonte 2017

La apuesta es tecnológica por dos razones. «Consultamos nuestro smartphone unas 150 veces al día: no hay mayor fidelización que ésa», dice Botín. Además los clientes tecnológicos «son un 30% más rentables por el menor coste que genera su gestión». A pesar de ello, «creemos en las sucursales y en las relaciones personales, que en ciertos momentos son importantes».

Atado a ello, Botín ha desarrollado la rueda de prensa de resultados con un alegato a la confianza. De su discurso se podría inferir que el banco la había perdido en algún momento. ¿Los clientes, accionistas y empleados han dejado de confiar en el banco? «No», contesta la presidenta del Santander. «Queremos llegar a más clientes y que los que tenemos trabajen más con el banco».

Debut ante la prensa

En prácticamente seis meses, el Santander ha dado la vuelta a su cúpula y ha ampliado el capital. Hoy los cambios respecto a la anterior etapa se han visualizado con una puesta en escena más suavizada. Los plafones rojos que rodeaban al padre de Ana se han sustituido por decorados más luminosos; la disposición de los elementos se ha cambiado para dejar ver uno de los jardines de la ciudad financiera.

El banco de las corbatas rojas es ya un recuerdo. No sólo por la vestimenta de Ana Botín (gris merengue, cubierto por una chaqueta de dos cuartos remachada con sobrecosidos de lana roja deshilachada); los miembros del consejo lucían corbatas azules (Echenique) o caoba (Matías Rodríguez Inciarte). Semejante variedad cromática era impensable en épocas de don Emilio.

La hija de ‘don Emilio’

El lenguaje corporal de una de las mujeres más influyentes del mundo es calcado al de su padre. Fruñe los ojos para otear la sala; cuando piensa, mira hacia arriba; y todo lo intercala con leves sonrisas, que ofrece a los fotógrafos. También despacha las ruedas de prensa sin papeles, pero consulta muy puntualmente su tableta. Como Emilio Botín, administra los turnos y decide quién pregunta y quién no. Sus asesores en comunicación ven los toros desde la barrera, pero en alerta.

De este modo ha lidiado Botín con las cuestiones más candentes sobre sus primeros meses de gestión. La sucesión de Javier Marín, la incorporación de Sol Daurella al consejo dos días después de dimitir del Sabadell, y la sutil expulsión de Rodrigo Rato (desmanteló el órgano asesor al que pertenecía).

«Es lógico que cada cual forme sus equipos; he pretendido que sea equilibrado». «No sólo por cuestiones de género, sino de competencia. [De Daurella] hemos valorado su experiencia en una gran empresa de la distribución y la alimentación«. Para redundar en la apertura que ha dado al órgano de gobierno, ha remarcado que el Santander también ha fichado especialistas en internacionalización.

El escenario catalán

Mirando fronteras adentro, el Santander ha ganado en España 1.121 millones netos. El volumen del saldo consagra al grupo como la mayor entidad por beneficios. El negocio sigue ofreciendo resistencias. Cataluña es una de ellas, donde «no vamos a ofrecer cifras exactas», explica el consejero delegado, José Antonio Álvarez.

Su jefa admite que con la campaña de extratipos que ofrecen las oficinas catalanas «tendríamos que correr mucho para alcanzar la cuota de mercado derivada de la hipotética adquisición de CatalunyaCaixa«. Botín apenas se obsesiona por ello. «Lo importante no es tamaño del banco, sino el equilibrio».

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