Iberfoil, de González Soler: la vida de una fábrica después de Alcoa

El gallego Clemente González Soler, el 'rey del aluminio', apuesta por la antigua fábrica de Alcoa que reflotó en Huesca a pesar de las pérdidas en 2019

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La vida de una fábrica después de Alcoa. La multinacional de Pittsburgh lleva años aplicando un proceso de desinversiones ligado a la caída de los precios del aluminio que la ha llevado o bien, directamente, a cerrar factorías o bien a venderlas. En mitad del momento más convulso que se recuerda, la plantilla de San Cibrao posa la vista en aquellas plantas del grupo que, en la última década, cambiaron de manos. Hace tan solo un año, Alcoa traspasó sus activos en A Coruña y a Avilés a Patner en mitad de un proceso competiivo donde el gigante americano prefirió al fondo suizo (que acabó por vender la mayoría de ambas fábricas a Grupo Industrial Riesgo tan solo unos meses después) antes que a Liberty House, la compañía de aluminio verde que ahora puja por el complejo de A Mariña lucense.

Doce meses después la venta, la experiencia de Alu Ibérica (el nombre que adoptaron las plantas coruñesa y asturiana de Alcoa) no es buena. Los trabajadores han llegado a demandar al Gobierno la intervención de las plantas, al asegurar que las inversiones previstas no se han llevado a cabo. Pero existen otras factorías con suerte distinta. Una de ellas es Iberfoil, la planta de hoja de aluminio de Sabiñánigo (Huesca) que Alcoa vendió al fondo alemán Bavaria tras ponerla a la venta hace más de una década pero que acabó en 2014 en manos del gallego Clemente González Soler, empresario afincado en Madrid y dueño del imperio Alibérico.

Iberfoil entra en pérdidas

La trayectoría de Alcoa San Cibrao y de Iberfoil, dejando a un lado la tremenda diferencia de tamaño, no es ni mucho menos paralela. La compañía aragonesa no atraviesa su mejor momento pero, al contrario que en el caso de A Mariña, el mantenimiento del empleo parece algo seguro. La apuesta de González Soler, por lo menos teniendo en cuenta tanto sus declaraciones públicas como sus inversiones, parece decidida. El pasado año 2019, y según las cuentas de Alibérico SL recientemente remitidas al Registro Mercantil, Iberfoil acabó el ejercicio con unas pérdidas de algo más de 900.000 euros, frente a los beneficios de 300.000 euros de 2018. A principios de año, en unas declaraciones recogidas por los medios aragoneses, González Soler ya adelantó que el 2019 había sido un ejercicio «complicado» en cuanto a ventas. «Los precios de la bolsa de Londres han sido los más baratos de los últimos años y el precio del aluminio ha bajado mucho. A esto se suma la competencia desleal de China, cuyas exportaciones, con apoyo del gobierno, que le da subvenciones a las empresas que lo hacen, se han triplicado a Europa. Y en tercer lugar, está el tema de la sostenibilidad con toda la problemática en el mundo del embalaje y envases, replanteando cuáles van a ser la nuevas formulas de estos materiales», apuntó.

Sin embargo, a pesar de eso, con más de un centenar de trabajadores, la factoría de Iberfoil, antaño desechada por Alcoa, ha sido objeto de múltiples inversiones en los últimos tiempos con Alibérico como dueño. Tras una inversión de 15 millones de euros el pasado año para un nuevo laminador, este mismo junio Alibérico indicaba que Iberfoil «sigue trabajando en las instalaciones de una nueva nave de más de 4.500 metros cuadrados» que acogerá una nueva línea de producción destinada al aplanado de bobibas de aluminio. Las previsiones pasaban por invertir unos 5 millones de euros.

Las empresa del grupo esquivan el rojo

Al gallego Clemente González Soler hace años que le apodaron «el rey del aluminio«. Eterno candidato a la compra de factorías de Alcoa (se interesó por las fábricas de A Coruña y de Avilés e incluso por el complejo de San Cibrao), al margen de los números rojos de Iberfoil, el suyo es un negocio rentable. Aunque no posee ninguna planta de producción de aluminio, su grupo tiene en la península distintas factorías que trabajan con derivados. Dejando a un lado las pérdidas de Iberfoil, su negocio parece ajeno a la crisis que vive el sector.

Siempre según los datos contenidos en la memoria de Alibérico SL, el pasado año, con la excepción de Iberfoil, las principales sociedades del grupo se mantuvieron alejados de los números rojos. Alucoil, en Miranda del Ebro (Burgos) y dedicada a la fabricación de materiales para edificación, transporte e industria, cerró el ejercicio con un beneficio de 5,9 millones de euros, mientras que Redbond, en Alicante, centrada en la creación de elementos de sinaléctica, se mantivo por encima de los 150.000 euros de beneficio. Food Packaging, en Madrid, rondó los 600.000 euros. Alucoat, dedicada al lacado de aluminio y con sede en Jaén, obtuvo dos milones de euros de ganancias.

Aunque finalmente ha sido Liberty House, y no González Soler, quien ha dado un paso al frente para pujar por San Cibrao, en junio, en el marco de su comparencia en el foro empresarial organizado por la CEOE, el directivo gallego insistió en que España no podía permitirse que Alcoa, una empresa que durante décadas fue pública con Inespal, cerrase.

 

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