El resurgir empresarial de la familia Cuiña

Inasus y Metaldeza, que entró en concurso de acreedores en 2012, multiplicaron su presencia internacional para combatir la crisis, que amenazaba con dejarlas a dos velas

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La Cidade da Cultura, el aeropuerto de Santiago o El Corte Inglés de Marineda City. Todas las infraestructuras forman parte del lustroso portafolio de Inasus, uno de los emblemas empresariales de la familia Cuiña junto a Metaldeza. Pero aquellos contratos son ya cosa del pasado. Eladio y Ramón Cuiña, hermanos del que fuera mano derecha de Manuel Fraga, Xosé Cuiña, han dado un vuelco a su modelo de negocio en medio de una crisis que cerca estuvo de llevarse por delante a Metaldeza, que suspendió pagos en 2012.

La táctica no ha sido diferente a la que siguieron Copasa o San José, construir fuera lo que dejaban de ganar en casa. Las dos empresas, controladas a través del holding Aurela, han multiplicado su presencia internacional, que alcanza la decena de países, y han pescado jugosos contratos en el extranjero, algunos de ellos en alianza con ilustres vecinos, como los empresarios Manuel Añón o José Luis Cortizo Soñora.

El músculo de Inasus

El caso más llamativo quizá sea el de Inasus, que ya en 2013 había cambiado el chip y tenía el 70% de su cartera de negocio más allá de la frontera española. Los Cuiña nunca ocultaron la apuesta por la internacionalización y la cifra de negocio del grupo parece darles la razón. Las previsiones de la empresa estaban en alcanzar una facturación a cierre de ejercicio de 25 millones. De lograrlo, habrían casi duplicado sus ingresos en tres años, ya que en 2012 lograron un volumen de negocio de 14,6 millones.

Con base en Lalín, Inasus está presente en Reino Unido, Irlanda del Norte, Francia, México y Suiza. En el país helvético consiguió uno de sus contratos más destacados para la construcción de las fachadas de la sede de Sagrave en Lausanne por 2,2 millones de euros. Ahora está trabajando en la fachada del hospital de Belfast (Irlanda), una obra valorada en 12 millones, o en las fachadas de la biblioteca de la Universidad de Birmingham (Reino Unido). A estes logros se suma un nuevo contrato para la rehabilitación del edificio Tour 10 Grenelle en París, con un presupuesto de 8 millones.

Una historia de superación

Si Inasus siempre ha dado síntomas de fortaleza para remontar la crisis, no sucede lo mismo con otras empresas de la familia. Por el camino se quedó Construcciones Técnicas de Radioterapia, también controlada por Aurela e impulsada con algo más de 2 millones en ayudas de la Xunta; y casi se queda también Metaldeza, que superó la suspensión de pagos con un plan de negocio fundamentado en la internacionalización.

Como sucedió con Inasus, los Cuiña decidieron que Metaldeza también debía romper el cascarón e iniciaron en medio de la tormenta de la recesión un proceso de expansión. La empresa dezana, que acumuló experiencia en Panamá y Colombia, abrió oficinas en Marruecos y Argelia, y tenía en el punto de mira Sudáfrica, Emiratos Árabes y Reino Unido, uno de los emplazamientos más fértiles de Inasus.

En el camino le han ayudado algunos contratos con firma gallega, por más que se hagan lejos de Lalín. Metaldeza participa en la construcción de una planta de instrucción de aluminio en Francia para Aluminios Cortizo, el imperio que hilvanó José Cortizo Soñora. Este contrato se suma a la construcción de las naves de la acería de fundición, de la colada continua y el parque de chatarras que completarán la siderúrgica del empresario de A Laracha en el estado de Ceará, al noroeste del Brasil. El contrato con el propietario de Hierros Añón era una pieza clave en las previsiones de Metaldeza, que quería acabar 2014 con una facturación próxima a los 13 millones, de los cuales, el 80% procederían de obras en el exterior. 

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