Toshiba se salva por los pelos de la expulsión de la bolsa

La tecnológica Toshiba presenta pérdidas de 7.474 millones de euros pero gana la batalla a su auditor al evitar que los números rojos afecten a años anteriores

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Desde que Toshiba reconoció haber hinchado los beneficios durante siete años, la compañía no levanta cabeza. Si hace dos años perdió 3.882 millones de euros, ahora los números rojos se elevan a los 7.474 millones. Un descalabro propiciado por la quiebra de Westinghouse, la filial nuclear estadounidense de la tecnológica, que a punto ha estado de echar de la Bolsa de Tokio a la firma. Para quedarse ha tenido que batallar hasta con su auditor.

PricewaterhouseCoopers era la encargada de supervisar las cuentas de la empresa. Así detectó que varias de las pérdidas relacionadas con Westinghouse están computadas defectuosamente; debían pertenecer al ejercicio 2015. La modificación hubiera implicado que la sociedad registrara un Patrimonio Neto negativo durante dos años –en 2016 ya lo es— y su consecuente expulsión del índice japonés Nikkei.

Con tres meses de retraso, el auditor aprueba ahora la contabilidad aunque no sin emitir salvedades en su opinión favorable. Las perspectivas de mantenerse en el parqué bursátil son halagüeñas. Los analistas consultados por Reutersven improbable una exclusión a pesar de que el regulador estudie en estos momentos mantener o no su presencia.

La viabilidad futura de Toshiba pasa por la venta de la filial de memorias y discos de almacenamiento

¿Por qué es tan importarse para la tecnológica atrincherarse en la bolsa japonesa? Una exclusión dificultaría la necesaria venta de la división de memorias y discos de almacenamiento, de los pocos bastiones rentables que le quedan a la compañía. Desprenderse de la filial que generó el 94% de los beneficios operativos entre abril y junio es vital para poder afrontar las deudas de 5.300 millones acumuladas con Westinghouse.

La operación no está exenta de polémica.  El socio de la tecnológica nipona, Western Digital Corporation, ya ha advertido que la venta requerirá de su consentimiento y ha llevado a Toshiba a los tribunales. “La transacción no es fácil teniendo en cuenta que estamos sometidos a una investigación de monopolio”, lamenta Satoshi Tsunakawa, presidente de la empresa.

A pesar de las trabas, el ejecutivo espera cerrar la carpeta antes de finalizar el primer trimestre de 2018, desvela el diario Nikkei. Debido a los trámites administrativos, los analistas señalan que la venta debería consumarse en las próximas semanas si la tecnológica quiere alejarse de las pérdidas en el actual ejercicio. En el listado de compradores aparecen el fondo Bain Capital y el fabricante surcoreano SK Hynix.

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