García Abad: »Con Cebrián el lobby judío se hace con El País»

El autor de El malvado Ibex relata cómo el presidente del Grupo Prisa ha buscado fondos de inversión como Liberty que condicionan la línea editorial

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José García Abad, veterano periodista, fundador y presidente del Grupo Nuevo Lunes, se ha atrevido con todo en su libro El malvado Ibex, que se ha autoeditado. Explica García Abad la influencia de las grandes empresas que se agruparon bajo el nombre de Consejo Empresarial de la Competitividad (CEC), liderado por César Alierta, el ex presidente de Telefónica, en la operación de «rescate» de El País.

Entre muchas historias ligadas a las relaciones entre el poder político, el empresarial y el mediático en España, –como la destitución de Pedro J. Ramírez de la dirección de El Mundo— García Abad se explaya con la figura de Juan Luis Cebrían, presidente del Grupo Prisa y de El País, que ha provocado que «el lobby judío» se haya hecho con el rotativo, condicionando su línea ideológica, según sus pesquisas plasmadas en El malvado Ibex.

Los datos que aporta en su libro son concluyentes. «El poder se ha jibarizado. Cuando el grupo salió a bolsa en junio de 2010 valía 6.400 millones de euros; a finales de julio de 2016, sólo 417 millones».

La «bicicleta» de Cebrián

El gran protagonista en todas las operaciones ha sido Cebrián, que busca accionistas para mantener la empresa periodística a flote, o, como explica García Abad, «la bicicleta en movimiento y manteniéndose en ella». Ahora, el primer director que tuvo El País acaba de publicar Primera página. Vida de un periodista, 1944-1988 (Debate).

La participación más confusa o «exótica» fue la del fondo Liberty, un fondo de capital riesgo «muy especulativo en busca de oportunidades y nada interesado en comprometerse en inversiones estables a largo plazo». El fondo entró en Prisa en marzo de 2010, y, «en teoría» aporto 600 millones de euros a cambio del 50% de Prisa.

Habitualmente, siguiendo el relato de García Abad, los fondos de inversión no han entrado en la línea editorial de El País, salvo la excepción que supone Liberty. «Una muy notable y creo que poco conocida es el compromiso de Juan Luis Cebrián con los de Liberty, Nicolas Berggruen y Martin E. Franklin, para establecer un sistema que garantice una postura pro judía del periódico, una línea a la que Cebrián presta la mayor atención. Desde entonces el control es sumamente riguroso y produce víctimas».

Las víctimas de Liberty

Entre ellas, según García Abad, el despido de Juan Gómez en diciembre de 2014, un veterano periodista de la casa que llevaba seis meses de corresponsal en Jerusalén, y antes había trabajado desde Berlín.

Tras dar cuenta de la invasión de Gaza en julio de 2014, con la muerte de casi cien palestinos, 17 menores y 13 soldados israelís, El País «ilustra la crónica en su edición digital con una fotografía de soldados israelíes llorosos con el siguiente pie: «Soldados israelíes lloran en el funeral por un compañero muerto en la ofensiva».

Otras víctimas, según García Abad, fueron Emilio Menéndez del Valle, embajador en Amán y en Roma, con la censura de sus artículos, y el humorista Carlos Romeu, por sus incisivas viñetas.

Las preguntas sin respuesta de Prisa

En su libro, García Abad envía preguntas al Grupo Prisa que no obtienen respuesta: «¿Cuál es la deuda actual de Prisa? ¿Cómo está distribuida?, ¿Cuál es su estructura de capital y quiénes son los accionistas más significativos?, Cuándo Liberty entra en Prisa, en marzo de 2010 en una operación difícil de comprender, aporta en teoría 660 millones de euros a cambio, según se dice, del 50% de Prisa, ¿qué paquete accionarial posee en estos momentos Liberty y los accionistas de Liberty?; ¿Es cierto que Prisa paga el alquiler de la nueva vivienda de Juan Luis Cebrián? ¿Me podéis dar la lista de los invitados a la cena del 40 aniversario? ¿Es cierto que se ausentaron César Alierta, Ana Botín, Francisco González o Isidro Fainé?» Todo eso lo escribe en el libro para dar cuenta de que no se respondieron sus preguntas.

Esa última pregunta la responde, según su interpretación, García Abad, al considerar que los que habían salvado Prisa, de una forma directa, no querían verse tan comprometidos como para asistir a esa cena. Se trata de la operación que lideró César Alierta, como presidente de Telefónica y del CEC, para que la gran banca española se sumara, con La Caixa y el Banco Santander. Telefónica posee algo más del 13% de Prisa; el HSBC, un 9,6%, el Santander, el 4,6%; y La Caixa, el 3%.

La figura de Soraya

García Abad sostiene que la operación para salvar a Prisa se ha hecho con el pleno conocimiento y supervisión del Gobierno, y que quien se ha puesto la «medalla» ha sido la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría.

Por ello, el autor de El malvado Ibex asegura que «todo el mundo sabe en El País que hay instrucciones de no tocar a la vicepresidenta, se puede atacar a Rajoy, pero no a su segunda de a bordo».

Sin embargo, aunque Soraya «no es totalmente ajena al operativo», García Abad insiste en que ha sido la gran banca y las grandes empresas las que han posibilitado que Prisa no se haya hundido, y que Cebrián siga ahí, buscando siempre nuevos inversores, y condicionando la política española, como denunció el defenestrado ex secretario general del PSOE, Pedro Sánchez.

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