Navantia pone todas sus esperanzas en dos barcos adjudicados a la competencia

El grupo público paraliza su plan estratégico a la espera de que las negociaciones del Gobierno con Gas Natural fructifiquen en algún contrato

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El Gobierno ha puesto los motores de la negociación a toda potencia para conseguir contratos para Navantia. El grupo público ha dejado su plan estratégico 2014-2018 reducido a un documento de trabajo que apenas se puede poner en marcha por la falta de encargos en sus plantas. Las medidas presentadas este miércoles al consejo de administración, como la mejora en la gestión de compras para ahorrar costes o la estandarización de las ingenierías en las distintas plantas, son difícilmente aplicables sin carga de trabajo a la vista. El órgano de dirección de la empresa pública ha aplazado la aprobación del documento hasta la semana que viene, a la espera de que, desde Hacienda o Industria, les transmitan alguna buena noticia respecto a futuros contratos.

El presidente de Navantia, José Manuel Revuelta, sigue confiando en que las negociaciones con Gas Natural por los cuatro barcos gaseros adjudicados a astilleros coreanos (Hyunday) y japoneses (Imabari) reporten algún beneficio a los astilleros público. Se da por perdido el grueso del contrato, pero creen que uno o dos buques podrían recalar en las plantas de Navantia. Algo que parece difícil, porque tanto Gas Natural como los armadores, la noruega Knutsen y la gallega Elcano, dan por cerrada la adjudicación. Pese a ello, Revuelta comunicó este lunes a los alcaldes de Ferrolterra que la compañía que preside sigue en la pugna y, por el momento, esa es la postura oficial de Navantia.

Más allá de este contrato, que permitiría lanzar un plan estratégico con carga de trabajo suficiente para aplicarlo, no hay grandes opciones en el horizonte. Navantia podría participar en la construcción de un megabuque anfibio para la armada turca, pero solo implicaría para los astilleros públicos trabajos de asesoría técnica y transferencia de tecnología. Mientras, el buque de Pémex, que lleva más de año y medio atascado, se adjudicará el 30 de diciembre y podría suponer una solución para la planta de Ferrol si, finalmente, se construye en Galicia. El resto de opciones pasan por una solución de emergencia hilvanada en el terreno político.

El factor temporal

En realidad, el intento de José Manuel Soria por virar el rumbo de los contratos que navegaban hacia Asia ha dado pocos frutos. Gas Natural siempre ha mantenido la misma postura. Los cuatro metaneros, con un coste de 600 millones de euros, fueron adjudicados en septiembre al grupo noruego Knutsen y a la gallega Elcano, que presentaron sus ofertas en alianza con astilleros coreanos y japoneses porque ofrecían capacidad tecnológica y mano de obra más barata. Las conversaciones, informan en ambas compañías, tampoco han derivado en acuerdo alguno respecto a futuros contratos.

La postura de Navantia, con su presidente en entredicho y las plantas de Cádiz y Ferrol al borde de la parálisis –de las instalaciones gallegas partió este lunes el megabuque LHD Adelaide, el segundo y último contratado por la Armada de Australia y que ha dejado la grada del astillero sin ningún nuevo barco en construcción– es disparar a todo lo que se mueva. A lo largo del año ha presentado 111 ofertas para lograr trabajos, el doble que en 2012, y se seguirá manteniendo el ritmo hasta cerrar algún contrato que dote de contenido al plan de trabajo y calme las aguas entre los trabajadores y los gobiernos autonómicos.

Las palabras del ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, que pidió “margen de tiempo” para conseguir contratos, se entendieron en la dirección del grupo público como una llamada a la tranquilidad. No así entre los trabajadores, que ven como las gradas de los astilleros se vacían sin otear ningún nuevo buque en el horizonte.

El plan de Navantia: reducir costes

En este escenario, Navantia y su consejo de administración ha atendido las peticiones de los comités de empresa, del Partido Socialista y de cargos autonómicos del Partido Popular, como el presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, y ha aplazado su plan estratégico, que quedará pendiente de la obtención de nuevos contratos.

Las líneas maestras, pese a todo, están marcadas en el primer documento entregado al consejo. Se aboga por ahorrar coste s en las compras y en los gastos de producción, por reorganizar las seis plantas del grupo para que funcionen como un todo y por flexibilizar las condiciones laborales, sin que esto implique una reducción de plantilla.

Este documento inicial podrá ser revisado y ampliado cuando los contratos estén sobre la mesa. Pero mantendrá como eje la necesidad de reducir costes que culminen en ofertas más competitivas. Dos cuestiones básicas para conseguir contratos y reducir el agujero en las cuentas de la compañía, que perdió 78,2 millones el año pasado y 43,2 millones en 2011.

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