La conexión gallega de Mario Conde: del pelotazo de Antibióticos al pazo de la familia Baltar

El ex banquero, detenido por blanqueo, utilizó Galicia como laboratorio político y trampolín empresaial hacia la presidencia de Banesto

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Contó en varias ocasiones Mario Conde que estuvo a punto de morir en Tui, durante su infancia, cuando una inoportuna caída colocó su cuello a merced de las ruedas de una bicicleta que lo dejó inconsciente con el impacto. Desde entonces hasta que se convirtió en el banquero condenado por el desfalco de Banesto, ahora de nuevo detenido por, presuntamente, repatriar desde Suiza y Reino Unido 14 millones saqueados a la entidad, Conde ha sumado aventuras en tierras gallegas.

La última fue el lanzamiento político de Sociedad Civil y Democracia, partido que se presentó a las elecciones autonómicas de 2012 sin conseguir más que un severo batacazo. Antes del fracaso de su proyecto, el ex banquero, siempre bien conectado, aparecía en las tertulias de Intereconomía y se prodigaba en manifestaciones públicas, mientras especulaba con la expansión de su formación hacia otros territorios.

Nada de eso sucedió. El único éxito de Mario Conde en Galicia tuvo que ver con el ámbito empresarial, se remonta décadas atrás y fue el paso previo a su salto a Banesto.

La conexión de Conde con los Fernández de Sousa

Zeltia, en 1985, era prácticamente una sociedad de cartera a través de la cual la familia Fernández ejercía el control de Antibióticos S.A. Tenía un 22% de su capital, y entre sus ilustres accionistas y empleados contaba con dos jóvenes Juan Abelló y Mario Conde. El primero, en representación de Laboratorios Abelló, de su padre, y el segundo, en calidad de consejero delegado y amigo íntimo.

Fue precisamente ese mismo año cuando se materializó la salida de la familia Fernández (Zeltia, Pescanova, Corporación Noroeste, Transfesa) de la compañía farmacéutica con base y laboratorios en León, que propiciaría la escalada a ninguna parte de Conde en tres pasos: primero el control de Antibióticos, después su venta a los italianos de Montedison (más de 58.000 millones de pesetas de entonces) para obtener liquidez en lo que se interpretó como su gran pelotazo, y el posterior asalto al poder de la presidencia de Banesto junto a su amigo Abelló.

Hasta ahí llegó la aventura de los Fernández con un entonces casi desconocido Mario Conde.
En el 86 fallece el padre de los hermanos Fernández de Sousa-Faro. José María accede entonces a la presidencia de Zeltia, lejos ya de Antibióticos, y lleva a cabo una permuta de acciones con sus primos, los Fernández Fernández, en el capital de otra de las empresas sobre las que pivotaba el imperio familiar, en este caso Transfesa, líder nacional en transporte privado de mercancía por ferrocarril, hoy en manos alemanas.

La familia política

Después del paso por prisión, Conde regresó a la escena política gallega cómodamente instalado en un impresionante pazo de A Mezquita (Ourense) que había sido rehabilitado en el año 2.000. La casa de veraneo de la familia Conde fue registrada por la Guardia Civil este lunes en la investigación que provocó su detención.

Emplazado sobre una finca de cuatro hectáreas, cuenta con siete habitaciones, tres comedores, piscina, biblioteca… Un inmueble de lujo que pertenecía a los padres de María Caldelas, diputada del PPdeG y esposa del presidente de la Deputación de Ourense, Manuel Baltar.

Conde lo disfrutaba en régimen de alquiler con opción a compra, que acabó ejerciendo, a pesar de que el pazo se había rehabilitado con ayudas públicas a cargo de los fondos Feder para funcionar como establecimiento de turismo rural.

Compañeros de viaje

La relación de Baltar y Conde siempre fue buena. Se especuló incluso con que el ex banquero pudiera apuntalar el baltarismo sumandose a las filas populares, pero nunca acabó de ser una opción real. El curriculum de banquero condenado cerró las puertas del PP. Pero creía Conde que en la derecha había espacio, como a la postre demostró Ciudadanos, y se lanzó a las autonómicas con Socedad Civil y Democracia con la esperanza de que, al igual que Antibióticos, fueran un trampolín hacia la política estatal.

Entre sus compañeros de viaje estaba Enrique Martí Maqueda, realizador y guionista de televisión con dilatada trayectoria en TVE, Cadena Ser e incluso la dirección de la televisión de Marbella en la etapa de Jesús Gil. Enrique Martí, que fue número uno por Ourense, dirigió películas del destape, programas de variedades y acabó haciendo programas culturales en Telemiño, la televisión del grupo La Región.

En A Coruña, encabezaba las listas Francisco Javier Fernández Tarrío, un abogado ex del PP, que tras su paso por el partido de Mario Conde acabó en Vox.  Daniel Movilla, compañero de Conde en Banesto y miembro de Fundación Civil, organizaba los actos de campaña.

Decía entonces Conde que regresaba a la política por el proceso de desintegración de España, por las castas del sistema financiero y político y por la politización de la justicia que lo había condenado.

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