El socio de Alcoa compite con las plantas españolas de la multinacional

La compañía argumenta que no puede entrometerse en el negocio de su 'partner' saudí

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Los trabajadores de la planta coruñesa de Alcoa no han podido aguantar más y han decidido denunciar públicamente lo que consideran «una burla»: la entrada de metal por el puerto de Vigo procedente de una factoría de Arabia Saudí en la que la multinacional controla un 25% a través de una joint venture. Es una situación que, como explican desde el comité de empresa, «se viene produciendo desde hace varios meses».

Los tochos de metal a los que hacen referencia, que se elaboran en también en cualquiera de las tres plantas españolas, portan el logotipo de Alcoa y el de la planta saudí de Ma’aden – como probaron gráficamente los trabajadores –. Según el comité, acabaron en manos de uno de los clientes con los que trabaja habitualmente la fábrica coruñesa

Versión de la empresa

La multinacional aclara que no está trayendo metal de Arabia Saudí, ni tampoco suministrando desde otras plantas a sus clientes de la Península Ibérica. Preguntados por los cargamentos de los que tienen constancia los trabajadores, desde Alcoa afirman no tener «nada que ver» con ellos.

«Alcoa no controla la producción de la parte de Arabia Saudí, ni los saudíes la nuestra. Sin embargo, el 100% de lo que sale de fábrica lleva los dos logos», apuntan desde la multinacional.

Lo que más irrita a los trabajadores coruñeses es que, desde el momento en que conocieron el proyecto de Ma’aden, la empresa les aseguró que no llegaría «ni un solo kilo a Europa». Alcoa asegura que esa promesa sólo afectaba al 25% que controlan. Del resto «no puede opinar».

Precedente islandés

Al presidente del comité de empresa de Alcoa A Coruña, Juan Carlos López Corbacho, esta práctica ya le suena. Cuando Alcoa abrió su planta en Islandia les dijeron que no les iba a afectar. Construyeron un embalse para abastecer de energía la nueva instalación y se puso en marcha.

«Hasta 2011 nosotros teníamos un laminador para hacer alambrón. Cuando entró la fábrica islandesa en funcionamiento a nosotros nos cerraron la planta. El declive empezó ahí», señala López Corbacho.

«El camino que tiene para nosotros Alcoa es muy visible», comenta. Lo de que no iba a entrar metal de la planta de Arabia era, según él, «una disculpa para mantenernos tranquilos y adormilados». «Cuando puedan servir a los clientes desde Arabia Saudí con tranquilidad nos dirán ‘hasta luego, aquí ha terminado el Plan Marshall de Alcoa'».

El papel de las administraciones

Ante esta «actitud deshonesta» por parte de la empresa, la plantilla exige a la Xunta y al Gobierno que tomen cartas en el asunto y aclaren lo que está pasando. «No puede ser que resulte más rentable meter el material en un carguero, recorrer miles de kilómetros y venderlo más barato por los costes laborales en origen y porque medioambientalmente pueden hacer lo que les dé la gana, que producirlo aquí. No es justo. Y más cuando estamos al 70% de producción y pasándolo muy mal», denuncia.

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