Finsa hace autocrítica: en el sector forestal «damos pena»

El secretario general de la primera maderera gallega lamenta "30 años" de desacuerdos entre empresas, asociaciones y administración mientras radiografía las debilidades del monte gallego

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp

No se prodiga la primera maderera gallega en declaraciones públicas, pero cada vez que las hace da muestras de una sinceridad abrumadora. Sucedió cuando su secretario general, José Carballo, reconoció los errores cometidos por la empresa durante la crisis económica: «Lo peor fue cuando hubo que mirar a la cara de muchos compañeros y decirles que no había trabajo», dijo entonces. El mismo protagonista ha vuelto a hacer un ejercicio de autocrítica, esta vez analizando la salud del sector forestal gallego para la revista O Monte, de la Asociación Forestal de Galicia, que agrupa a propietarios y comunidades de montes de la comunidad:

«Damos pena todas las asociaciones que integramos la cadena de valor de la madera. Creo que en los últimos 30 años no conseguimos entendernos entre nosotros, no conseguimos la consideración de colaboradores leales con la Administración, ni conseguimos relevancia en la opinión pública», expuso Carballo cuando le preguntaron por la evolución de las asociaciones de selvicultores.

«La prueba es que no nos financiamos con la aportación de nuestros asociados, porque no ven que les aportemos nada, sino que nos financiamos con el dinero público, y así perdemos nuestra independencia. El conjunto del sistema asociativo e institucional me parece un enorme fracaso», insistió.

Las oportunidades perdidas

Que nadie lo entienda como una crítica voraz. En las palabras de Carballo hay pena por el tiempo perdido y por no saber aprovechar el potencial forestal de Galicia, pero Finsa también está incluida en la ecuación, como uno de los actores principales en el monte gallego: «Del balance tan negativo de los últimos 30 años de vida forestal en Galicia, que afecta a la Consellería de Agricultura, después a la de Medio Ambiente, después a la Secretaría Xeral de Montes y a todas las asociaciones del sector, salvaría el esfuerzo de muchos pequeños selvicultores y la estructura de la industria de servicios (viveros, rematantes, transportistas…) 2.000 de los cuales son proveedores estables de Finsa», apuntó.

Sobre el Plan Forestal de Galicia de 1992, articulado durante el Gobierno de Fraga con un amplio consenso, considera Carballo que «una vez aprobado y publicado se guardó en un cajón y jamás se volvió a usar como compromiso de ejecución (…) ¿Qué credibilidad puede tener ahora hacer otro?». Respecto a la investigación forestal en Galicia señala que «si existe», no la conoce; y sobre la Mesa da Madeira, el Consello Forestal de Galicia y «foros de este tipo» que «no han servido para nada». «Los utiliza la Consellería y la Dirección Xeral del ramo para sacar un titular en la prensa», lamentó.

La industria desaparecida

En realidad, los males que detecta el secretario general de Finsa no son muy distintos a los que vienen denunciando algunas patronales del sector, aunque pocas veces llegan desde un agente empresarial de tal magnitud. Finsa compra dos millones de toneladas de madera al año y reparte entre 75 y 100 millones de euros por ejercico entre los propietarios forestales.

Carballo reconoció que se produjo una «constante decandencia en la industria de transformación del pino en Galicia», que hubo un fuerte incremento en los costes de aprovechamiento, derivados del minifundio, las dificultades de mecanización y la proliferación de ordenanzas municipales; y que la madera de pino tiene una «calidad baja».

«Galicia perdió todas las instalaciones de transformación de la madera de alto valor añadido: chapa fina, contrachapado, madera laminada. El único aserradero que se nuevo en los últimos 35 años se hizo en O Carballiño y cerró hace 20. Las últimas líneas de madera técnica son de finales del siglo pasado (…) Hay que cuidar la industria que nos queda porque, hoy por hoy, Galicia no tiene condiciones para que venga otra», zanjó

¿Cómo lo solucionamos?

Las palabras de Carballo tienen también una lectura performativa. Son una llamada a los actores del sector forestal para cambiar las expresiones «vagas, genéricas e indefinidas» por metas «claras, concretas y evaluables».

«Creo que lo primero que hay que hacer es un diagnóstico de la situación en la que estamos y, seguidamente, definir los objetivos que se pretendan conseguir, es decir, ¿cómo queremos que sea la Galicia forestal de las próximas décadas? ¿Queremos una Galicia forestalmente productiva o no? ¿Cuánta madera queremos producir y de qué especies?». Solo con eso, dice Carballo, ya se puede hacer un buen trabajo para los propietarios, para el sector y para Galicia.

Avatar

Recibe nuestra newsletter diaria

O síguenos en nuestro  canal de Whatsapp