Las gasolineras ‘low cost’ de Portugal dan el salto a Galicia

Rede Energia desplegará en municipios limítrofes estaciones de servicio propias o franquiciadas por 200.000 euros

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La compañía portuguesa de estaciones de servicio de bajo coste RE, que vende sus carburantes hasta 17 céntimos más baratos y con sistema prepago con tarjeta, está preparando su salto a Galicia a través de gasolineras propias o franquiciadas con inversores locales, iniciando así la primera fase de un plan de expansión que le llevaría a desplegar sus instalaciones por otras zonas de España. Rede Energia (RE), filial de un holding energético brasileño, fue constituida en 2010, suma ya un total de 17 puntos de venta en Portugal y en 2013 facturó 63 millones de euros.

La firma lusa pretende aprovechar la proximidad geográfica y, en base a sus aprovisionamientos masivos y ahorro de costes fijos, tener el suficiente gancho comercial para poder asumir internamente la sustancial diferencia de precios de los principales carburantes (gasóleo A y gasolina 95) entre Galicia y Portugal. Si en el país vecino la gasolina sin plomo cuesta en torno a 1,60 euros el litro, en Galicia este valor se sitúa en 1,33 euros. Este abismo de valores se obtiene si se tienen en cuenta los precios comparativamente más bajos de Galicia que se pueden localizar en gasolineras de A Coruña (polígono de A Grela) y Tui (a dos kilómetros del límite con Portugal).

Dieciséis millones de litros

Aunque no resultará fácil, las cuentas para RE están bastante claras. Y el negocio no es pequeño. Según el Boletín Estadístico de Hidrocarburos, los gallegos, por estimación, habrían consumido en 2013 (con cifras a la baja desde hace años por la crisis económica) alrededor de 250.000 toneladas de gasolina 95 sin plomo y otros 1,4 millones de toneladas de gasóleo A. Total: Más de 16 millones de litros. En contra de los intereses de RE, Portugal grava fiscalmente más los carburantes, y de ahí que el precio genérico sea superior frente a Galicia. Por el contrario, el ahorro en mano de obra y la proximidad territorial haría que los costes estructurales de la logística y el aprovisionamiento en gasolineras gallegas de RE, permaneciesen dentro de las líneas rojas de la rentabilidad para poder asumir una segunda expansión hacia el interior de España.

El marco actual del sector de las gasolinas en Galicia, que cuenta con cerca de 700 puntos de abastecimiento, representa a la vez aspectos ventajosos y de debilidad para RE. La principal ventaja se basa en las mayores facilidades para la instalación de puntos de suministro una vez que el Gobierno español aprobó, en febrero de 2013, una normativa que simplifica los trámites que dependen de las comunidades autónomas y de los ayuntamientos. El motivo es obligar a las empresas a competir, traduciéndose en un beneficio para los consumidores, uno de los máximos dogmas de la UE. El plazo máximo actual para conceder las licencias de gasolineras es de ocho meses.

Centimazo sanitario

El principal inconveniente del sector es que la Xunta ha decidido desde enero de este año, a través de la Lei de Presupostos de Galicia, gravar con el máximo tope que le permite la ley nacional, aprobada en 2002 para el conjunto del Estado y aplicada por la Xunta desde 2004, el margen fiscal del llamado céntimo sanitario. Técnicamente se trata del Impuesto sobre las Ventas Minoristas de Determinados Hidrocarburos. Los combustibles de mayor consumo soportan ahora un aumento de 3,6 céntimos por litro en el caso del gasóleo y de 2,4 en la gasolina. Las arcas públicas gallegas prevén recaudar por el centimazo sanitario cerca de 53 millones de euros en 2014.

El modelo específico de RE se basa en que vende los carburantes en torno a 10-15 céntimos –incluso hasta 17 céntimos en algunos picos de oferta- más baratos que las grandes petroleras que operan casi en oligopolio en Portugal, principalmente BP y Galp. Se aprovisiona en estas mismas grandes compañías y luego emplea aditivos suplementarios para completar la composición química de los carburantes. Hay un intenso debate acerca de si la calidad es o no buena para el rendimiento adecuado de los motores.

Diez años

La petrolera low cost instala estaciones propias o por medio de licencias para la explotación por asociados franquiciados. Usa indistintamente el sistema de prepago electrónico y el autoservicio y a veces emplea el personal imprescindible para atender sus establecimientos. Habitualmente, el coste de una franquicia se sitúa en el entorno de los 200.000-250.000 euros. La inversión inicial incluye el canon de entrada y se establece un derecho de negocio de 0,005 euros por cada litro adquirido. La amortización de la inversión se estima en unos cuatro años, en tanto que la vigencia del contrato es de 10.

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