La joya de la corona de Abengoa se tambalea tras la victoria de Trump

La anunciada retirada de subvenciones a las renovables amenaza el rescate, garantizado con el 41% de las acciones de Atlantica, casi todas pignoradas y valoradas por la mitad de los 1.200 millones de capital aportados por los fondos

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Pura coincidencia, la del triunfo del republicano Donald Trump en las elecciones de Estados Unidos con el auto de homologación del juez de lo Mercantil 2 de Sevilla, Pedro Márquez, por el que refrendaba el acuerdo de rescate para evitar que la multinacional sevillana se viera abocada a la quiebra.

Dos asuntos aparentemente dispares, pero que, en función de la política de renovables por la que decida transitar el nuevo gobierno de EEUU, acabarán por confluir en los próximos meses si, finalmente, las subvenciones a los negocios de renovables se ponen en entredicho, se congelan y, todavía más, si finalmente desaparecen.

Atlantica, la garantía del rescate

No en vano, los fondos que han decidido poner 1.200 millones de euros para reflotar Abengoa, lo han hecho cubriéndose las espaldas ante la eventualidad de que la empresa no sea capaz de devolver el dinero comprometido en los próximos años. Una garantía que pasa, básicamente, por quedarse con Atlantica, la filial de renovables de Estados Unidos.

La antigua Abengoa Yield, que los accionistas tenedores de casi el 60% de su capital ya obligaron a sacar del perímetro de Abengoa hace un año para dejarla al margen de la situación preconcursal, pero cuya presencia ha sobrevolado todas las negociaciones entre acreedores, bonistas y fondos. Sabedores de que se trata del activo del que mayor provecho se puede sacar, caso de que el plan de viabilidad no pueda consumarse.

Disputas entre acreedores, fondos y bonistas

En todos estos meses, cada vez que Abengoa ha necesitado de urgentes inyecciones de capital, para afrontar el pago ineludible de las nóminas a sus empleados y a algunos proveedores sin los que la actividad podría quedar paralizada, las garantías sobre Atlantica han estado en disputa.

De hecho, de no ser por las cesiones realizadas de esas prendas –de los acreedores a fondos y bonistas–, esas aportaciones de capital no hubieran llegado, y la situación de la multinacional sevillana podría ser hoy otra muy distinta.

Pero las cesiones se produjeron, dejando a Abengoa con una participación real sobre Atlantica del 41,48% de su capital, pero, en virtud de esas garantías, reducida a apenas el 5%.

Necesidad de que a Atlantica le vaya bien

A partir de aquí, que ese capital de Atlantica en manos de Abengoa aumente exponencialmente es la gran baza con la que cuentan los acreedores y fondos titulares de esos 1.200 millones recibidos –los últimos 500 los recibirá en diciembre una vez que la junta de accionistas del próximo 22 de noviembre apruebe el rescate– para asegurarse recuperar el capital invertido más los onerosos intereses. Y para ello no se va a escatimar ni un euro en apoyar nuevas compras y respaldar nuevos proyectos.

Y es aquí donde un cambio de la política de renovables bajo la presidencia de Trump podría dar al traste con estas expectativas de negocio de Atlantica si, como anunciaba en campaña el republicano, se ponen en cuestión las cuantiosas ayudas federales para la promoción de energías alternativas.

Revés bursátil

De momento, a nivel bursátil, la cotización de Atlantica se saldaba con un retroceso del 10% en las tres sesiones posteriores al triunfo de Trump, cayendo su capitalización a 1.600 millones de dólares (unos 1.450 millones de euros), con lo que el 41,5% de Abengoa quedaba valorado en 600 millones de euros, aproximadamente la mitad del dinero nuevo aportado por acreedores y fondos para evitar la quiebra de la multinacional sevillana.

A la espera de que mañana lunes Atlantica presente los resultados correspondientes al cierre del tercer trimestre de 2016, hasta junio su comportamiento marcaba un crecimiento evidente, con un aumento de los ingresos del 52%, hasta 420 millones de euros.

Recientes compras de plantas solares

Un volumen de negocio derivado del rendimiento ofrecido por la incorporación a su portfolio de varias plantas –sobre todo, solares–, que permitieron aumentar un 77% la facturación procedente de activos renovables, llevando el ebitda a incrementarse un 37%, hasta rozar los 330 millones de euros.

Una de esas compras fue una planta fotovoltaica en Sevilla a la propia Abengoa, como parte del acuerdo que establece el derecho preferente que tiene Atlantica a comprar los activos que la multinacional sevillana ponga en venta dentro de su plan de desinversión.

Atlantica cuenta con una cartera operativa de 1.440 megavatios en plantas termoslares, otros 300 en energía convencional, más de 2.300 kilómetros de líneas de transmisión eléctrica y plantas desalinizadoras en Norteamérica, Suramérica, Europa y África.

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