Isla toma las riendas de Inditex y remata su jugada maestra 

Se pone al frente de la tercera empresa del Ibex por capitalización bursátil. A sus 47 años, el ejecutivo firma una carrera ejemplar en la que ha elegido el caballo ganador

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En enero de este año, el todopoderoso Amancio Ortega anunció que traspasaba los poderes a su consejero delegado Pablo Isla. O le daba el sí al hombre que ha pilotado el viaje del grupo textil hasta el liderazgo bursátil del sector y de una empresa industrial en España, -sólo están por encima Telefónica y Santander– o se exponía a una renuncia segura.

Pablo Isla hará valer este martes una aportación decisiva al grupo, mano a mano con el fundador. Cuando llegó al cargo en la primavera de 2005, Inditex valía en bolsa 14.600 millones y la acción cotizaba a 23,5 euros. Hoy, el grupo vale 38.700 millones, la cotización ha alcanzado los 62 euros y la empresa dueña de Zara, Massimo Dutti, Stradivarius o Berskha vale más en bolsa que su gran rival H&M y casi 6.000 millones más que BBVA, el mismo banco que antes del comienzo de la crisis era 35.000 millones más grande que ya consolidado imperio de Arteixo (sede central del grupo).

Pero la aportación de Isla va mucho más allá del gran escaparate bursátil. El hombre que cambió el Banco Popular por Altadis para dar un salto a ese caballo ganador llamado Inditex ha conseguido doblar las venta y los beneficios del grupo y, sobre todo, evitar cualquier tipo de suspicacia en el relevo de Ortega. Algo muy difícil es una empresa eminentemente familiar en la que un cambio podría ser interpretado como algo muy traumático.

Todo lo contrario. “Nadie hubiera entendido que Isla no hubiera sido el elegido. Ortega no tenía otra opción. ¿Cómo hubiera explicado Inditex al mercado que no toma el mando el hombre que ha llevado el crecimiento del grupo a velocidad de crucero en plena crisis?”, señala un analista. Lo cierto es que las cifras han permitido a Isla conseguir sin tensiones aparentes unos de los puestos más codiciados.

Una empresa más fuerte

“Con la incorporación de profesionales externos, la compañía es más fuerte”, afirmó Ortega hace unos meses para justificar el relevo, que nadie ha cuestionado. Por otro lado, crecen los rumores de que su estado de salud es delicado y que cada vez requiere de más tiempo para recuperarse, incluso fuera de España.

Las próximas semanas serán claves en Arteixo, ya que se materializará qué significa de verdad el relevo en la presidencia de Inditex. Los trabajadores no se explican un cambio radical en el día a día de un hombre que se ha forjado a golpe de zapatilla la imagen del empresario que controla personalmente todo el proceso de producción. Aunque en enero ya dejó claro que en el imperio liderado por Zara empezaba una nueva etapa definida por “una combinación de la juventud y la experiencia, que, con responsabilidad y profesionalidad, llevan a hacer bien las cosas».

Marta, en la lista de espera

Desde la segunda línea también dispondrá de más tiempo para preparar a su hija Marta -fruto de su segundo matrimonio con Flora Pérez-, la única que trabaja en Arteixo. Ortega siempre ha rechazado un relevo dentro del grupo que suponga una guerra abierta entre sus tres hijos: Marcos (discapacitado psíquico) y Sandra, nacidos de su relación con Rosalía Mera, y Marta.

Por el momento, ha zanjado la posible disputa al dejar la compañía en manos de Isla, a pesar de que la menor ha recibido una formación intensiva que empezó detrás del mostrador de un Stradivarius, una de las marcas de Inditex dedicada al público más joven y que, según la leyenda urbana, Amancio creó a petición de Marta. Asimismo, tanto Marcos como Sandra siempre se han mantenido al margen de la gestión de Inditex.

Con todo, el empresario se “jubila” en su momento más dulce si se tiene en cuenta el apartado económico. En 2010 ha llegado al puesto más alto desde su inclusión en la lista Forbes, el séptimo. La prestigiosa revista calcula que su patrimonio ronda los 22.300 millones de euros, 9.100 millones más que en 2009. Y eso en el contexto de crisis mundial actual.

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