La escasez de agua determina las inversiones industriales en Catalunya

Grífols y Danone, vecinos en Parets del Vallès, admiten que esta carestía vincula y afecta a sus inversiones en España

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“Muchas inversiones que hacemos en Estados Unidos es porque aquí no tenemos agua suficiente”, confesó recientemente Víctor Grifols, que lleva 30 años al frente de la internacionalización del laboratorio familiar de apellido catalán que está a punto de adquirir el gigante Talecris, ante un boquiabierto centenar de directivos que asistían en el IESE a una jornada sobre la empresa en el horizonte del año 2020. El empresario añadió que con los niveles freáticos del polígono industrial de Parets del Vallès, donde se encuentra la sede y factoría de la multinacional catalana de hemoderivados, “es difícil seguir invirtiendo por el problema del agua”, máxime, si “nuestros vecinos de Danone nos la roban”, apostilló.

Junto a Víctor Grifols se encontraba en la mesa Javier Robles, presidente de Danone, que nada dijo en su intervención sobre lo que a algunos de los asistentes se antojaba una “guerra del agua”. Los departamentos de comunicación de las dos multinacionales desmienten categóricamente la existencia de conflictos entre Grifols y Danone, “ni por el agua ni por nada”, aunque reconocen su escasez y la importancia del líquido elemento en sus respectivos procesos de producción.

Aunque el presidente de Grífols realizó sus comentarios con semblante serio, tanto en Danone como en su propia compañía califican sus palabras de “jocosas”. Dadas las “buenas relaciones de vecindad” entre ambas empresas, sus portavoces aseguran que “por ese motivo se permitió la licencia de bromear con el señor Robles sobre el tema del agua”. Según la versión «oficial», lo que dijo el presidente de la multinacional farmacéutica fue “un comentario en tono informal y sin mayor trascendencia”.

Matices al margen, tanto en Danone como en Grífols se reconoce que preocupa el agua “porque estamos en un país con escasez”. Por ello, la multinacional de la alimentación lleva tiempo trabajando en la reducción de su uso, hasta el punto de que en los últimos años han rebajado el ratio de su consumo. Mientras la media de utilización de agua en el sector es actualmente de 10,4 litros por kilo de producto, la multinacional presidida por Robles ha logrado rebajarlo a solo 3,4 litros por kilo. Todo ello gracias a que, además, las depuradoras instaladas en sus fábricas proporcionan agua suficiente como para abastecer a ciudades de mediano tamaño.

La solución, ya en marcha

Grífols asegura que hasta ahora las necesidades industriales de agua de la compañía en Parets “se cubren sólo a través de pozos”. No obstante, debido a las situaciones de sequía cíclicas de Catalunya y específicamente de la zona del Vallés, la multinacional reconoce haberse visto obligada a “disponer de un suministro estable de agua a través de la red pública”, lo que supone un coste más elevado, no sólo por el precio superior al de la extracción de pozos, sino por la carga impositiva que comporta. Por esa circunstancia, en Grífols reconocen que “se han hecho las gestiones oportunas con las autoridades correspondientes y la buena noticia es que la solución ya está en marcha, lo que da mayor tranquilidad a Grifols para el desarrollo normal de su actividad”.

En cuanto a las actuales inversiones de Grifols, “ninguna de ellas se ha planteado fuera de España por motivo del agua”, aseguran taxativamente en la compañía. Y para demostrarlo, sus portavoces enarbolan el Plan de inversiones 2008-2012, que es el que se mantiene en la actualidad. El plan diseñado para este periodo, cuyo importe total asciende a 433 millones de euros, permitirá a Grifols disponer de las capacidades productivas necesarias para seguir produciendo hemoderivados conforme evoluciona la demanda mundial de productos biológicos que tienen en el plasma su principal base. Aproximadamente, el 50% de las inversiones de Grífols se realizarán en España y el resto en Estados Unidos, país donde la compañía está presente desde 1990, siendo uno de los grupos españoles pioneros en realizar inversiones en este mercado.

El petróleo de este milenio

Nadie en el mundo duda de que el agua va a ser el petróleo del presente milenio, especialmente en las zonas más superpobladas. De ahí que la Agencia Catalana del Agua (ACA), en colaboración con el Consejo General de Cámaras de Comercio de Catalunya, empezara en la última sequía a ofrecer agua reutilizada a empresas de la comarca del Baix Llobregat, entre otras razones, porque entró en servicio la Depuradora de El Prat, la mayor instalación de esas características del sur de Europa. La iniciativa formaba parte de un plan de ahorro de 58.000 millones de litros al año, una cantidad que supone llenar 14 veces el Camp Nou.

Los sectores con un consumo más intensivo de agua son: papelero, textil (sobre todo aprestos y tintes), química fina, materiales de la construcción, fabricación de áridos y curtidores. En estas empresas, el agua es un bien escaso y caro. El precio de venta del agua depurada está por debajo del que las industrias pagan por el suministro de la red, un ahorro al que se une que está también exento de los tributos asociados a su consumo, como son el canon del agua y el de carga de vertidos. Las innovaciones tecnológicas en las depuradoras hacen que sus aguas sean cada vez de mayor calidad. Pero acometer inversiones en depuradoras es costoso y su amortización por la vía del ahorro tiene periodos excesivamente largos, según los expertos.

Cara inversión en depuradoras

Muchas industrias utilizan agua de sus propios pozos y algunas han implementado sistemas de reutilización mediante depuradoras, sobre todo después de los últimos episodios de sequía. Pero las que invierten en depuradoras no son mayoría. Hacerlo requiere de unas inversiones que hasta la fecha no se han abordado, no sólo por la falta de financiación, sino también por la ausencia de marco normativo que permita con seguridad jurídica la reutilización de aguas depuradas.

Con la sequía de hace dos años, la mayoría de las empresas recurrieron a sus pozos, previa concesión, con la consiguiente sobrexplotación que supuso para los acuíferos. En el caso de los deltas de los ríos, dado que sus acuíferos son un bien público escaso, la Agencia Catalana del Agua (ACA) tiene la obligación de preservarlos. De ahí el decreto que aprobó hace tres años la Generalitat para devolver agua depurada al río Llobregat, en una medida inédita en España. La idea no era otra que a las empresas les saliera a cuenta la sustitución del agua depurada, pese a tener una concesión y un derecho adquirido.

Beneficios fiscales

Una parte del beneficio del uso de agua depurada para las empresas es el ahorro fiscal de los cánones por metro cúbico por consumo y vertido, lo que repercute directamente en las cuentas de explotación. De hecho, mientras que el consumo agrícola ha experimentado un alza y el doméstico se ha frenado e incluso reducido, gracias a la concienciación ciudadana, la industria catalana se ha incorporado al ahorro y ha rebajado su consumo. Más que razones de concienciación medioambiental, la causa del menor consumo industrial se halla en los impuestos asociados al uso del agua y por la carga que se vierte en depuradora. Y todo ahorro supone un incentivo económico para las industrias.

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