Seis municipios españoles fracasan en la creación de un Silicon Valley

Sevilla, Málaga, Gijón, Santiago, Barcelona y Viladecans quisieron crear polos tecnológicos de investigación y desarrollo casi siempre a fuerza de proyectos urbanísticos y tocho. Al final terminaron con call centers, parques temáticos y tiendas de ropa barata

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La última propuesta electoral de Ciudadanos, la creación de un Silicon Valley tiene curiosos precedentes. Cuando Sevilla terminó la Exposición Universal de 1992, el gobierno andaluz proyectó crear un centro tecnológico en la isla de la Cartuja para dar uso al recinto creado para un macroevento de seis meses. El gobierno autonómico quiso potenciar la investigación y atraer empresas punteras. Se crearon incentivos y se ofrecieron espacios a precio de saldo. Pero, años después, aunque llegaron algunas empresas innovadoras, no hubo otra opción que albergar a Isla Mágica, un parque temático con montañas rusas y atracciones de feria.

Desde la década de los 80, la Junta de Andalucía sueña son su Silicon Valley. Por ello contrató la consultora japonesa Technova que sugirió instalar el Parque Tecnológico de Andalucía en Málaga. Se construyeron grandes naves, jardines y amplias acercas. Gran parte de las empresas que decidieron instalarse en el recinto recibieron subvenciones y ayudas públicas. Pero en lugar de crear un semillero de empresas punteras, buena parte de las sociedades terminaron siendo call centers oservicios de externalización de otras compañías.

BBVA, que se benefició de las ayudas, instaló allí a Opplus, una compañía con la que abarató la mano de obra de servicios financieros. «Dijeron que la zona atraería el mejor talento de Málaga. Trabajé allí un par de años. Cobraba 400 euros por hacer tablas con transacciones», explica Víctor M, un joven administrador.

La obsesión con el modelo 

«En España todo el mundo me pregunta qué necesitan para crear un Silicon Valley. Están obsesionados con ese tema. Yo les digo a todos que un centro de estas características no surgió en San Francisco por casualidad. Los laboratorios de investigación se fundaron allí en 1.915. España lleva cien años de retraso. Además, hay otras ciudades en Europa con mayor capacidad de albergar centros parecidos, pero nunca iguales, al Silicon Valley. Berlín, por ejemplo, es una», explicó a este medio Evan Henshaw-Plath, fundador de Odeo, la empresa que años más tarde se convirtió en Twitter.

Santiago de Compostela concibió un recinto tecnológico con un enorme de computación con el apoyo del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). Pero el proyecto quedó herido de muerte en 2010 con la retirada del CSIC. 

Mentalidad del siglo XIX

Viladecans, en las afueras de Barcelona, ideó un centro de investigación pionero, un recinto de alta tecnología aeroespacial pero terminó alojando a tiendas de ropa barata. Casi de forma simultánea el gobierno de Barcelona transformó la zona industrial de la ciudad en el 22@ que logró concentrar las empresas del sector pero donde el modelo del Silicon Valley parece muy alejado.

 «Es una mentalidad del siglo XIX: crear grandes naves y espacios para la instalación de industrias, pero la industria de este siglo va de sinergias, de colaboración y conocimiento», explica un asesor en creación de nuevos modelos negocios. «Hay parques industriales en España que le han puesto fibra óptica y ahora llevan el nombre de parques tecnológicos. Eso es la demostración de que los políticos no tienen idea de cómo va esto», remata.  

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