El retraso de la subasta eléctrica tiene en vilo a los trabajadores de Alcoa

Alertan de que celebrarla hacia final de año puede suponer la pérdida de pedidos y poner en riesgo el futuro de las factorías de la multinacional

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Por si la incertidumbre sobre el futuro de las plantas fuese poca, la tardanza del Gobierno en fijar la fecha para la subasta eléctrica no hace sino aumentar la preocupación de los trabajadores de las plantas de Alcoa, que temen que la situación se agrave a medida que pase el tiempo.

El representante de la UGT y miembro del Comité de Empresa Europeo de Alcoa, José Luis Combarro, explica que «todo lo que sea ir más allá de septiembre, no nos beneficia a ninguna de las tres fábricas» porque muchos clientes quieren tener ya cerrado al inicio del último trimestre los pedidos del próximo año.

El representante sindical asegura que están en continuo contacto con la dirección del centro para conocer cualquier novedad al respecto, perro de momento sólo les trasladan que no hay nada confirmado. También presionan a través de las federaciones estatales para despejar una duda que mantiene a todo el personal en vilo.

Futuro en el aire

Y no es para menos. Como explica Combarro, «dependemos de que mucho haya una subasta y un precio positivo si queremos que en el futuro las fábricas sigan produciendo». En este sentido, incide en que otro aspecto importante es conocer las condiciones de la misma. «Es importante que haya bloques para todas. Sabemos que no tener un precio competitivo es algo que se puede añadir a una decisión que puede tomar la compañía, que nosotros queremos que sea la de seguir produciendo».

En 2014, recuerda, la subasta se celebró en diciembre y llevó a la multinacional a plantear un expediente de extinción de empleo sobre la totalidad de las plantillas de las factorías de Avilés y A Coruña. «Existe preocupación», reconoce, ya que entonces el retraso supuso que algunos clientes, ante la incertidumbre de si podrían servirles o no, decidieron cancelar sus pedidos.

Empleo

Respecto a las posibles consecuencias laborales, indica que no quiere poner el carro antes que los bueyes. «Aquí nadie tiene asegurado nada, pero sabemos en qué circunstancias tendríamos más posibilidades de futuro y en cuáles menos. No quiero ser yo quien diga lo que tiene que suceder».

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