Las mil y una incógnitas de la salida a bolsa de Loterías

Las sorprendentes prisas del Gobierno, la tormenta en los mercados y la competencia del dividendo abren serías incógnitas sobre la privatización

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Aprobada el viernes por el Consejo de Ministros, la salida a bolsa de Loterías del Estado es el tema de conversación recurrente en los mentideros financieros: ¿Se está vendiendo bien la operación? ¿Por qué se acelera el proceso en pleno desplome de las bolsas? ¿Quién gana y quién pierde con la colocación? Entre los bancos de inversión y un buen puñado de analistas se empieza a extender la impresión de que la forma de trasmitir los valores de la compañía están limitando y mucho el sex appeal del grupo para los potenciales inversores.

Desde el punto de vista puro de los mercados, hay dos razones bastante contundentes para expresar las reservas sobre una operación que trae bajo el brazo numerosas incógnitas. Una, que los gestores del grupo dan por hecho que la oferta pública saldrá bien gracias al atractivo de los 12 pagos anuales de dividendo, una fórmula sin precedentes que se está vendiendo como el máximo atractivo de la OPV. Y dos, que si no cambian mucho las cosas en el próximo mes, el escenario bursátil en el que se va a desarrollar la operación puede ser tan malo o peor que aquel al que hace apenas dos meses se enfrentaron Bankia y Banca Cívica.

Retribución ya superada

“Cuando se sale a bolsa, hay que vender capacidad de crecimiento y un estilo muy definido de gestión. No basta con decir que se va a pagar mucho dividendo”, aseguran en una firma bursátil internacional. Máxime cuando la brutal caída de las cotizaciones este verano ha provocado que un buen puñado de empresas del Ibex, con un historial bursátil largo y fiable, presenten rentabilidades por dividendo más alta que la banda situada entre el 7,5% y el 8% prometida por Loterías.

En primavera, cuando el grupo que preside Aurelio Martínez lanzó este órdago al mercado, Loterías ofrecía una de las tres rentabilidades por dividendo más altas de la bolsa española. Ahora, sería superada de largo por dos grandes gigantes como Telefónica y Santander, por un monopolio sin deuda como es Bolsas y Mercados Españoles (BME) y por la constructora FCC. Además, otras cuatro compañías del Ibex competirían codo con codo con rentabilidades superiores al 7%.

El papel del Estado

Las prisas por sacar adelante la operación han generado también dudas al mercado. Un Gobierno con fecha de caducidad inmediata –el próximo lunes 26 de septiembre se disuelven las Cortes– se ha empeñado contra viento y marea en acelerar los trámites para que Loterías esté cotizando el 20 ó el 21 de octubre. Muchos analistas no entienden por qué no se retrasa la operación hasta que se apacigüen las volatilidades y, en condiciones normales, los inversores profesionales puedan hacer una valoración más sosegada de la operación.

Será un Ejecutivo totalmente amortizado el que se cuelgue la medalla de los 7.000 millones de ingresos previstos, sobre los que los bancos colocadores –los dos grandes españoles y la flor y nata de la banca de inversión internacional–, bufetes de abogados y asesores ingresarán unas muy jugosas comisiones, quizá las más importantes de la historia. Un favor que el Gobierno socialista no quiere ceder al que saldrá de las urnas el próximo 20 de noviembre.

Dudas sobre el volumen

También está por ver si la de Loterías será, como se está vendiendo a bombo y platillo, la mayor oferta pública de venta (OPV) de la historia de España. Dependerá del descuento que los grandes inversores exijan a la compañía para comprar sus títulos. Hasta ahora la operación más voluminosa es la cuarta y última privatización de Endesa, cuando en 1998 la SEPI colocó acciones del grupo energético por valor de unos 6.500 millones de euros.

A esta privatización tampoco le ayuda el recrudecimiento de la guerra del pasivo, que está poniendo sobre la mesa otra vez rentabilidades del 4% sin riesgo alguno para los ahorradores. Una guerra alimentada desde la misma gran banca española contratada para echar toda la carne en el asador en la oferta de Loterías. Dicho de otra forma, dos de los coordinadores globales como BBVA o Santander van a vender un producto cuyo gran gancho es competir con los depósitos y los pagarés que ellos mismos intentan colocar en su red.

Incierta valoración

Pero, como siempre en una salida a bolsa, el gran asunto pendiente es la valoración. Desde el grupo que preside Aurelio Martínez se asegura que la coyuntura de los mercados no afecta a la operación, porque los ingresos del grupo son estables. Sin embargo, su potencial de crecimiento es limitado. Históricamente, el grupo crece a un ritmo del 4% que en plena crisis sólo se ha reducido al 3%, pero esta cifra puede no ser un aval suficiente para defender a capa y espada una valoración de 21.000 millones de euros según la propia Loterías en un entorno muy exigente por parte de los inversores.

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