La herencia en Navantia: un pozo sin fondo de 485 millones

Revuelta deja la presidencia después de multiplicar por cuatro las pérdidas de Navantia durante su gestión

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El pasado viernes se confirmó el cambio de sillones por el que llevaban meses esperando los trabajadores de Navantia. Su presidente, José Manuel Revuelta, que había llegado a la empresa en 2012 procedente de Cementos Portland, abandonaba el barco, según la SEPI, a petición propia. Detrás deja un reguero de pérdidas que tendrá que gestionar su sustituto, Esteban García Vilasánchez, un hombre de la casa con sobrados conocimientos del sector.

A pesar de ser un economista –aspecto por el que fue criticado por la plantilla por su falta de visión–, lo cierto es que el balance de Revuelta en Navantia se resume en cinco años pérdidas que han ido increscendo hasta alcanzar en 2016 la escalofriante cifra de 230 millones de euros. Un agujero de 485 millones de euros si sumamos loss números rojos de 2013, que fueron de 57 millones de euros, bajaron a 28 el año siguiente y se multiplicaron por seis en 2015, hasta los 160 millones de euros.

Navantia: las pérdidas solo en 2016 alcanzaron los 230 millones de euros

Revuelta llegó a la empresa pública en un año convulso por la falta de carga de trabajo, en el que los trabajadores de Ferrol reclamaban un dique flotante que ahora ha quedado en un cajón. La apuesta por el astillero 4.0 tiene otros planes para las factorías navales de la ría, que pasan por la construcción de un dique cubierto y la reorganización de buena parte de las intalaciones.

Alegría comedida por el cambio

Desde el comité de empresa de Navantia Ferrol, su presidente, Javier Galán, ha celebrado que “ de una manera o de otra (…) el señor Revuelta ya es parte el pasado de Navantia”, aunque también ha lamentado que se marcha sin haber hecho los deberes, pese a haber conseguido contratos como el de las fragatas para Austalia o los jackets para diversos parques eólicos que, por otra parte, garantizan carga de trabajo a las auxiliares pero no tanto a la plantilla principal.

Ahora, con García Vilasánchez, se abre una nueva etapa en Navantia. En este sentido, Galán destaca el hecho de que tenga conocimientos en construcción naval, una de sus demandas históricas, pero también recuerda que ha sido miembro de la dirección corporativa de la compañía “y tomó decisiones importantes que iban en contra de la propia forma de trabajar de las factorías”. Por eso prefiere mantenerse “expectante” y ver cómo se desarrollan los acontecimientos. Por lo de pronto, el nuevo presidente tendrá que darle alguna vuelta a la situación económica de la empresa si quiere garantizar su viabilidad. Y no será una tarea fácil.

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