«En Inditex se trabajaba casi hasta que te ponías de parto»

Mercedes López trabajó para Amancio Ortega desde los 14 años, impulsó el primer sindicato de Inditex y, ya prejubilada, sigue luchando: "Estamos hartas"

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A los 14 años empezó a trabajar para Amancio Ortega, que todavía no era el señor de Inditex, sino el dueño de GOA. A los 17 años ya estaba pensando en las reivindicaciones laborales de aquellas mujeres que confeccionaban para el que hoy es el hombre más rico de España. Como las trabajadoras de Inditex, las de Caramelo o las de Mafecco tenían casi todos los derechos por conquistar, pues apenas gozaban de ninguno.

Mercedes López Rodríguez vivió todo este proceso, desde las manifestaciones ante el Palacio de Justicia con palabras prohibidas como aborto o anticonceptivo, hasta el éxodo del textil hacia territorios asiáticos con mano de obra barata, una puñalada por la espalda de la globalización al empleo femenino en Galicia.

Impulsora del primer sindicato de Inditex, responsable sindical durante muchos años de las fábricas de Ortega, donde CC.OO. mantuvo una hegemonía casi incuestionada, la noiesa, ya prejubilada, se manifiesta este jueves con una pregunta y una aseveración: “¿Qué más nos tiene que pasar para que hagan algo? ¡Estamos hartas!”. No es mal lema para una vida de lucha en el ámbito laboral y en el de la mujer.

De la nada a uno de los mejores convenios del grupo

Porque el movimiento obrero en Galicia es difícilmente comprensible sin las mujeres del textil en las décadas de los ochenta y noventa. “La patronal que teníamos entonces era totalmente paternalista. Teníamos que agradecer que nos dieran un trabajo. Había el prejuicio de que solo el hombre se podía manifestar pero nosotras siempre fuimos muy peleonas. Esto generaba dos problemas, uno con la empresa y otro con la familia, que te decía que cómo se te ocurre hacer eso. Pero todo ese tiempo, toda esa lucha, sirvió para llegar a lo que tenemos implantado hoy en Inditex”, explica Merche López.

Las fábricas de Inditex, 10 centros en Arteixo y otro en Narón, tienen uno de los mejores pactos laborales del grupo. En 2017 se renovó el acuerdo regulador con un incremento salarial del 14% para el trienio. A esto se suma un buen puñado de ayudas sociales y derechos de conciliación y vacaciones. Las condiciones son buenas, pero costó mucho llegar hasta ahí.

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Mercedes López recibió en 2016 el premio 10 de marzo, que otorga Comisiones Obreras en reconocimiento de su labor sindical / CC.OO.

«Dios mío, me vas a parir en la fábrica»

“Inditex no era diferente a las demás empresas. Tenía su tono autoritario y paternalista. Éramos ‘sus niñas’ y eso nos generó grandes dificultades. Como te daba un poco, digamos que te concedía, dificultaba muchísimo la movilización. Cambiar esa cultura y decir que no queríamos regalos, sino derechos; y que los queríamos por escrito y en una mesa de negociación; todo eso hubo que lucharlo muchísimo y durante mucho tiempo”, expone.

Cerca del 90% de la plantilla de las fábricas de textil, de enorme importancia en Galicia, eran mujeres. “¡A nadie se le ocurría poner a un hombre en la plancha o cosiendo!”, recuerda la sindicalista, pues representaba un problema social. Se trabajaba con unos ritmos “terribles”, antes de seguir trabajando en casa.

‘Inditex no era diferente a las demás empresas, tenía su tono autoritario y paternalista’

“Hacer valer tus derechos era un problema. Por ejemplo, coger horas para ir al médico se pensaba dos veces por miedo a las represalias. De la salud laboral ni se hablaba. La prioridad era producción, producción, producción. Las embarazadas del textil trabajábamos hasta que no podíamos más. Recuerdo comentarios del encargado tipo: ‘Dios mío, me vas a parir en la fábrica’. Es que la baja se cogía cuando ya no podías más”, recuerda. “¡Es que éramos mujeres! Aguantamos con todo porque no nos quedaba otra”, insiste.

Para la sindicalista, los cambios operados desde aquellas terribles condiciones de los ochenta a hoy en día fue un trabajo de aprendizaje mutuo: empresa y plantilla se fueron educando. «Tuvimos ese privilegio en una empresa como Inditex». A día de hoy, reconoce, hay muchas mejoras sociales que incluye el marco laboral de la compañía que están por encima de las legisladas. Cuestión que es a la vez un motivo de orgullo por los logros de tantos años de lucha, pero también de cabreo, por la falta de avances en el terreno político. 

La desesperación de Caramelo

Merche López rememora dos momentos en su trayectoria sindical. Las primeras manifestaciones masivas, contando apenas más de 20 años, frente al Palacio de Justicia. Pronuncia las proclamas que ya no se cantan. Lamentablemente, pues le gustaban mucho: “Mujeres somos, mujeres seremos, pero en la casa no nos quedaremos”.

El otro es más triste. Se le quedó grabada la imagen de las mujeres de Caramelo que protestaban ante la Xunta demandando una solución al cierre. “La gente se desgarraba delante de la Xunta. Hombres y mujeres llorando. Fue una de las que más me impactó por la actitud de las trabajadoras”, explica.

En Caramelo sucedió como en la deslocalización del textil gallego. “Las mujeres del textil empezamos a trabajar a los 14 años. La formación que teníamos era nuestro trabajo. Lo aprendimos por la experiencia. Una vez que tu empresa cierra, te coge con 45 o 50 años y no tienes nada. ¿Cómo vas a competir por un puesto de trabajo con esa edad y sin formación?. Eso para las mujeres de Galicia fue tremendo. Solo en Caramelo, 700 mujeres se quedaban fuera ¿Adónde van? Es verdad que algunas se recolocaron en otras textiles, pero la mayoría se fue a limpiar o adonde podía justo cuándo más necesitaban trabajar para su jubilación”, lamenta.

8 de marzo de 2018

En la visión de la situación actual de la mujer, la sindicalista tiene dos obsesiones. La primera, la necesidad de educar en la igualdad en la empresa y romper con la brecha salarial. La segunda, que los políticos legislen y pongan recursos para acabar con la discriminación y con los asesinatos de mujeres.

“Esta huelga es un paso adelante, totalmente diferente de las manifestaciones que se venían haciendo el 8 de marzo. Hemos dicho basta porque los políticos miran para otro lado, porque las mujeres que nos representan en el ámbito político vuelven a reproducir el esquema heredado, sin mostrar más sensibilidad. Es cierto que avanzamos mucho, en temas como conciliación o en maternidad, pero es insuficiente. Falta legislar. Sobre todo en materia de corresponsabilidad”, concluye.

Alude, por ejemplo, a que las reducciones de jornada las sigue cogiendo la mujer para el cuidado de los hijos o los mayores. “Es lógico, pues si cobran menos que el hombre, la pareja decide mantener su poder adquisitivo lo más alto posible. No solucionaremos el problema si no acabamos con la brecha salarial”, asevera.

Violencia de género

Y cuando habla de las víctimas de violencia de género se indigna: “Perdón por decir esto, pero si fueran hombres hace tiempo que se hubieran tomado otras medidas. No puede ser que se firme un pacto de Estado contra la violencia de género y que luego mires el presupuesto y descubras que no hay recursos. Pero sí hay recursos para autopistas. Por eso es la manifestación. ¡Estamos hartas!  Necesitamos legislación  y recursos, si es que al Gobierno le importa. Creo que esta movilización va a marcar un antes y un después. Creo que se va a tener que tomar en serio el problema de la mujer a todos los niveles”, pronostica.

Y concluye: “De verdad, es que estoy harta. Somos el 50% de la mano de obra y no hacen nada”.

 

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