El futuro de Pescanova se enreda con el doble convenio de las filiales

La matriz descarta la posibilidad de que las empresas vayan a la liquidación, algo que sí consideran los bancos acreedores

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La situación en Pescanova sigue siendo de lo más tensa e incierta, y la última novedad, la presentación por parte de la compañía de un convenio de acreedores divergente, en parte, con el que había previsto la banca acreedora –el G-7 formado por Sabadell. Popular, Caixabank, Bankia, Novagalicia, BBVA y los italianos de UBI Banca– lo ha venido a corroborar.

Aunque las propuestas de convenio presentadas por la empresa para el rescate de las diez filiales (Bajamar Séptima, Pescanova Alimentación, Frigodis, Frivipesca Chapela, Fricatamar, Pescafresca, Pescafina Bacalao, Insuiña, Frinova y Novapesca Trading) coinciden prácticamente con las propuestas presentadas por las entidades del G-7, tanto en el importe de las quitas y esperas, existe algo que la empresa no asume, y sí lo hacen los bancos.

Es la posibilidad de que estas filiales vayan a liquidación si la junta de accionistas rechaza las propuestas, ante la magnitud del pasivo fiscal generado por las quitas. Algo que no se contemplaba en el plan de viabilidad.

El discordante 5%

Si al final se resuelven favorablemente los concursos de las filiales, se procederá a segregar la totalidad del negocio a Nueva Pescanova, la sociedad que tendrá esos más de 800 millones del pasivo postconcursal y agrupará las participaciones en la nueva sociedad Pescanova España, que retendrá los activos actualmente basados en España e incorporará las actividades internacionales del grupo. De este modo, Pescanova conservará como único activo, tras el concurso, una participación del 4,99% en Nueva Pescanova.

Los soterrados desencuentros entre la empresa y los acreedores aparecen de manera creciente diez meses después de que el Juzgado de lo Mercantil 1 de Pontevedra dictara la sentencia aprobatoria del convenio de acreedores de Pescanova.

En el fondo, más allá de pequeños matices en el alcance de las quitas, lo que verdaderamente subyace en el trasfondo de la reestructuración de la multinacional pesquera gallega es la disconformidad manifiesta de los actuales accionistas a quedarse con tan solo ese escaso 5% de la futura Nueva Pescanova.

Inyección de 150 millones del G-7

Ese es el porcentaje marcado en la hoja de ruta elaborada por el G-7, que contempla su conversión en accionistas tras capitalizar 2.000 millones de euros e inyectar 150 millones (25 de capital y 125 de deuda subordinada) y, después, modificar la estructura societaria para que la histórica Pescanova SA pase a denominarse Nueva Pescanova SL. Todo para quedarse con al menos el 51% de la nueva sociedad.

Cuando ese se produzca, se llevaría a cabo la operación acordeón de reducción del nominal a cero de todas las acciones actuales para, posteriormente, amortizarlas y hacer que desaparezcan.

Beneficios de 100 millones en 2016

A partir de aquí, se entregaría una acción nueva por cada 50 acciones antiguas, con lo que los actuales 28,73 millones de acciones de Pescanova, con un valor nominal de 6 euros, darán paso a menos de 600.000 acciones de la futura sociedad, con ese mismo valor. O sea, que el hoy tenga 2.000 acciones de Pescanova SA, valoradas en 12.000 euros, se quedaría con 40 acciones de Nueva Pescanova SL, que valdrían apenas 240.

Con todo, si finalmente la hoja de ruta de los acreedores se cumple, la empresa confía alcanzar en 2016 un volumen de facturación próximo a los 1.300 millones de euros que permita lograr un beneficio bruto de unos 100 millones.

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