La guerra interna de Freixenet deja en el aire el control de sus bodegas gallegas

Dos ramas de la familia buscan comprador para el 58% de la compañía, que se hizo con los viñedos de Vinum Terra que tenía Novagalicia y explotó los del narco Laureano Oubiña

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Los Hevia, los Bonet y los Ferrer. Esas son las tres ramas familiares que controlan Freixenet, aunque parece que será por poco tiempo. La compañía, de reconocido prestigio de puertas afuera, atraviesa una tormenta en casa, después de que los Hevia y los Bonet se decidieran a poner en venta su parte de la empresa, que suma un 58% del capital y supone para quien la tenga, por tanto, el control efectivo de la firma del emblemático cava catalán.

Pero el cava no es el único producto que comercializa Freixenet, que tiene en su catálogo vinos rosados, espumosos y reserva, y en su cuenta de activos una veintena de bodegas. En 2013, este medio adelantó la operación por la que Novagalicia vendió a la compañía catalana las adegas de Vinum Terrae, que explotaban los viñedos albariño situados en Meaño (Pontevedra).

Los negocios gallegos

Novagalicia se quedó con Vinum Terrae, la sociedad que comercializaba vinos como Agnus Dei y que ahora está manos de Abanca, para alquilar terrenos y maquinaria a Freixenet. Las operaciones de la empresa catalana en Galicia, que ya había experimentado con Rías Baixas en el Pazo de Baión, propiedad que albergaba los viñedos del histórico narco Laureano Oubiña, las gestiona a través de Bodegas Vionta, que también trabajó con el caldo Rías Baixas que elaboraba la bodega Paco&Lola.

El consejo de Vionta está controlado por Pedro Ferrer, José Enrique Hevia y José Luis Bonet, las tres ramas familiares en pleno conflicto. Los Hevia Ferrer (29% de las acciones de Freixenet) fueron los primeros en poner su participación a la venta. Su órdago era claro, o tomo el control de la compañía. Los Bonet (otro 29%) se sumaron a la política de desinversión de sus parientes, también por discrepancias con la gestión de la empresa. Y los Ferrer, abrumados ante semejante espantada, se propusieron comprar la totalidad del grupo al resto de la familia para mantener el control.

La banca impone recortes

En el culebrón interno no sólo está en jaque qué familia controlará Freixenet y, en consecuencia, las bodegas gallegas que adquirió Julio Fernández Gayoso y que heredó primero Novagalicia y luego Abanca. También cuenta la opinión de la banca. Porque para comprar hace falta dinero y los Ferrer necesitarían unos 120 millones para hacerse con la parte del capital que les falta.

Los bancos están dispuestos a otorgar un crédito sindicado a la familia que pilota Freixenet, pero no a cualquier precio. Como adelantó Economía Digital, pide que se profesionalice la gestión de la compañía y se reduzcan costes, que a juicio de las entidades son demasiado elevados.

El producto estrella de la casa es el cava. La compañía ha destinado el 80% de su producción en los últimos años a la exportación, sin embargo, la caída de ventas en Alemania se llevó por delante buena parte de su beneficio.

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