Un socio de Indra y Babcock resucita la industria aeronáutica en Ribadeo

Magline Composites, la firma desarrolla los sistemas de control de vuelo para Indra y Babcock en Rozas, elige Ribadeo para domiciliar su filial en Galicia

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Hablar de la aeronáutica en Galicia es hacerlo también del aeródromo de Rozas. La creación de un polo tecnológico para el desarrollo de aeronaves no tripuladas (UAV’s por sus siglas en inglés), promovido por la Xunta e impulsado por Indra y Babcock, la antigua Inaer, ha supuesto un espaldarazo para esta industria, que ahora extiende sus dominios a otros puntos de la provincia de Lugo.

Magline Composites, una empresa con sede en Zaragoza pero con negocios en medio mundo, ha elegido el vecino aeródromo de Vilaframil, en Ribadeo, sin apenas actividad en los últimos años, para establecer allí la sede de su filial Veoline Sistemas Aeronáuticos.

La nueva sociedad, constituida el pasado mes de mayo, tiene por objeto el “diseño, análisis y fabricación de estructuras complejas en materiales compuestos y sus aplicaciones industriales”, así como la “comercialización y disposición de productos y servicios aeronáuticos y sus componentes y derivados del sector de transportes”, según consta en el Registro Mercantil.

De Rozas a Ribadeo

Como explica a Economía Digital su máximo directivo, Miguel Ángel Gómez, la firma tiene desde hace aproximadamente un mes a varios técnicos trabajando en el Centro de Investigación Aeroportada de Rozas (CIAR), junto con Indra y Babcock, en el desarrollo del sistema de control de vuelo –el software y la electrónica– de los UAV’s. No obstante, su idea es mudarse a Ribadeo a medio plazo y reactivar la actividad aeronáutica que había en Vilaframil, reconoce Gómez.

Antes que Rozas, Ribadeo fue un polo de referencia en la industria aeronáutica gallega. Allí está radicada la firma Construcciones Aeronáuticas Gallegas, fundada a mediados de los 90 por José Luis González Miró y de la que salieron dos modelos de avión ligero deportivo: el Toxo y el Xesta. Sin embargo, la falta de apoyos truncó su progresión.

Por su parte, Magline Composites ha aprovechado sus más de diez años de experiencia trabajando con una empresa americana especializada en sistemas de control de vuelo –el desarrollo matemático de lo que representa el vuelo de un avión– para convertirse en un socio tecnológico de primer nivel en el proyecto de la Xunta que, de la mano de Indra y Babcock, busca colocar a Galicia como referente de la industria aeronáutica en España.  

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