Una pequeña bodega gallega tumba en el Supremo al gigante Codorníu

El Tribunal Supremo da la razón a Carlos Rey Lustres y podrá utilizar su marca 'Anadigna' al considerar que no se confunde con Anna de Codorníu

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La bodega Carlos Rey Lustres podrá sacar finalmente al mercado sus vinos Anadigna y rendir homenaje a su abuela. El Tribunal Supremo da la razón a la firma con sede en el municipio pontevedrés de Meaño y desestima la denuncia presentada por Codorníu y Pagos de Rey. La compañía catalana había alegado que el nombre de la marca podría confundirse con su Anna de Codorníu, mientras que la segunda aseguraba que generaba lo propio con su Analivia.

El fallo del Alto Tribunal da luz verde a la bodega para que pueda sacar a la venta las cerca de 3.000 botellas de este albariño que se había visto obligada a paralizar a causa de este conflicto. Fue en 2015 cuando, tras registrar el nombre Anadigna en la oficina de patentes, la bodega se topó con la interposición de un recurso de alzada por parte de Codorníu y Pagos de Rey. La oficina, pese a darle inicialmente un plazo de diez años a la bodega para la explotación de la marca, decidió retirarle la autorización y sin ella, borró toda posibilidad de venta de las cerca de 3.000 botellas de Anadigna ya etiquetadas y empaquetadas.

Casi 10.000 botellas al año

Esta vicotria en los tribunales se produce apenas una semana después de que la firma gallega Yatecomeré lograse tumbar la marca de fideos Yatekomo en Europa. Carlos Rey Lustres, propietario de la bodega, justifica su decisión de homenajear a su abuela por ser quien le inculcó “la cultura del vino y el cariño por el arte de elaborarlo y hacer las cosas bien”. En declaraciones a Europa Press, Rey Lustres argumenta que esta batalla legal “ha sido un grave impedimento para el despegue comercial de la marca y, por supuesto, un enorme gasto».

Solventado este bache legal, la decisión del Tribunal Supremo abre la puerta a la bodega pontevedresa a sus planes de producir 9.000 botellas cada año. Lo hará ya bajo su marca Anadigna y no bajo la Nadigna, a la que se tuvo que adaptar de forma forzosa en un proceso en el que perdió un “año completo” adaptando los “diseños, modificando el logotipo, imprimiendo y cambiando de nuevo todas las etiquetas, cajas, material corporativo etc. ”.

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