La sequía de contratos lleva a mínimos el empleo en Navantia

La empresa pública baja de los 5.000 empleos directos por primera vez en medio de prejubilaciones masivas y escasez de nuevos contratos

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Navantia se asoma a una situación inédita. El número de trabajadores en nómina de la empresa pública ha descendido por debajo de los 5.000 por primera desde que en 2015 la Sociedad Española de Participaciones Industriales (SEPI) crease la sociedad tras segregarla de Izar para canalizar su actividad en el segmento militar.

La memoria anual de la empresa pública refleja que a lo largo de 2019 empleó a una media de 4.204 trabajadores entre su sede central y los astilleros de la Ría de Ferrol, la Bahía de Cádiz y de Cartagena, lo que supone un recorte de empleo del 17% respecto a los 5.066 con los que contaba en el ejercicio 2018.

Prejubilaciones masivas

Navantia reduce el tamaño de su plantilla, pero no con despidos. Al envejecimiento de su cuadro de personal se suma el plan de prejubilaciones al que solo a lo largo del año pasado se habrían acogido más de 600 trabajadores de sus astilleros de Ferrol y Fene, lo que aligera el número de trabajadores en nómina por parte de la empresa pública hasta unos niveles sin precedentes en los últimos cincuenta años.

El recorte de empleo directo ha venido acompañado, en el caso de la Ría de Ferrol, de un golpe también entre las empresas auxiliares, que se han visto afectadas ante la sequía de nuevos encargos hasta que en 2022 no se inicie la primera de las cinco fragatas F-110 encargadas por la Armada Española, así como por los sobrecostes en los dos buques AOR para Australia. Es por ello que dos históricas empresas auxiliares de Navantia en Galicia como Elinco, especializada en sistemas eléctricos, y la Cooperativa Iris, encargada del montaje de tuberías, se vieron obligadas a presentar sendos ERE de extinción de empleo que afectaron a casi 200 trabajadores.

Y es que Navantia detalla en su memoria anual que a lo largo de 2020 se adjudicaron un total de 15 grandes contratos de construcción de buques militares. Sin embargo, todos ellos han pasado de largo por Navantia, que han visto cómo competidores como los galos Naval Group ADSB o el holandés Daman Shipyard se adjudicaban contratos en el exterior (Emiratos Árabes Unidos y Turquía, respectivamente), mientras la empresa pública se tenía que conformar con unas fragatas para el Ejército español, que, por razones de seguridad nacional, tan solo pueden ser construidas en astilleros del país.

Ferrol, al ralentí

La dificultades de Navantia para adjudicarse la construcción de nuevos buques impacta sobre todo en los astilleros de la Ría de Ferrol. Tal y como recoge en su memoria anual, las instalaciones de Ferrol y Fene operaron con una tasa de ocupación media (mide la carga de trabajo respecto a la que se podría acoger en sus instalaciones a plena capacidad) del 69,1%.

El porcentaje contrasta con el 85,8% alcanzado en la Bahía de Cádiz, que el año pasado dio carpetazo a la construcción de obra civil con la entrega del cuarto petrolero para Ibaizábal al tiempo que inició la primera de las cinco corbetas para la Armada Saudí, así como con el 99,7% de Cartagena, con plena carga de trabajo a base de los submarinos S-80 encargados por el Ejército español.

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