El presidente de las inmobiliarias gallegas fue ‘broker’ del grupo de Donald Trump durante más de tres años

Benito Iglesias comercializó el 'Trump Ocean Club International', que promocionaba el ahora presidente electo de Estados Unidos en Latinoamérica; Trump era entonces un referente del sector y su equipo acudía al salón inmobiliario en Ifema

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No hace tantos años, en el frenesí del mercado inmobiliario, un avión rotulado con la palabra Trump aterrizaba en el aeropuerto de Barajas. El equipo empresarial del ahora presidente electo de los Estados Unidos acudía al salón inmobiliario en Ifema, el Sima. Donald Trump era uno de los referentes de un sector que vivía años dorados, con las entidades financieras, también Caixa Galicia, impulsando grandes desarrollos alrededor del mundo.

Los expositores de Ifema eran ciudades en miniatura. Era el caso de los puestos de inmobiliarias como Promaga, Casa Azahar o Hansa Urbana, con grandes promociones internacionales en su cartera. El de Trump no destacaba demasiado entre las grandes arquitecturas efímeras de la feria, pero fue allí donde Benito Iglesias, el presidente de la Federación Galega de Empresas Inmobiliarias, contactó con el equipo de Donald Trump. Al fin y al cabo, los salones inmobiliarios estaban para eso, para hacer contactos.

Contacto en Sima

«Trump era uno de los referentes del sector, por el tamaño de su empresa, pero también porque era el más famoso», explica Iglesias, matizando que «después haría varias operaciones que salieron mal, y eso era algo que se estudiaba y se conocía entre los profesionales».

El despacho inmobiliario Benito Iglesias trabajó como broker independiente entre 2005 y 2010 para empresas internacionales, como la mexicana Gicsa en México. Se dedicaba a promociones de lujo para clientes con alto poder adquisitivo. En 2007 firmó un convenio con el grupo Trump, que estaba desarrollando enormes condominios en varios países de Latinoamérica, y la relación se prolongó hasta 2010.

Trump tenía brokers por todo el mundo

El contacto era casi en exclusiva con la jefa de brokers (jefa de sala) del millonario, ahora convertido en uno de los hombres más poderosos del mundo en lo político y en lo económico. Dio la casualidad de que la jefa de brokers, de origen latino, estaba casada con un gallego. Pero eso Benito Iglesias lo supo después, en las reuniones que mantenían a través de Skype y en el intercambio de correos electrónicos. Fue el perfil de broker internacional el que habilitaba a su despacho para trabajar con el grupo norteamericano.

El empresario gallego incorporó a su cartera inmuebles de la división Trump Hotels, inmuebles que se vendían por 250.000 dólares, los más baratos, hasta el millón de dólares, los más lujosos. El acuerdo afectaba al desarrollo del Trump Ocean Club International, un hotel de lujo que se eleva 70 plantas sobre el mar y que hoy es uno de los edificios más altos de Latinoamérica.

«En la operativa que utilizaban, en ocasiones cada promoción tenía su propio jefe de brokers», explica Iglesias.El grupo de Trump enviaba una relación de inmuebles con el precio y las características, así como la comisión que correspondía al broker en caso de venta.

La crisis acaba con la relacíón

Con la recesión económica, el sector de mercado en el que trabajaba Iglesias se estrechó sobremanera, las entidades financieras plegaron velas dejando en sus balances activos sin salida y los clientes comenzaron a escasear. En 2010, el empresario gallego deja la relación con Trump, aunque continúa trabajando en Brasil, donde es agente de comercio exterior cualificado por el Igape y donde reside parte de su familia desde hace más de 55 años, con un grupo empresarial diversificado en sectores como los salones de belleza, el inmobiliario y la publicidad.

«En aquel momento nadie pensaba que podría pasar lo que pasó. Hasta 2009 se creía que era un parón en el mercado que vendría bien para reequilibrar la oferta. Pero no fue así», admite el presidente de la patronal inmobiliaria, que era de los pocos gallegos que tenía un perfil profesional enfocado a clientes de alto poder adquisitivo y promociones internacionales.

«Fueron los años dorados de un sector que brillaba con luz propia en el mercado nacional e internacional. Todo se vendía y todo se compraba por inversores ávidos de incrementar sus plusvalías en cada operación», explica Iglesias.

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