¿Han hecho las paces las familias de Freixenet?

Las sagas propietarias de las cavas se conjuran para buscar una salida pactada en el consejo más tranquilo en meses. José Luis Bonet, árbitro de la venta, se inclina hacia el 'no' a Henkell

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Freixenet, uno de los mayores símbolos de la gran empresa familiar catalana, vive una crisis interna desde que, en enero, una de las sagas propietarias iniciara la venta de su participación, intentando arrastrar al máximo número de accionistas.
 
Después de unos meses tensos, hasta con gritos en algún consejo de administración, las aguas se han calmado. La oferta de la alemana Henkell parece que no avanza –se supone que está haciendo una due diligence– y todos, o casi todos, están más tranquilos.  

Con máximo secretismo, este jueves 26 de mayo se celebró otro consejo de administración de Freixenet. El enésimo desde que Enrique Hevia, patriarca de los Hevia Ferrer, propietarios del 29% de las cavas, decidiera vender y trajera a su candidato: Henkell.    

Reunión tranquila

A diferencia de otras ocasiones, la reunión de las familias fue tranquila y tanto los Ferrer Noguer, que tienen el control con el 42% y no piensan vender, y los Bonet Ferrer, que tienen otro 29% y la clave en la venta, salieron satisfechos.  

Fuentes cercanas a la compañía han apuntado que los Bonet se han echado atrás y, ahora mismo, optan por no vender. Al menos dos de los hermanos, José Luis Bonet, presidente de Freixenet, y Pilar. Con su no a Henkell sería suficiente para que la compañía se volviera para Alemania, ya que su intención es tomar el control de al menos el 50% de las acciones.    

La situación de los Bonet

Desde el inicio del conflicto, ha habido dos posiciones muy claras. La de los Hevia, de vender su 29%, y la de los Ferrer, de mantener su 42% y comprar el resto si es necesario.  

Entre los Bonet hay división. Pedro Bonet, director de comunicación de las bodegas y presidente del Consejo Regulador del Cava, y Eudald han estado con Hevia desde el principio, favorables a vender. Pero José Luis, más ligado a los Ferrer, y Pilar, que se ha puesto en manos de su hermano, no han terminado de posicionarse.

Las mismas fuentes han explicado que el presidente de Freixenet ha vivido este proceso como un mal trago. En parte por las discrepancias familiares, porque la empresa que fundaron sus abuelos quede en manos de terceros pero sobre todo por la división entre sus hermanos.    

Este mal trago se ha hecho evidente en su expresión, apuntan, durante más de un mes, como se evidenció en algún acto público con motivo del salón Alimentaria, que preside. Sin embargo, en las últimas semanas se ha recuperado. Está más tranquilo, como se vio también este jueves por la tarde, justo después del consejo, en la reunión del Círculo de Economía en Sitges.    

Conjura para terminar con las disputas    

Las fuentes consultadas explican que ha conseguido llevar la venta a su terreno. Es decir, reduciendo al máximo las disputas familiares, especialmente de cara al exterior, en lo que transciende. Ha conseguido una especie de conjura para que, termine como termine, se actúe conjuntamente y con un acuerdo que beneficie a todos.

Aunque su cargo de presidente no es ejecutivo, su voz todavía se escucha dentro de la familia, sobretodo entre los Ferrer, que tienen el control con Pedro Ferrer como consejero delegado. Y más si les juega a favor: con su no a la venta, el proceso se para.

También apuntan que habría conseguido coser de nuevo a su familia, los Bonet Ferrer, sus hermanos. A diferencia de las otras dos sagas, ésta no ha actuado como un bloque, y eso le dolía. Parece ser que puede haber convencido a Pedro y Eudald para que no vendan, o que esperen y tomen una decisión conjunta sobre qué hacer con su 29%.    

¿Qué hará Enrique Hevia?      

Si José Luis Bonet se opone a la venta y frena la opción de Henkell, se abren varios interrogantes. El primero y más importante es qué hará Enrique Hevia. Quiere vender, pero si la oferta se retira, se queda compuesto y sin novia: no recibirá el dinero que esperaba y continuará en la empresa con una gestión en la que no cree, si no hay cambios en este sentido.

Hevia tiene varias opciones: quedarse como está, vender a los Ferrer –si están dispuestos a comprarle su parte a pesar de que ya no les haría falta– o buscar otro comprador. Una de las partes difundió que podría haber más ofertas, pero por ahora no se han concretado.  

El control de los Ferrer  

El segundo interrogante es qué harán los Ferrer. Como avanzó Economía Digital, están negociando un crédito con la banca para igualar la oferta de Henkell y comprar el 58% de Freixenet que no controlan, aunque no se lo ha puesto fácil.
 
Sin Henkell, no les hace falta presentar su oferta, por lo que se pueden quedar como están. Pero también pueden comprar el 29% de los Hevia, con lo que tendrían una mayoría incontestable, con más del 50%, y no habría una parte de la familia a disgusto en el consejo. Aparentemente todos ganarían.
   
¿Y si Henkell se queda?    

Otra opción, menos plausible, es que Henkell compre las acciones a la venta. Es poco probable ya que, desde el inicio, ha manifestado que quiere la mayoría para tener el mando de las bodegas. Es un socio industrial, no un inversor, con lo que una participación minoritaria no le serviría.    

Pero algunas fuentes apuntan que podría entrar en el accionariado para apoyar el crecimiento y expansión de Freixenet a cambio de tener voz en la gestión y de un pacto de compra preferente en el caso de que algún otro socio quiera salir.  

En función de quién vendiera, Henkell podría tener un 29% –si sólo venden los Hevia– o un 43,5% –si venden también Pedro y Eudald Bonet–. En este segundo caso, superaría en el consejo a los Ferrer, con lo que José Luis Bonet sería, otra vez, el árbitro.

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