Critican los “bonos trampa” de Botín para compensar a los minoristas del Popular

La asociación de consumidores Acouga recomienda rechazar los bonos del Santander y los enmarca en una estrategia para eludir responsabilidades judiciales

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El Santander ha fijado una compensación para los minoristas del Popular que acudieron a la ampliación de capital impulsada por Ángel Ron en 2016. La indemnización para los antiguos accionistas y dueños de deuda subordinada consiste en un “bono de fidelización” con una rentabilidad fija anual del 1%.

La solución que ofrece la entidad que preside Ana Botín para los minoristas atrapados en la caída del Popular conlleva la renuncia de estos a emprender acciones judiciales. Estas condiciones para poder acceder a la compensación han sido criticadas por Acouga, la Asociación Galega de Consumidores e Usuarios. La organización recomienda “rechazar los bonos trampa” del Santander, a los que enmarca en una estrategia para evitar la fuga de clientes y, a la vez, eludir responsabilidades judiciales.

Problemas de liquidez

El secretario xeral de Acouga, el abogado Xoán Antón Pérez Lema, considera que “los bonos perpetuos ofertados a los minoristas” presentan una elevada incertidumbre sobre el pago anual de intereses, el 1% anteriormente comentado. A lo que añade que será el Santander quien decida si amortiza los bonos pagando el nominal a los clientes o no, pues se emiten a perpetuidad.

“Es aquí donde está el problema. Una emisión inferior a mil millones de euros (son 980 millones) es considerada por los expertos como con graves problemas de liquidez; quien quiera encontrar un comprador es muy probable que tenga que vender los bonos con pérdidas importantes, incluso del 40% o 70% del valor nominal. ¿Quién puede querer comprar uns bonos que rentan un 1% anual?”

El abogado explica que, a diferencia de las participaciones preferentes y subordinadas que tenían un mercado secundario que funcionó bien hasta 2011, “estes bonos perpetuos carecen de un mercado donde negociarlos”. En conclusión, Pérez Lema cree que los minoristas “se verán atrapados en la liquidez y dependerán de la buena voluntad del banco”.  

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