José María Arias, de vicepresidente del Popular a enterrador del Pastor

Actual conde de Fenosa, José María Arias ve cómo se tuerce su apuesta por Emilio Saracho y firma el último capítulo de la historia del capital gallego en banca

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El Cantón Pequeño, en A Coruña, tuvo durante muchos años y hasta hace no tanto otro nombre bien distinto. Se trataba de los Cantones de José Antonio. Así, sin el apellido Primo de Rivera, lucía la placa que hasta 2008, como un blasón, figuraba a la entrada de la sede central del Banco Pastor en dicha avenida. Tuvo que ser una oportuna y modesta denuncia periodística la que precipitó la retirada de la placa, en cumplimiento de la legislación sobre memoria histórica, con Javier Losada en la alcaldía coruñesa. La anécdota dice mucho de cómo fueron durante años los modos y maneras en el Banco Pastor.  

José María Arias, afable en la distancia corta, pero con una solvencia técnica cuestionada desde diferentes esferas, se ha encargado de escribir el último capítulo de la historia del capital gallego en la banca española. Lo ha hecho como vicepresidente del Popular, y también con título nobiliario heredado. Nada menos que el de conde de Fenosa, el que le concedió Franco al marido de su tía, Pedro Barrié de la Maza, verdadero artífice de la industrialización tardía de Galicia. En 2011, meses antes de firmar la absorción del Pastor por el Popular, Arias se hacía con toda la pompa y el oropel del título. El conde de Fenosa se ha quedado ahora sin banco. Queda, eso sí, una Fundación Barrié que lo ha perdido todo en el Popular.

Del batacazo industrial al ascenso de Arias

El peso de la historia oprime a los herederos de Barrié de la Maza. Y a veces se hace insoportable. Un estigma con el que convivieron durante años los dos sobrinos de la condesa de Fenosa, al frente del banco de forma mancomunada desde 1995 y hasta que José María Arias, el más joven, se hizo con la presidencia única y todo el poder, ya entonces deteriorado por el ocaso del grupo indutrial, que tuvo como primera víctima al astillero Astano.

Los ochenta darían carpetazo definitivo al sueño industrial de Barrié de la Maza. Procedente de la Secretaría de Estado de Economía, a finales de esa década, se incorpora a la entidad coruñesa, en calidad de consejero delegado, Guillermo de la Dehesa, que se afanó en tutelar, a su estilo y envuelto en cientos de compromisos, el aprendizaje y rodaje interno de los hermanos Arias, Vicente y José María. Los sobrinos de la condesa, sabedores del futuro que les aguardaba, agazapados en la asesoría jurídica del banco, fueron conociendo durante años los entresijos envueltos casi entre algodones. En febrero del 95, cuando la condesa cumplía 75 años, ambos hermanos se hacían cargo de la primera línea ejecutiva.

De la Dehesa dejó el cargo en febrero del 95 y seis años más tarde, en octubre de 2001, el nombramiento de José María, el más joven y tímido del tándem, como presidente del Banco Pastor, no sorprendería a nadie. Vicente se encargaría, desde una vicepresidencia, del grupo empresarial. Ellos iban a escribir las últimas líneas de la relación accionarial del Pastor con Unión Fenosa, por ejemplo. Y también del carpetazo definitivo a la historia centenaria del Pastor, que nace como tal en 1776, firmada en exclusiva, y en varias fases, por José María. Primero, con la absorción por el Popular. Y luego, con la fallida apuesta por Emilio Saracho para relevar a Ángel Ron al frente del banco.

La apuesta fallida por Emilio Saracho

Arias estuvo del lado de Antonio del Valle, Reyes Calderón y el grupo de accionistas que presionó para que Ron se hiciera a un lado cuando ya era evidente que el banco había encallado. El presidente inició una carrera por preservar la independencia del Popular a golpe de ampliación de capital hasta que una parte significativa de los principales accionistas dijeron basta.

Entre ellos estaba el conde de Fenosa, harto de ver cómo la participación de la Fundación Barrié se diluía en el capital del banco. En un lustro, la institución pasó de tener el 6,9% a quedarse con el 1,5% tras las ampliaciones de 2012, 2013 y 2016. Pero el mayor problema era que el Popular no reaccionaba en bolsa. El deterioro para la Barrié superaba los 420 millones desde la tan mal digerida absorción del Pastor cuando el Banco Central Europeo declaró a la entidad insolvente y Ana Patricia Botín puso un euro sobre la mesa para llevárselo en una operación relámpago.

El incierto futuro de Arias y la Fundación Barrié

La Fundación Barrié y José María Arias, que conservaba un 0,006% del banco, lo han perdido todo en su apuesta por Emilio Saracho, un consejero de Inditex y primer espada de JP Morgan que aterrizó en el Popular con un sueldo de 1,28 millones, una prima adicional por acceder al cargo de 4 millones y la misión de alejar a la entidad del abismo. Saracho se pertrechó con fichajes de lujo, como Miguel Escrig o el ex de Abanca Ignacio Sánchez Asiaín, para acabar entregando el banco seis meses después de llegar a la presidencia.

Al conde de Fenosa le queda solamente la Fundación Barrié con su incierto futuro económico, pues sus ingresos se fundamentan en los dividendos y alquileres que cobraba del Popular. Los primeros desaparecen con la participación en el banco, aunque el estado de salud del Popular tampoco auguraba grandes alegrías en la remuneración a los accionistas; los segundos, blindados por contrato, están pendientes de la probable reestructuración que acometerá en su red de oficinas gallegas Banco Santander tras la absorción debido a las duplicidades. Un estrechamiento de la actividad de la Barrié y de su importante patrimonio inmobiliario sería un duro final de balance para el conde de Fenosa tras enterrar el Pastor cuando ya se acercaba la hora de planificar la sucesión. 

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