La crisis de Navantia golpea a más de 1.200 trabajadores de la industria auxiliar en un año

A los cierres de empresas como TAE, Elecnaval o Tecnymo, se suman despidos y reducciones salariales en más de una veintena de empresas

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Es un crack en toda regla para una comarca que vive y respira a partir del sector naval. La falta de carga de trabajo en Navantia Ferrol, los contratos que se le escapan al grupo público de astilleros, dejan un rastro de sangre en la industria auxiliar, que se traduce en miles de víctimas, empresas que cierran y trabajadores condenados al paro.

Basta con consultar los datos del último año del sindicato Comisiones Obreras sobre los procesos de regulación laboral en la comarca de Ferrolterra que ha gestionado la central para imaginar el desolador paisaje. En 2013, más de 1.200 trabajadores se han visto envueltos en un Expediente de Regulación de Empleo, que ha acabado con reducciones de jornada, recortes salariales o, en el peor de los casos, con despidos.

Maessa, que puso sobre la mesa un ERE de extinción para los 85 trabajadores con los que todavía cuenta en Ferrol (llegó a tener 400), protagoniza el último episodio. Pero antes que la metalúrgica del grupo ACS, otras veinte empresas acometieron recortes laborales a lo largo de 2013, mientras que otras, como Tecnymo o Elecnaval, cerraron definitivamente sus puertas.

Cierres y recortes salariales

La lista empresas arrastradas por el parón de Navantia es muy larga. La firma de ingeniería Dinaín, cerró 2012 proponiendo una reducción de jornada e inicia 2014 con un ERE de suspensión temporal para 50 trabajadores. Contaba con 150 empleados en el arranque de 2013 de los que quedan en plantilla 105. La firma Calsomatu, que distribuye su negocio en el sector metalúrgico y energético, aplicó un ERE para la extinción de 15 empleos, después de haber despedido a otros 18 trabajadores a lo largo del último año. Arranca el año negociando un nuevo ERE de suspensión. Entre las regulaciones laborales de Calsomatu y Dinaín, en el inicio y final de 2013, una veintena de empresas han puesto en marcha medidas similares, entre ellas, Clece, Acciona Fene, Atenasa, Electro Rayma o Bis Spain.

Estas sobreviven a duras penas mientras esperan la llegada del flotel de Pemex o del quinto metanero de Gas Natural. Otras han muerto ya por inanición. Tecnymo, metalúrgica que distribuía sus trabajos entre el sector energético y el naval, entró en un concurso de acreedores que finalizó con su disolución. Llegó a contar con 200 trabajadores. El mismo proceso siguió la eléctrica Elecnaval, que en tiempos de bonanza daba empleo a 115 personas. También cerraron sus puertas TAE o Talleres Cachaza, mientras que Turmoil, que hacía trabajos en la división de reparaciones de los astilleros, entró en suspensión de pagos, adeudando a una treintena de trabajadores tres nóminas.

Daños irreparables

Dentro de la destrucción de empleo a gran escala, que alcanzaba los 2.300 trabajadores desde el estallido de la crisis hasta mediados de 2013, según las estimaciones de los sindicatos, hay daños difícilmente reparables. Los sindicatos diferencian el caso de Maessa, una gran compañía que aterrizó en Ferrol, del de las empresas locales que echaron el cierre, en muchos casos vendiendo sus activos, lo que complica que puedan volver a la actividad aunque Navantia recupere el pulso.

En esta línea se manifiesta también, el secretario xeral de la Asociación Industrial de Metalúrgicos (Asime), Enrique Mallón, que vincula la “pérdida de industrias auxiliares emblemáticas” con el punto final de “inversiones en infraestructuras de empresarios habitualmente ferrolanos y gallegos que han logrado con esa inversión un resultado positivo para sus negocios y para la comarca”. “Una vez que se destruyen y se cierran las fábricas pasan a ser equipos obsoletos e inservibles y acaban siendo vendidos fuera de Galicia a precio de saldo y se destruye un tejido que pesaba mucho en la construcción de fragatas y naves”, concluye.

Dos formas de empleo

La diferenciación entre las grandes empresas y las de menor tamaño procede fundamentalmente de su pauta de actuación. Las multisectoriales, con un negocio más diversificado, operan con importantes contrataciones de personal, salarios altos y trabajo temporal, normalmente vinculado a un encargo o adjudicación importante, informan fuentes sindicales.

Otra diferencia, está en las inversiones. “En una multisectorial y multiactividad, que realmente lo que realizan es una contratación de profesionales y mano de obra, el mayor daño se hace al empleo pero no a las inversiones. En Asime consideramos que el mayor perjuicio viene para las empresas locales que han hecho un esfuerzo durante décadas y a la hora de recuperar sus equipamientos e inversiones van a pasar años y va a ser muy difícil”, explica Mallón.

Esperanzas y alternativas

En Asime confían en que la llegada del flotel de Pemex y del barco de Gas Natural, que el ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro, dio por hecho que construiría Navantia, alivian una situación que lleva tiempo siendo dramática.

Mientras los contratos no llegan, en la entidad apuestan por un futuro vinculado a la eólica marina, un terreno que está investigando la propia Navantia. “Las instalaciones de Ferrol son idóneas para este tipo de construcciones. Hay muchos productos, estructuras y superestructuras que pueden ser fabricados en Navantia, casi todos. Queremos que sea una empresa tractora en el naval”, afirman en Asime.

Mientras las alternativas no cuajan ni llegan encargos, Navantia y sus auxiliares se apagan. El parón dejó a milles de trabajadores en la calle –4.500 según estimaron los sindicatos a comienzos del pasado año computando también el trabajo indirecto–, convirtió a Ferrol en una ciudad récord en número de parados y puso a la dirección de Navantia, controlada pola Sociedad Estatal de Participaciones Industriales (SEPI), contra las cuerdas.

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