La Fábrica de Armas enfila el cierre

Hércules de Armamento carece desde este miércoles de plan de seguridad y personal cualificado en la materia, uno de los requisitos para mantener su actividad

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A Coruña es una ciudad llena de peculiaridades. Allí abrió la marca Zara su primera tienda, cuenta con el faro más antiguo del mundo en funcionamiento y, desde este miércoles, con una fábrica de armas sin plan de seguridad y sin el personal cualificado necesario para hacerse cargo de un recinto con necesidades especiales en la materia, en un estado que, recordemos, permanece en alerta 4 por amenaza terrorista.

La pasada medianoche abandonaron las instalaciones de la Fábrica de Armas los últimos empleados de Segur Ibérica, la empresa de seguridad contratada por Hércules de Armamento, concesionaria de las instalaciones, que adeuda alrededor de medio millón de euros por los servicios prestados.

Por el manual

Después de diez meses sin cobrar, la empresa ha decidido cesar la actividad este martes. Previamente, cumpliendo lo que marca la ley, avisó a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado para que se hicieran cargo de las instalaciones una vez dejasen de contar con seguridad privada y con un plan de seguridad. Sin embargo, cuando cruzó la puerta el último trabajador de Segur Ibérica, allí no apareció nadie.

Para evitar problemas, los empleados de seguridad contactaron con Policía Nacional, Policía Local y Guardia Civil para poner la situación en su conocimiento. Todos eludieron su responsabilidad en la materia, por lo que los trabajadores decidieron notificar los hechos al juzgado para curarse en salud.

Futuro laboral

Manuel Gude, miembro del comité de empresa de Segur Ibérica, de la que forma parte desde hace 29 años, afirma haber desarrollado «perfectamente» su labor durante todo este tiempo, «ha sido el cliente quien no ha cumplido». Él y sus 14 compañeros han cobrado religiosamente de su empresa todos estos meses, a pesar de que Hércules de Armamento no le hacía llegar dinero alguno. De momento tiene su puesto asegurado, aunque le apena que no sea en las instalaciones que tan bien conoce.

Gude apunta que, sin personal de seguridad cualificado, la empresa no debería abrir este miércoles sus puertas. Ninguna otra persona podrá realizar rondas, llevar la vigilancia o gestionar el control de accesos. Es más, recuerda que durante los próximos doce meses Hércules de Armamento tiene la obligación de subrogar al personal en caso de que contrate a una nueva empresa de seguridad.

Proyecto en entredicho

Lo que sí está en el aire es el futuro de un proyecto al que no dejan de crecerle los problemas. Los actuales gestores anunciaron hace tiempo la llegada de un socio inversor que aliviará las tensiones de tesorería, así como el aumento de carga de trabajo. Hoy por hoy, son varios los trabajadores que aseguran que se les adeuda una o varias mensualidades. De momento, ninguno ha decidido actuar, pero es probable que a partir de este miércoles la situación se complique.

Al director de Hércules de Armamento podrían empezarle a llover citaciones por impagos, que se vendrían sumar a su reciente imputación por un supuesto delito de estafa por el que tendrá que responder ante el juez a principios del próximo mes de diciembre. Hércules de Armamento cuenta, hasta la fecha, con el aval de Defensa, que tanto en la comisión de seguimiento del proyecto como en varias manifestaciones –alguna al propio alcalde, Xulio Ferreiro– afirmó que la concesionaria cumplía con todos los requisitos que asumió al convertirse en la adjudicataria de la Fábrica de Armas. 

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