El negocio imposible de las franquicias Foster’s Hollywood

El restaurante de Ávila debía atraer a más de la mitad de la población de la ciudad para lograr las ventas prometidas por los dueños de la marca. El juez asegura que la cadena ocultó información a los franquiciados deliberadamente con el propósito de vender su modelo de negocio

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El próspero negocio que Foster’s Hollywood había vendido a su franquiciado de Ávila, basado en la venta de hamburguesas y costillas a la parrilla, no era más que humo. Joaquín B. y Javier B., dos hermanos emprendedores de Madrid que decidieron montar en 2007 el emblemático local de hamburguesas, tuvieron que desembolsar 710.000 euros en un local para vender sólo comida americana.

Grupo Zena, franquiciador y dueño de la marca, les obligó a comprar freidoras y máquinas de última generación que dispararon los gastos de instalación de la cocina hasta los 120.000 euros. La empresa, que instó a los empresarios madrileños a instalarse en Ávila, había entregado a sus franquiciados una escueta estimación en la que se aseguraba que, en el peor de los casos, el local contaría con 36.000 comensales al año, es decir, más de la mitad de la población de la ciudad de Ávila, que contaba con 55.000  habitantes en ese momento.

No hubo ni plan de negocios riguroso, ni estudio de mercado y las posibilidades de montar una costosa hamburguesería en una población de esas dimensiones. Tan sólo un documento de Excel en el que Foster’s Hollywood hacía previsiones sin ninguna base real.

El juicio

Cuando el franquiciado comenzó a mostrar síntomas de asfixia financiera, la empresa demandó a los responsables del restaurante en Ávila que habían ingresado en una asociación de franquiciados para exigir unas condiciones más justas en el negocio. Grupo Zena pidió nada menos que 253.585 euros al franquiciado por incumplimiento del contrato (90.000 por no devolver los manuales y más de 61.585 euros por retrasos en cánones y royalties). Pero el juez de instrucción número cuatro de Ávila sentenció que Grupo Zena no justificó ni documentó los conceptos adeudados y desestimó la demanda.

«La franquiciadora incumplió el deber de información precontractual, ya que la información recibida era inveraz e intencionadamente alterada en cuanto a volumen de ventas, la previsión de beneficios a obtener y los plazos de amortización de la inversión realizada, ya que ninguna de las previsiones asumidas en los modelos de financiación y evolución del negocio se ha cumplido, lo que ha provocado las pérdidas continuadas del negocio», explica el juez en la sentencia.

Los propietarios de Grupo Zena (actualmente Food Service Proyect), no cumplieron con el deber de informar de forma objetiva sobre los datos de la franquicia, una obligación estipulada en el artículo 62.3 de la Ley Orgánica del Comercio Minorista.

La sentencia asegura que los propietarios de la marca incumplieron el contrato y, por tanto, no tienen legitimidad para exigir el cumplimiento por parte del franquiciado que siempre intentó mantenerse al corriente de los pagos. «Es un principio del derecho romano, las obligaciones recíprocas, que no fueron cumplidas por el franquiciador desde el primer día», explica Salvador Peña, socio de Peña, Ochoa & Granados, y abogado defensor de los franquiciados.

El grupo franquiciador, defendido por el despacho Cuatrecases, deberá, además, asumir las costas del juicio.

Esquema perverso

La sentencia podría ser un punto de inflexión para el modelo de franquicia no sólo de Foster’s Hollywood sino de muchas otras cadenas en España que basan su éxito en la venta de productos a sus franquiciados. Mientras más caro y en mayor cuantía, mejor. Es lo que explica las costosas instalaciones y el elevado precio de venta de los proveedores oficiales, más elevado que en el mercado, según explican los franquiciados descontentos.

Foster’s Hollywood confirmó en el juicio que participa del esquema de los rápels. Es decir, los proveedores pagan a la marca por el volumen de compra de sus franquiciados. Con este esquema, poco importa el beneficio del franquiciado. La rentabilidad del emprendedor es pura fantasía que sólo se refleja en Excel. En la realidad, sólo queda humo.

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