Leopoldo Fernández Pujals: «No volvería a comprar Telepizza»

El padre de los 'pelotazos' de Jazztel y del 'secreto está en la masa' critica a los empresarios que no despiden a los empleados 'no válidos'

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Es el único empresario que ha metido a dos compañías en el Ibex 35. De origen cubano, llegó a España en el 1981 de la mano de la farmacéutica Johnson & Johnson, tras pasar por la multinacional Procter & Gamble. Poco después abrió una pizzería en el centro de Madrid. La semilla de la que nacería la primera gran cadena de comida a domicilio en nuestro país: Telepizza.

Su última hazaña ha sido convertir la moribunda Jazztel en una empresa con beneficios y venderla, por 3.400 millones de euros, al gigante Orange. Según la revista Forbes, es la fortuna número 68 de España. «A los 40 años decidí que no me enterrarían sin tener mi propio negocio», aseguraba ayer en un almuerzo informal, organizado por la asociación de jóvenes profesionales y directivos Quelcom, en el Club de Polo de Barcelona, y al que asistió Economía Digital.

¿La fórmula del éxito?

El secreto de sus pizzas estaba en la masa. ¿Y el de sus negocios? Pujals asegura que no hay una fórmula mágica, pero insiste en la importancia de definir bien la misión de cualquier empresa. En el caso de Telepizza, lo tenía claro: el objetivo era crecer lo más rápido posible. Para ello creó una «escuela de magia» –tal y como él la llama–, donde formaba a los futuros amasadores de pizza y contrató a un ejército de repartidores para distribuirlas por cada rincón de las ciudades españolas.

Cuando la compañía era un negocio imparable, se deshizo de ella por una millonada. Hoy, metido en otros berenjenales, asegura que no la volvería a comprar. «Es un árbol que se ha torcido demasiado», comenta sobre cómo la actual dirección está llevando la compañía. Pujals no muestra apego al pasado e insiste en la importancia de marcarse objetivos diarios, lo que él llama establecer «un ciclo gerencial» propio. Una fórmula válida para el gerente de una empresa, pero también para el peón de turno. Todos bajo un objetivo común.

Sin excusas

En su siguiente aventura apostó por un sector completamente diferente: el de las telecomunicaciones. Sumergió a Jazztel, hasta entonces centrada en la telefonía móvil, en el mundo del ADSL cuando pocos hogares en España disponían de él. «En mis dos empresas me centré en un mercado hasta entonces pequeño, pero con un gran potencial», asegura.

Pero, ¿cómo no perderse en el camino hacia los objetivos? Para el empresario hay una «enfermedad» que hay que erradicar en cualquier empresa: los es que y la mieditis. En eso, Pujals es radical: no valen las excusas. Igual que con las personas que no cumplen los objetivos para los que se les ha contratado. «La mayoría de las personas no se atreven a despedir a los que no son válidos», comenta. 

Aprender a emprender

Pujals, nacido en un una familia acomodada, salió de Cuba poco después de la revolución castrista. Tras pasar por el ejército y luchar en la guerra de Vietnam, comenzó su carrera en el mundo de la publicidad y del marketing. A pesar de su experiencia en ventas, asegura que nadie le enseñó a montar una empresa. «Es fundamental ser autodidacta», asegura. Aunque también apuesta por que los jóvenes reciban desde el bachillerato una formación que les enseñe a emprender. «Eso cambiaría el país», asegura.

Pujals cuenta una anécdota para explicar su convencimiento de que las cosas, cuando uno se las propone, salen.

En los inicios de Telepizza, el encargado de uno de los locales le intentó convencer de que allí no podía vender pizzas porque en el barrio sólo vivían ancianos. Pujals trasladó su oficina hasta esta pizzería y se hizo cargo de ella. Según él, consiguió multiplicar las ventas en menos de una semana.

¿Pero cómo? Estando seguros de que podemos convencer a cualquiera de que nuestro producto es el mejor. Tanto en la vida como en los negocios, «todos debemos estar vendiendo algo siempre», asegura.   

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