Volantazo en la Autoestrada da Costa da Morte: CRC sale del consejo

La constructora de Ordes se desprende del 20% que llegó a controlar de la concesionaria del polémico vial, que tiene como primer accionista a Copasa

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Movimientos internos en la concesionaria de la Autoestrada da Costa da Morte, la autovía que prometió Manuel Fraga como compensación al desastre del Prestige pero que inauguró Alberto Núñez Feijóo 14 años después del naufragio del petrolero y a medio terminar.  Todo fueron líos en el desarrollo de una obra que, tras tres licitaciones, se llevó por 745 millones la UTE formada por Copasa, Taboada y Ramos, Covsa y CRC, socios también en la concesión por 25 años del vial de peaje en sombra.

Al menos era así hasta ahora. La constructora CRC ha abandonado el consejo de la concesionaria, donde tiene la mayoría accionarial Copasa (40%), mientras el resto de integrantes se repartían los 20% restantes. Según informan en la Consellería de Infrestruturas, la salida de la empresa de Ordes se debe a una venta dentro del grupo que no afecta a la concesión de la autovía ni al servicio a los usuarios. CRC está desde 2006 en manos de la compañía con sede en Barcelona Civis Corporation, que rechazó explicar el movimiento porque “no da información a medios de comunicación”.

CRC ya se desprendió de un 10% del capital en octubre de 2016, según pudo saber este medio. Más que una venta, se trató de una transmisión dentro del propio grupo. La filial gallega trasladó la mitad de su participación a otra filial de Civis Corporation: la empresa de servicios Rubatec, también con sede en Barcelona. La salida del consejo de CRC, por tanto, sería el segundo cambio en la composición de los socios de la concesionaria. Fiel a su política, Civis tampoco quiso aclarar si su otra filial se quedó con el 10% que mantenía la constructora de Ordes.

El drama de financiar la autovía 

La concesionaria de la Autovía da Costa da Morte cerró el ejercicio de 2017, el primero completo en funcionamiento, con unos beneficios de 1,8 millones y una deuda de más de 155 millones. La obtención de financiación para levantar la infraestructura fue una de las razones de la demora en la construcción, que finalmente se realizó solo parcialmente. Lo que se inauguró en 2016 fueron 27 kilómetros de los 42 previstos en el proyecto inicial, una vez que la Xunta aceptó darle un tijeretazo para facilitar la construcción y evitar revocar la adjudicación –hubiera sido la tercera vez– a las constructoras.  

Copasa, Taboada y Ramos, Covsa y CRC firmaron con siete entidades financieras el préstamo sindicado para la construcción por 114 millones en 2015. El crédito se modificó al año siguiente entre fuertes exigencias de la banca en cuanto a garantías, incluido el derecho de prenda directa sobre las acciones de la concesionaria en caso de impago. En 2017 se produjo una nueva refinanciación que elevó la deuda en 38,6 millones pero una vez puesto en servicio el vial, lo que liberó parte de las garantías que solicitó la banca.

De las peores en cuanto a tráfico

En su primer ejercicio completo en operación, los 27 kilómetros de vial que unen Carballo y Zas, registraron uno de los peores datos de tráfico de las autovías gallegas, con 7.300 usuarios diarios. Solo quedó por encima de la autovía entre Ourense y Celanova, que cerró con 5.700 vehículos diarios, muy lejos de los 30.000 de Santiago-Brión.

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