La leyenda negra de Ríos Seoane persigue a los directivos de Viriato

Fernando y Alejandro, hijos del controvertido empresario gallego afincado en Buenos Aires, controlan la firma textil en crisis y se afanan por dejar a un lado el estigma paterno

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Los gallegos miran al exterior y ven en los frutos de su emigración a emprendedores que han levantado emporios. Pero también a hombres de negocios cuyas fortunas se han desvanecido. Y a otros con carreras salpicadas por la polémica. En algunos casos, son los tribunales los que han tenido que poner orden en sus agitadas vidas. Lo saben muy bien Fernando y Alejandro Ríos Freijo, que contralan accionarialmente y gestionan el día a día de la firma textil Viriato, actualmente en crisis. Su padre, Francisco Ríos Seoane, es uno de los mayores exponentes del lado oscuro de las fortunas de la emigración.

Ríos Seoane, que llegó a ser presidente del Club Español de Buenos Aires, forma parte del entramado de empresas en España que hoy gestionan sus dos hijos, que controlan Viriato a través de las firmas Cestaños SA y Alameda de Órdenes SL . Perseguido dentro y fuera de Argentina por su nunca demostrada implicación en la muerte de un socio (supuestamente, ordenó que lo quemasen con ácido), Ríos Seoane presumía ante los periodistas de «no tener nada, algunos negocios en España; bueno, también en México, Cuba y EE UU». Sus negocios, mejor dicho, las ramificaciones a uno y otro lado del Atlántico, se empeñaron durante años en llevar la contraria a tanta modestia aparente.

El fútbol con polémica

Una huelga del sindicato de jugadores de fútbol provocó otro escándalo en el Club Deportivo Español cuando lo presidía Ríos Seoane: a diversas declaraciones televisadas en las que el empresario acusaba de recurrir al doping a varios jugadores se sumó el ofrecimiento de primas y la situación económica del club, que acabó en el juzgado con un expediente de quiebra. Ese conflicto representó la peor operación de marketing de toda su vida, en un país, Argentina, en el que el fútbol es una religión. Sin ayudas ni referentes, y también sin Ríos Seoane en la presidencia, el equipo bonaerense se arrastró durante años por lo que viene a ser la segunda división española. «Entre rejas y expedientes». Así tituló Clarín, periódico de referencia en Buenos Aires, su perfil cuando estalló el escándalo.

El empresario gallego más conflictivo de Argentina, oriundo del municipio coruñés de Ordes, aterrizó a finales de los noventa de nuevo en su tierra. Y lo hizo, presumía, a golpe de talonario. Sus objetivos, las joyas inmobiliarias de las grandes capitales gallegas. Algunas, como los edificios del Cine Avenida, las extintas Galerías Maisonfor y el antiguo Banco Central, justo delante del Obelisco coruñés, eran inicialmente las perlas de la manzana financiera gallega por excelencia escogidas para engordar su hatillo.

Pero en aquellos años no todos los propietarios se fiaban de quien ofrecía mucho dinero, poca transparencia y demasiadas dudas. Siempre con discreción y con distinta suerte, realizó incursiones en otros sectores, como el textil, con la fábrica Viriato, de Ordes, y también en el alimentario, con adquisiciones de varias firmas en Asturias, como Cerveceras del Colloto.

Acusaciones de homicidio

Como si de un pasado terrible que llamase a su puerta de nuevo, la Cámara del Crimen del país sudamericano dictó en 2001 la reapertura de la investigación judicial por el asesinato de Ignacio Torres, que se oponía a la gestión económica de Ríos Seoane al frente del Deportivo Español, entonces en Primera División, y que había sido quemado vivo en 1994.

Así, ocho años más tarde, la Justicia argentina ordenaba que se volviera a practicar la instrucción del caso, pues en su momento no se recogieron pruebas fundamentales. La familia de Torres acusaba a Ríos Seoane de instigar el asesinato, ya que Ignacio había presentado varias denuncias por fraude en la gestión del club y, según su esposa, el propio Francisco Ríos «le amenazó delante de una decena de personas».

Presencia activa en España

Su actividad empresarial en España no se ralentizó por todo este rocambolesco asunto, ni mucho menos, pero sí se centró algo más en Asturias y Madrid, dejando a un lado sus negocios en Galicia, una vez que su currículo comenzó a trascender. Ríos Seoane ha tenido intereses en sociedades anónimas como Clasilcris, de la que fue presidente; Cerveceras del Colloto, Zumos del Colloto y El Águila Negra, todas ellas domiciliadas en el Principado y de las que era socio. En Madrid, participó en Inespar (Inversiones Españolas y Argentinas), Manila SA, Natura Spain y Riotextil Confección.

La mayoría de las sociedades, a las que había incorporado a sus hijos Alejandro Adrián y Fernando Gabriel Ríos Freijo, comenzaron una lenta agonía a mediados de los noventa, que les llevó a la quiebra, en algunos casos, y a la inactividad, en otros. Perdía así en España una batalla, no judicial, sino empresarial. Ríos Seoane, en su día también destacado miembro de la Asociación de Empresarios Gallegos en Argentina, a buen seguro que sigue de cerca ahora la crisis de Viriato, aunque en un muy segundo y discreto plano.

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