Los ganaderos gallegos arriesgan y convocan huelga de entrega de leche

Aseguran que esta protesta es un “suicidio económico” para las granjas pero,“la única solución" que les queda

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Nadie quería llevar a cabo esta huelga. Ni el Gobierno gallego la deseaba ni tampoco los ganaderos, que se verán fuertemente perjudicados económicamente pero, al final, no ha quedado otra. La huelga de entrega de leche convocada en Galicia por los tres sindicatos con mayor representación en el sector –Unións Agrarias, Xóvenes Agricultores y Sindicato Labrego Galego– ha dado comienzo a las 00:00 horas de este martes. Hasta bien pasadas las diez de la noche estuvieron reunidos sindicatos del rural, la conselleira de Medio Rural en funciones y responsables de la industria y la distribución. Pero no hubo acuerdo.

La reivindicación de los ganaderos es clara. Quieren fijar un precio en los lineales de las cadenas de distribución para que la leche no se pague por debajo del precio de producción. Las granjas gallegas son las que reciben un beneficio más bajo por la leche de todo el Estado.

Críticas a Gadis, aplausos a Mercadona

Los productores están especialmente doloridos con Gadisa, precisamente por tratarse de una empresa gallega –que “presume de galeguidade”, según critican varias agrupaciones agrarias–, pero que comercializa su marca de leche, Campo Viejo, a un precio muy bajo. “A 47 céntimos el litro repercute directamente en el dinero que reciben los ganaderos por la leche en origen”, explican. Pero además de Gadisa, también están especialmente molestos con Carrefour o Lidl, entre otras.

La principal demanda de las granjas es, precisamente, buscar un equilibrio entre los intereses de todos los actores. Creen que hay margen para ello. Mercadona, por ejemplo, llegó a un acuerdo con los proveedores gallegos para subir el precio de la leche de manera que la distribución pudiera pagar un céntimo y medio más por litro a los productores. “El acuerdo se cumplió en líneas generales. Pero más importante que este caso aislado, es la actitud. Nos gustaría que el resto de las empresas tuvieran la misma voluntad para llegar a un acuerdo que nos beneficie a todos”, dicen desde el Sindicato Labrego Galego (SLG).

Granjas en suspensión de pagos

La situación de asfixia económica que viven las granjas gallegas hará que los convocantes de la huelga de entregas tengan que pagar un precio muy caro. Perderán una media de 250 euros al día en un sector atoxigado por la morosidad y la deuda. “La deuda no se podrá mantener mucho tiempo. Estábamos y seguimos pendientes de que se puedan dar pasos hacia delante desde el terreno político. Si la situación sigue igual es mejor que nos lo digan ya para plantear un cierre ordenado de las explotaciones”, indicó Xavier Gómez, del SLG. “Esta es una medida desesperada. Se toma porque ya no vemos alternativa para salvar la producción. Muchas granjas ya han suspendido pagos porque no pueden hacer frente a los gastos corrientes”, explica.

En medio de esta situación, parece que tanto ganaderos, como cadenas y distribución y el propio Gobierno gallego desean que este paro dure lo menos posible. Así, los sindicatos agrarios han apelado a que “en las próximas horas” se produzcan nuevos contactos. Citan a las partes implicadas para frenar “este suicidio económico”.

Pero, a pesar de la desesperación, esta huelga no es un órdago. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha advertido de que “de prolongarse” en el tiempo podría ocasionarse un desabastecimiento en el resto de España, dado que Galicia aglutia el 38% de los 17,3 millones de litros que se entregan a diario en el país.

Protesta europea

Mientras en Galicia los ganaderos convocaban la huelga de entrega, en Bruselas este lunes cerca de 1.000 tractores y más de 2.000 productores del sector lácteo tomaron las calles de la capital belga para reclamar a la Unión Europea unos precios más equitativos de los productos lácteos. Los manifestantes regaron con unos 15.000 litros de leche la fachada de uno de los edificios pertenecientes a las instituciones europeas en señal de protesta y a los policías que custodiaban el acceso a la Eurocámara.

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