Adiós a una marca que fue un sueño

El Gallego se convirtió en mejor aval de Gayoso para la fusión de las cajas del sur

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A finales de los noventa, la toma de control del Banco Gallego fue quizá el mejor golpe de efecto, y a la vez una carta de presentación inmejorable, para un entonces pletórico Julio Fernández Gayoso ante la que sería fusión a tres de las cajas del sur: Vigo, Ourense y Pontevedra. Por si había alguna duda, la entonces Caixavigo se hace en el 98 con algo más de la mitad del capital del banco, irrumpiendo a lo grande en A Coruña, feudo de su rival Caixa Galicia, y cuando la operación de integración de las tres entidades de ahorro ya estaba en los despachos de la Xunta y del Banco de España.

Faltaba justo un año para la firma del protocolo definitivo de integración de las cajas del sur cuando Gayoso, con la adquisición del Gallego, se hacía valer y marcaba la pauta para que la fusión pivotara sobre lo que era entonces Caixanova. El Banco Gallego era el mejor aval para su candidatura al frente de la caja unificada.Y así fue hasta su fusión con Caixa Galicia, de fatal resultado.

Grandes empresarios

Hasta entonces, y a través de la ficha del Banco 21, domiciliado en Madrid, un grupo de conocidos empresarios controlaban el Banco Gallego. Entre ellos destacaba el liderazgo indiscutible de Amancio Ortega, el dueño de Inditex, a través de su vicepresidente José María Castellano, ahora presidente de NCG, pero también otros como Epifanio Campo, el venezolano Saturnino Cuquejo, José Manuel Entrecanales, Javier Ungría López y Juan Manuel Urgoiti, éste último presidente de la entidad hasta hoy. Excepto Entrecanales y Castellano, todos siguieron en el consejo del Gallego tras su integración en la extinta Caixanova.

La representación de Inditex corría a cargo de otro fiel de Ortega, en este caso Antonio Abril Abadín. Urgoiti, ahora consejero de la matriz de Zara pero un histórico del sector financiero (fue uno de los damnificados por la fusión del BBV), ha llevado estos años la batuta en la entidad al unísono con el director general, José Luis Losada, sin quien no se podría entender la evolución del Banco Gallego.

Los problemas del Gallego

Cuando compró el Gallego, Caixanova conocía los problemas jurídicos que arrastraba Saturnino Cuquejo, uno de los propietarios, con el Banco de España por su intención de domiciliar en el semiparaíso fiscal de Holanda la participación de algo más del 7% que tenía en el Banco 21, matriz de la entidad adquirida. Pero aquello debía ser, a juicio de Fernández Gayoso, una anécdota en comparación con el golpe del Gallego de cara a la fusión con las cajas de Ourense y Pontevedra.

Desde entonces, mucho ha llovido en la sede compostelana de la entidad, donde tiene su domicilio social y donde celebró su última junta general, este mismo año, sin la asistencia de los representantes de Inditex, pero con el resto de accionistas significativos, entre ellos Urgoiti, Campo y Ungría, atónitos por lo que consideraban una expropiación en toda regla. El Banco Gallego caía, y lo hacía sin un euro de ayudas de Bruselas. Y también sin importar lo más mínimo al Banco de España, que mantuvo la franquicia prácticamente al margen de la reestructuración del sistema financiero, dictando su sentencia a través del Frob. Y hasta hoy.

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