México activa el rescate de Pemex

El Gobierno compromete su ayuda al gigante petrolero a cambio de que pague lo que adeuda a sus proveedores y presente un plan de ajuste creíble que garantice su sostenibilidad

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Con un pasivo de 190.000 millones de dólares, la petrolera mexicana Pemex, como otras empresas sistémicas se ha convertido en un algo demasiado grande para caer – ‘too big to fail’ –. El desplome del precio del crudo, pero sobre todo sus vencimientos de deuda a corto plazo (unos 11.700 millones de dólares en los próximos doce meses) han obligado al Gobierno mexicano, su principal accionista, a tomar cartas en el asunto.

El secretario de Hacienda de México, Luis Videgaray, anunció la semana pasada una inyección de capital para que la compañía petrolera que controla el astillero gallego Barreras pueda hacer frente a sus pagos a proveedores, a los que al cierre del primer semestre adeudaba 68.927 millones de dólares. «Estamos evaluando diversas opciones incluyendo una posible capitalización de la empresa que se traduzca en una mejora del balance de Pemex, el cual es el eslabón más débil», señaló.

Fórmula por definir

El plan de actuación todavía no está cerrado, como tampoco lo está el monto que destinará Hacienda, que vendrá determinado por la evolución del mercado y las decisiones que tome la empresa, a la que no le va a quedar más remedio que hacer ajustes. Su gran estructura laboral se tendrá que ver reducida y, en materia de inversión, deberá priorizar los proyectos rentables.

En esta misma línea se pronunció el subsecretario de Ingresos, Miguel Messmacher: «Para nosotros, un requisito previo es que Pemex tenga un plan de ajuste creíble que garantice que puede ser sustentable por sí sola en un escenario de precios del petróleo más bajos de lo acostumbrado».

Calificaciones

Ante esta situación, Pemex tiene pocas salidas. Emitir deuda no semeja buena opción, y menos cuando a su perfil crediticio le cuesta mantenerse. A finales de noviembre, la agencia Moody’s recortó de ‘A3’ a ‘Baa1’ su calificación por el aumento de la deuda sin incrementar producción ni mejorar la eficiencia operativa. Posteriormente, fue Standard & Poors la que puso en revisión su perfil crediticio (de BB positivo a neutral) ante la posibilidad de que sus ingresos se debiliten en 2016.

Se avecinan tiempos difíciles para un gigante abocado a la caída al que ni la reforma energética emprendida por el presidente Peña Nieto ni su posición de privilegio durante años en México parecen haber ayudado.

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