Los números de Bonilla: cinco millones al año entre churros y patatas

La factoría de la histórica firma coruñesa aumentó sus ventas el pasado año en un 5%, mientras que las cafeterías lo hicieron en casi un 8%

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Bonilla a la Vista tiene el encanto de las empresas familiares de A Coruña, pero sus números sobrepasan con creces esa imagen. Según avanza la propia firma, el pasado año facturó más de 5 millones de euros entre sus dos principales líneas de negocio: la fábrica donde hace las patatas y churros que le dieron la fama y los establecimientos propios en los que vende sus productos. El grupo produce mensualmente unos 700.000 churros y más de 37.000 kilos de patatas que se venden en España, Reino Unido, Francia, Italia, EEUU, Panamá, Corea del Sur y Australia.

Para descifrar los números del grupo presidido por César Bonilla hay que acudir a sus dos principales sociedades: Epagal e Bonilla e Hijos. La primera aglutina la producción del grupo, mientras que la segunda pilota los siete establecimientos que la compañía tiene en la ciudad herculina. La sociedad que sostiene la fábrica de patatas facturó el pasado año un 5% más, alcanzando los 4.581.685 euros. Sin embargo, y según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil, 1,3 millones de euros de esta cantidad proceden de las ventas realizadas a la cadena de churrerías del propio grupo empresarial. 

Unas cafeterías al alza

Por su parte, la sociedad dominante del grupo, Bonilla e Hijos, que aglutina todos los establecimientos de hostelería, realizó ventas el pasado año por valor de 3.163.198 euros, un 7,8% más que la cifra de negocio firmada en 2017. 

Con estas cifras, el discreto imperio de los Bonilla se mantiene alejado de los números rojos y creciendo moderadamente. Epagal acabó 2018 firmando un resultado positivo de más de 61.000 euros frente a los 18.000 del año anterior, mientras que la división de cafeterías, que se revela como la más rentable del grupo, consiguió 71.120 euros de beneficio frente a los poco más de 13.000 del 2017. 

La evolución de la compañía es notable si se tiene en cuenta su historia. Los inicios de la empresa se remontan a la década de los 30 del siglo pasado, cuando Salvador Bonilla, padre del actual propietario, montó un puesto de feria con el que recorría los pueblos vendiendo patatas y churros. En 1949 la familia monta su primer establecimiento: una churrería en la calle Orzán que más tarde se traslada a la calle Galera, donde aún se mantiene hoy en día.

 

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