El empresario de la belleza low cost se embolsa dos millones con el timo de las franquicias

Alejandro Ruiz Barea, dueño de Opencel, ha recogido dos millones de euros de los centros de belleza franquiciados. Casi 30 franquiciados lo denuncian por estafa

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El dueño de las franquicias Opencel, que ofrecen depilaciones, masajes y blanqueamiento dental a precio de saldo, se ha embolsado más de dos millones de euros en tres años con un negocio que ha levantado una ola de querellas por estafa.  

La empresa Opencel, que asegura contar con 400 franquiciados exitosos en toda España, ha aprovisionado dos millones de euros en los últimos tres ejercicios fiscales, según consta en las cuentas depositadas en el Registro Mercantil. La empresa ha reconocido sus problemas financieros y los franquiciados huyen en estampida.  

Buena parte de los emprendedores que regentan estas tiendas low cost de tratamientos de belleza están convencidos de que la compañía sólo busca enriquecerse a costa de los franquiciados sin importar cómo va el negocio.
 

Máquinas de depilación chinas

«Nos pusieron unas máquinas de depilación chinas que no están homologadas por la Unión Europea y que le ocasionaron un calambre a una clienta», explica una franquiciada de Andalucía. «Una vez se derritió el asa de la máquina a la dependienta. No cumplía con la mínima norma de seguridad laboral», añade.  

Como muchas franquicias que afrontan denuncias colectivas en los tribunales, las administradoras de tiendas Opencel aseguran que la empresa no hizo cálculos reales de ventas y que sólo se preocupaba por adherir nuevos franquiciados y no por mantener un negocio con buena salud.  

Los costes ocultos  

La franquicia comenzó exigiendo a los emprendedores que querían adherirse a la marca un canon de entrada, pero pronto suprimió ese pago inicial y comenzó anunciar que se trataba de una franquicia sin coste.   Hizo publicidad en programas de televisión como Mujeres y hombres y viceversa de Telecinco o en el espacio de radio de Julia Otero para intentar ganar adeptos.  

Pero la verdadera restricción de la franquicia llega en el momento de que los franquciados desean abandonar la marca por las pérdidas constantes. «Nos exigían vender cinco tratamientos por 30 euros, algo que era imposible.  A una clienta que me pedía depilación, tenía que venderle presoterapia, blanqueamiento o peeling», explica otra afectada que ha decidido demandar a la empresa. La empresa exige 11.000 euros a los empresarios que deseen abandonar la franquicia, un requisito ilegal, a juicio de los abogados defensores.  

Querella admitida a trámite

David Perales, que defiende a un grupo de franquiciados, ha presentado una querella por estafa a la que se han adherido hasta ahora 27 franquiciados, según ha explicado a este diario.  

La querella ha sido admitida a trámite aunque se espera la notificación a las partes. Este diario ha contactado con la empresa Opencel y con su propietario pero no ha recibido respuesta.  

«Enviaban correos intimidatorios a las franquiciadas y les prohibían ponerse en contacto con los franquiciados que ya se habían marchado de la empresa», explica José Zamarro, abogado experto en franquicias.  

Los precedentes  

El empresario malagueño Alejandro Ruiz Barea tocó el cielo en 2007 cuando una franquicia que había ideado, Cellulem Block, fue adquirida por GED, el fondo de capital de riesgo promovido por la Junta de Andalucía y por un grupo de entidades y familias andaluzas.  

Cellulem Block fue concebida como una franquicia de centros de belleza y cuidado personal low cost, pero cinco años después de la operación millonaria se declaró en suspensión de pagos. Esa vez, fueron 240 las tiendas que se vieron destinadas al cierre.

Ahora el empresario, denunciado ante los tribunales, ha decidido cambiar de sector y ha registrado una nueva empresa: ARBINVER 2733 SL, constituida el mes pasado y dedicada a la actividad inmobiliaria. La nueva empresa dedicada al ladrillo es propiedad de Opencel.

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