Los Domínguez, dueños de Textil Lonia, atrapados en los productos ‘tóxicos’ de la banca

La familia, también propietaria de Bimba y Lola, intenta sin éxito anular en el Supremo los swap que contrató con Barclays

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La familia Domínguez mantiene desde hace al menos cinco años una prolongada batalla judicial para deshacerse de los productos financieros complejos que contrató para varias de sus empresas. Litigó sin éxito contra Caixa Galicia y su heredera Novagalicia. Y ahora lo hace con idéntica suerte contra Barclays.

Con ambas entidades, los dueños de Textil Lonia y de Bimba y Lola suscribieron créditos millonarios y contratos de permuta de tipos de interés, los conocidos como swap, que posteriormente intentaron tumbar alegando falta de información y transparencia por parte de la entidad financiera.

La «negligencia» de Jesús Domínguez

Los swap están considerados productos de riesgo y no adecuados para ahorradores, aunque entre 2006 y 2008 entidades como Caixa Galicia los vendieron como churros. Permiten proteger al cliente de una hipotética subida del índice de referencia por el que paga sus intereses, normalmente el Euribor, pero lo obliga a compensar a la banca en caso de que baje, que es lo que sucedió durante la crisis.

En el caso de los ahorradores, los tribunales suelen ser más proclives a anular el swap. Pero en el caso de las empresas, hay sentencias para todos los gustos. Y los Domínguez no tienen suerte. De hecho, la Audiencia Provincial de Madrid llegó a apelar a la «negligencia» de Jesús Domínguez, el arquitecto del éxito de Adolfo Domínguez en los ochenta y noventa y uno de los fundadores de Textil Lonia, para desestimar sus argumentos.

Tres años de swap

Siete empresas de la familia, entre ellas Bimba y Lola y varias inmobiliarias, suscribieron con Barclays Bank un crédito en 2007 que superaba, en conjunto, los 6,4 millones de euros, a razón de 919.000 euros para cada una. Cuatro días después de obtener la financiación para un proyecto fotovoltaico, según indica la sentencia, los Domínguez suscribían un swap para cada una de las sociedades deudoras.

El origen del conflicto radica en el intento de los empresarios de anular los swap tres años después, argumentando que firmaron pensando que se trataba de «contratos de seguro», pues Barclays «faltó a su deber de información», induciendo a un «consentimiento viciado de un error». El de pensar que aquello era un seguro, cuando en realidad era un riesgo.

Falta de diligencia de los Domínguez

La primera sentencia data de 2012, a la que siguieron una cadena de recursos que ha resuelto recientemente el Tribunal Supremo, que a finales del año pasado desestimaba los argumentos de los Domínguez y mantenía vigentes los swap, cuyo vencimiento data en 2.022.

Lo que hace el Supremo es avalar una sentencia previa de la Audiencia Provincial de Madrid, con fecha de junio de 2013, en la que daba una vuelta de tuerca a la marcha del litigo. La Sala consideró que, «aún reconociendo la complejidad de este tipo de contratos», no era suficiente como para engañar a experimentados empresarios «que habían concertado previamente una serie de préstamos hipotecarios a tipo variable, de considerable importe, calibrando por tanto su alcance y los riesgos que asumían».

En este sentido, los magistrados indican que hubiera bastado «una mínima diligencia consistente en la lectura de las cláusulas de los contratos para calibrar su alcance antes de firmarlos, o en último caso posponer su firma hasta asesorarse de un técnico que les explicara su contenido, y en caso de no comprenderlo o encontrarlo perjudicial para sus intereses no firmarlo», dice la sentencia. «Su proceder resulta por tanto negligente e inexcusable y les inhabilita para alegar después error en el consentimiento», zanja el fallo, aludiendo al «destacado e importante empresario del sector textil», Jesús Domínguez, y al representante legal de la familia.

Las empresas atrapadas

La Sala también especifica que Barclays había cumplido con su deber de información, incluso enviando dos correos elctrónicos previos a la firma con todos los datos del contrato, y reprocha a los Domínguez que no se quejaran hasta pasados tres años desde la firma del swap.

Las empresas de los Domínguez atrapadas en este producto financiero complejo son Paseodos, Proiecer, Bimba & Lola Estudios, Investigación y Desarrollos de Proyectos, Curros Enríquez 1, Alamedauno y La Trastienda de Olga S.L.

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